Una instalación de alto riesgo con poca seguridad y muy fácil acceso

Unas medidas de seguridad con las que sí cuenta la otra torre de la calle, mucho más pequeña que la causante del suceso, pero que sí está protegida.

Tal como se puede observar en las fotografías que acompañan esta información, subir a esta torre es realmente sencillo. Al menos ayer. El primer peldaño de la escalera no se encuentra ni a un metro de altura. Una vez se empieza a trepar, sí hay una trampilla con un cartel que previene de que se trata de una infraestructura de alta tensión que conlleva «peligro de muerte». Un indicativo difícilmente visible si no se está en o junto a la torre.

Estas torres transportan electricidad a muy alto voltaje, y acercarse a los cables o tocarlos puede provocar una descarga eléctrica letal, incluso sin contacto directo, ya que la electricidad puede saltar por el aire.

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Existen, por ello, varias medidas de seguridad de acceso en este tipo de torres de electricidad, aunque dependen de su tamaño y localización. Para impedir el acceso no autorizado, suelen estar rodeadas por vallas metálicas o muros. También cuentan con señales visibles con mensajes como 'Peligro de muerte', 'Alto voltaje', o 'Acceso restringido'. Especial atención merece esta siguiente medida: puertas cerradas con candados. Si la torre tiene escaleras, como en este caso, debe tener un sistema de cierre con llave o candados de seguridad, algo de lo que carece la torre de Errotaberri. Por último, también existen las barras anti-escalada, un dispositivo en la parte inferior de las escaleras que impide que personas no autorizadas puedan trepar por ella.

Por otro lado, el vigente Código Penal establece que subir a una torre de alta tensión sin autorización puede considerarse punible y objeto de sanción. Asimismo, la ley de Seguridad Pública también prevé multas y responsabilidades legales en diferentes casos. Además, las empresas eléctricas tienen reglamentos internos que prohíben el acceso no autorizado.