Con pasaporte Covid por Burdeos (y confidencial: la marca de Robert de Niro llega a Miraconcha)
La agenda portátil ·
He pasado la semana mostrando el QR en bares y museos y me siento igual de libre. O más. Notas de viaje: la base de submarinos nazis y otras historiasHola. Vengo del futuro. Bueno, en realidad vengo de Burdeos. He pasado la semana mostrando un montón de veces cada mi día mi certificado de ... vacunación, o el pasaporte Covid, como ustedes prefieran. En bares y restaurantes, en museos y teatros, y hasta en algún comercio, te piden para entrar que enseñes el QR en el móvil (o en el papel, si eres de la vieja escuela). No he visto a nadie quejarse, ni yo he percibido mermada mi libertad. Al contario, me he sentido más libre en cada lugar, y más seguro, aunque ya sabemos que este bicho es tan cabrón como sorprendente. Ya nos está dando nuevos sustos que los científicos, políticos y tertulianos explican a posteriori. Este coronavirus sigue yendo por delante.
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Sentado en las brasseries seguí la resolución del Superior de Justicia del País Vasco a favor del karaoke como manifestación de libertad artística, las vacilaciones del Gobierno Vasco y su recurso, los avisos de los médicos de que esto va en serio. ¿Son los jueces vascos más garantistas que los catalanes o los franceses? Llegará el pasaporte Covid y habremos perdido unas semanas.
Pero no quería darles en este rincón la brasa con el virus, que a estas alturas del periódico están ustedes saturados. Hablemos de Burdeos, ese 'petit París' que seduce a tantos guipuzcoanos asiduos a una ciudad tan cercana (dos horas y pico de coche o tren) y tan diferente. Es curioso que a los visitantes nos resulta un lugar acogedor y feliz, pero en su seno, me dicen colegas bordeleses, crece el debate sobre la «incomodidad» de la vida, con atascos frecuentes, polución e incluso cierta inseguridad. Todo es cuestión de perspectiva. El otro día la edil Cristina Lagé y yo enseñamos a Javier Cercas precisamente la Donostia parisina, en la'rive' del Urumea, y cuando el escritor se fue a dormir al Niza, con vistas a La Concha, se despidió con el consabido «vivís en la ciudad más maravillosa del mundo». Si él supiera… (Es gracioso que Cercas llama al Niza 'hotel Chillida', por la histórica vinculación del establecimiento con la familia del artista. Suena bien).
Así que no vamos a descubrir otra vez Burdeos, de la que tanto hemos hablado otras veces. La ciudad mantiene lo bueno de siempre, en su casco urbano de comercios y bistrots, y se mueve, como con su 'Cité du Vin' abierta hace dos años. Esta vez, siguiendo la recomendación de mis queridas Sisters and the city, visité el alucinante Bassins de Lumières, el espacio de arte digital habilitado en la antigua base de submarinos que los nazis utilizaron durante la guerra. El museo es ahora 'bonito', con sus proyecciones, pero lo increíble es el espacio y su pasado, estos pabellones acuáticos construidos al principio de la década de los 40 con el esfuerzo de muchos refugiados republicanos españoles, como se recuerda a la entrada. (También interesante el alternativo centro Darwin, al otro lado del río). Antes de volver, en la puerta del Mama Shelter mostré por última vez el pasaporte para brindar en su barra con el cóctel del día. La vida con el certificado es más segura y también más libre.
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EN VOZ BAJA
Confidencial: Nobu, la cadena de Robert de Niro, llega a Miraconcha
No se hará oficial hasta los próximos días, pero me aseguran que la operación está ya cerrada. Nobu, la cadena de hoteles y restaurantes de lujo que crearon el cocinero japonés Nobu Matsuhisa, el actor Robert de Niro y Meir Teper, llega a Donostia. Será en el edificio que se rehabilita en Miraconcha y que cuando terminen las obras, dentro de un año, se llamará algo así como Hotel Villa Miraconcha Nobu San Sebastián. Me cuentan que es una «apuesta poderosa» por parte de la cadena y de la familia guipuzcoana Arego, promotora de esta iniciativa. Nobu está por todo el mundo, con una treintena de locales, y en España desembarcó hace unos años en Ibiza y Barcelona. Robert de Niro pone el glamour y Nobu la cocina en un proyecto que, según sus responsables, encaja a la perfección en la ciudad del Festival de Cine y de la gastronomía. Será el nuevo cinco estrellas de Donostia. Pronto, los detalles.
Los últimos días de Hanbel, en Andoain
Llegan cosas y otras terminan. Hanbel, la empresa de muebles y decoración que hizo de Donostia un cruce entre Manhattan y Singapur, echa la persiana en el mundo de los ikeas. Celebra en su ya clásico pabellón de Andoain su último mercadillo navideño. La gente va a despedirse en una ceremonia de nostalgia, a lo 'Casablanca'. Siguen unos días más. Fue bonito mientras duró.
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mezquiaga@diariovasco.com
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