Andoain

«Muchos hemos colaborado para que Andoain sea cuna de pescadores»

Desde que era niño, Iñaki Muñoz Moure (Andoain, 1982) prácticamente no ha soltado la caña de pescar. Desde su primer contacto hasta ahora ha ganado varios campeonatos, a destacar los dos oros en el Campeonato mundial por equipos de pesca a mosca. Un deporte minoritario y poco entendido, aunque con grandes nombres andoaindarras, pero cada vez más profesional, que no profesionalizado. A la semana puede dedicarle entre 12 y 20 horas, más una hora diaria a la preparación de moscas y carretes, todo para «adquirir ritmo de pesca y de competición» para ser regular en los puestos altos. Su nuevo reto le llevará a Polonia, en el Campeonato de Europa de pesca a mosca, entre agosto y septiembre.

– Viene de obtener el bronce en el campeonato de Euskadi de pesca a mosca de salmónidos, pero es un habitual en los campeonatos del mundo, habiendo ganado el oro. ¿Cómo se llega a tener tal constancia en un deporte tan variable?

– Aunque hay cierta fortuna, nos basamos en la regularidad al cabo del año o de varios para ser seleccionados. O en la constancia de entrar entre los cinco primeros en los torneos nacionales durante un largo periodo. Eso se consigue con entrenamiento constante, día a día. Aunque un día tengas un pinchazo, seguramente que si has trabajado bien, cuando te toque un tramo bueno, lo vas a saber aprovechar y coger una buena puntuación; y cuando llegue uno malo no te descolgarás tanto. Normalmente el trabajo duro a la larga suele dar su recompensa.

– ¿Ha cambiado mucho desde que se inició en la pesca profesional?

– Sí. Lo que más he notado ha sido la profesionalización del deporte. Cuando me inicié notaba que la gente se lo tomaba más como una afición, digamos. Pero hoy en día veo mucha más gente que hace entrenamiento físico, cuida su alimentación, se marca una pautas de entrenamiento, se exige a ir al río dos o tres veces a la semana... Como el nivel es tan alto, muchos se lo toman de forma casi profesional, aunque no llegue a ser así, porque no es un deporte profesionalizado. Hay países punteros como Francia, República Checa o Italia donde llevarte un campeonato internacional puede dar pie a ganarte la vida de ello.

– Después de cerca de veinticinco años en la alta competición, ¿sigue disfrutando?

– Entrenar sigue siendo un disfrute, pero sí que se ha convertido en una exigencia el intentar hacer buenos resultados. La competición no está hecha para disfrutar. Se disfruta cuando obtienes un buen resultado, pero el momento de la competición siempre tiene ese punto de estrés que no te deja disfrutar. Habrá momentos puntuales que sí, por tu número de capturas, pero siempre habrá alguien que te esté apretando. Por eso requiere de un nivel de concentración y exigencia, y control de ese estrés.

– ¿Los jóvenes pescadores dónde pueden aprender este deporte? Lo que fue la Escuela de Pesca de Otieta no está ya...

– Cuando estaba la Escuela de Pesca era un buen filón para atraer a los jóvenes. Actualmente hemos notado mucho bajón en la iniciación en la pesca. Muchas veces no se entiende como una actividad respetuosa con la naturaleza. Practicamos la pesca sin muerte, y lo que nos interesa es que cada vez haya más truchas en los ríos. Buscamos ese cambio de paradigma, de que las nuevas generaciones entiendan que no vamos en contra del pez, sino que lo necesitamos para que nuestro deporte pueda seguir practicándose. Ya que tenemos a buenos pescadores en competiciones nacionales e internacionales en Andoain, sería bueno retomar desde el Ayuntamiento este tipo de actividades con la Escuela de Pesca. Es importante destacarlo porque no solo yo, sino los hermanos Urruzuno o Jonathan Torralbo y muchísima gente ha colaborado para que Andoain sea cuna de pescadores. A veces somos más reconocidos fuera de nuestras fronteras, en Soria o Madrid o en cualquier campeonato internacional. Tener algo que impulse a más pescadores y que sea algo continuista sería bonito. Igual algún día lo veremos, confío en ello.

– ¿Es una disciplina rentable en la actualidad?

– No, ahora mismo es totalmente deficitario. Todo es invertir. Todo lo que queda fuera de la inscripción en los campeonatos internacionales corre a nuestra cuenta. Tampoco hay facilidades para arrancar con un nuevo proyecto con seguridad para dejar tu trabajo y dedicarte a lo que te gusta, o tener unos ingresos extra si no estás regulado como autónomo. En el extranjero te dan muchas posibilidades, pero hay que abandonar a tu entorno y familia. Seguimos por amor a nuestro deporte y porque en un futuro, si tienes un nivel económico muy bueno, tener una puerta abierta por la que arriesgar, como es el caso de mi página web, www.guiadepesca.es.

– ¿Alguna particularidad del río Leitzaran?

– La más característica es que está dividida en dos partes. En la zona baja, que podríamos denominar la escuela de pesca o la zona de intensivo, que arranca de octubre a marzo. Y luego tenemos el biotopo protegido del valle de Leitzaran, que cuando arranca la temporada de pesca a principios de abril es un entorno totalmente diferente, mucho más natural, salvaje. Para nosotros son muy interesantes esos dos escenarios dentro de un mismo río. En el intensivo tenemos trucha arcoíris y en la parte alta, en el biotopo, trucha común. Entonces podemos entrenar todo el año sin ningún problema, a cinco o diez minutos de casa, por eso creo que tantos pescadores buenos salen de Andoain.

– ¿Qué le aporta la pesca como persona?

– Mucha disciplina, madurez, serenidad, controlarte en los momentos de estrés y dominar las emociones. Todo ello me ha valido para el día a día y para competir al máximo nivel.

– ¿Si le menciono a Patxi Urruzuno qué le viene a la cabeza?

– Precursores de la pesca, él y sus hermanos. Han sido una parte importantísima de lo que es la pesca y cómo se entiende la pesca en Andoain y el País Vasco. Son los que han puesto la semilla para que otros muchos vengan detrás. Y aunque los visibles ahora son sus hermanos, verlos a ellos es ver a Patxi. Y ver a los Urruzuno es hablar de pesca, de pesca de competición, de Leitzaran. Siempre le tenemos en mente en las cenas.