La artista anteriormente conocida como Lady Di
En previsión de la que se nos viene encima a cuenta de los 25 años de la muerte de Diana de Gales, que se cumplirán el próximo día 31, procede recordar que la devoción que despertó su figura y la consiguiente histeria colectiva que desató su fallecimiento aún permanecen como arcanos indescifrables un cuarto de siglo después. En esta mujer se dieron cita la aparente vacuidad –en el buen sentido de la palabra–, la propulsión a la fama sin más combustible que el de consorte, la condición de víctima –la gran figura de finales del siglo XX, principios del XXI–, la consagración como 'princesa del pueblo' vía tabloides, la ausencia de inquietudes –la lucha contra las minas antipersona, quizás–, y la muerte banal en accidente de tráfico a manos de un chófer chalado, pero que engarza con una de las grandes tendencias de la moda actual: las teorías conspirativas.
Contemplada con la distancia que da el tiempo, Lady Di es la mujer sin atributos. Pasó por la vida bajo el pasmo que despertaba incluso en sí misma y, sin embargo, si el asesinato de Kennedy eclipsó la muerte ese mismo día de Aldous Huxley, la suya relegó a la condición de subtrama hasta el fallecimiento días después de toda una Teresa de Calcuta, «la artista anteriormente conocida como Agnes Gonxha Bojaxhiu», en palabras de Christopher Hitchens. El británico escribió una lacerante biografía, 'La postura del misionero: Madre Teresa en teoría y práctica', inédita en castellano, y también un artículo, 'El diablo y la Madre Teresa', demoledor.
Las vidas de estas dos mujeres se cruzaron un par de veces, pero para la historia queda el entusiasmo con el que la feroz enemiga del divorcio acogió el de Lady Di y Carlos de Inglaterra con el peregrino argumento de que era un matrimonio infeliz. Como tantos y tantos otros, cabría añadir. No deja de ser significativo que la protagonista de este prodigioso milagro consistente en alterar el dogma de la gran devota fuera la sencilla Diana Frances Spencer. Quizás en esa capacidad por moldear a su conveniencia las opiniones ajenas radicara el secreto de su misterioso... ¿prestigio?
