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Oro, plata y txapela para Van Vleuten
La neerlandesa, doble medallista en los JJOO, gana la Clásica después de llegar de Tokio, con escala incluida en los Países Bajos
Las estrellas tienen la capacidad de brillar incluso en un día gris como el de ayer en San Sebastián. Escasean y es un privilegio verlas ... en su máxima esplendor, y por eso la grandeza de Annemiek van Vleuten, que en una de las semanas más exigentes de su impecable carrera añadió la Clásica a su extenso y excelso palmarés.
La neerlandesa de 38 años no tuvo rival en la decisiva ascensión de Murgil Tontorra. Adelantó como un cohete, al doble de velocidad -¡o al triple!- a las corredoras que quedaban de la fuga y con el golpe de pedal más potente del pelotón femenino se marchó en solitario hacia la meta del Boulevard. La icónica llegada donostiarra se está malacostumbrando a ver levantar los brazos a lo mejor del ciclismo mundial. Van Vleuten, sin hacer ninguna distinción de género, lo es.
El pasado sábado ganó la plata en la prueba de ciclismo en ruta en los Juegos Olímpicos de Tokio. No pudo acceder al oro por la falta de comunicación que tuvo la selección neerlandesa durante la prueba. La austríaca Anna Kiesenhofer, que terminó siendo la primera, aventajaba en cinco minutos al grupo de favoritas, pero Van Vleuten y las suyas no se enteraron. Un desastre.
Ayer los ciclistas sí que corrieron con pinganillo, pero por la distancia que había entre la corredora y el coche del director del Movistar, Jorge Sanz, a Van Vleuten no le llegó la advertencia de tomar con especial cautela las curvas del descenso de Igeldo. A punto estuvo de irse al suelo y mantuvo el equilibrio a pesar de haber metido la rueda en el canal que separa la carretera de la acera en el mismo punto en el que Lorenzo Rota y Mikkel Honoré besaron el asfalto en la carrera masculina.
Llegó a la llegada sana y salva y el rostro mostraba la dureza de la jornada. Con la cara y el maillot de campeona de Europa manchado, parecía que acababa de terminar una carrera de ciclocross. Celebró el triunfo como si de un Mundial o una medalla olímpica se tratara. «Quiero la txapela», dijo antes de tomar la salida. Y si competidoras como Van Vleuten se ponen un objetivo entre ceja y ceja, poco hay que hacer. Mejor apartarse.
Durmió cuatro horas
La ciclista que corre su primera temporada en el Movistar ganó el miércoles el oro en la contrarreloj, el jueves estaba en su país en un recibimiento a los medallistas olímpicos, el viernes voló a San Sebastián, ayer por la mañana ganó la Clásica de San Sebastián y a las 17.30 horas ya estaba en el aeropuerto de Loiu embarcando en el avión que le llevaba de vuelta a Ámsterdam.
El Movistar hizo una excelente y dejó a Van Vleuten a tan solo 30 segundos de la escapada en las faldas de Murgil
Para la mayoría de los mortales estar ayer a las 8.00 horas en el control de firmas hubiese sido un esfuerzo difícil de asumir, y más después de todos los kilómetros y horas que llevaba ya sobre la espalda. A Van Vleuten, sin embargo, le benefició que el pistoletazo de salida estuviera programado tan pronto. Contrarrestó el jet lag que arrastraba de Japón y las 9.15 horas peninsulares eran todavía en su cuerpo las 16.15 de Tokio.
La fatiga de haber dormido ocho horas en las dos últimas noches desapareció rápido por el buen trabajo que realizaron sus compañeras. El Movistar, habituado en las últimas fechas a seguir estrategias extrañas, completó una carrera excelente, y ante esta circunstancia Van Vleuten debía responder.
La salida a las 9.15 horas le benefició para contrarrestrar el jet lag y a las 17.30 ya estaba volando hacia Ámsterdam
Como en la carrera de la tarde, la fuga inicial fue neutralizada por otra escapada de mayor calidad. La primera, en la que estuvieron presentes en un grupo de diez Lourdes Oyarbide (Movistar) e Idoia Eraso (Laboral Kutxa), fue capturada en Jaizkibel, donde atacó Ane Santesteban (Bike Exchange). La errenteriarra se marchó junto a Olivia Baril (Massi), Cordon-Ragot (Trek Segafredo), Evita Muzic (FDJ) y Pauliena Rooijakkers (Liv Racing).
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Todo el peso de la carrera recayó en el Movistar, que tuvo paciencia para resolver un incidente mecánico de Sara Martín y empezar a trabajar para controlar la carrera. La diferencia se fue hasta los dos minutos en el paso por Hondarribia e Irun y empezó a descender en la subida hacia Gurutze.
El pelotón llegó con treinta segundos de desventaja a las faldas de Murgil, suficiente para que Van Vleuten fuera vista por última vez hasta el podio. Segunda fue Ruth Winder (Trek) a 36 segundos y tercera Tatiana Guderzo (Alé BTC), que resistió de la escapada buena.
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