Javier Lumbreras en el vivero, rodeado de los bonsáis que importa, crea y vende. A.D.C.
Irun

Javier Lumbreras: «Todo empezó con el 'granadito' de mi amoña en este mismo lugar»

El 14 de marzo se cumplen 20 años de la inauguración del vivero especializado Irun Bonsai

Alicia del Castillo

Baztan/Bidasoa

Sábado, 27 de enero 2024, 01:00

En Irun, rodeado de árboles en miniatura, Javier Lumbreras les da forma durante años para crear obras de arte vivas. Además de vender bonsáis, hace ... podas y los cuida cuando están enfermos. Incluso funciona de guardería cuando algún cliente se va de vacaciones.

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–¿Cuándo empezó tu afición por los bonsáis?

–Mi afición comenzó siendo adolescente, un chaval, con 16 años. En el año 1988. Me gustaba mucho el monte, los árboles, teníamos jardín en casa, bueno, donde está Irun Bonsai en este momento, y estaba todo el día con los arbolitos. Empecé en esa época a leer revistas de bonsáis, 'Bonsái actual' sacó el número uno aquel año. Empezaba a oírse hablar de los bonsáis, árboles en maceta, a ponerse un poquito de moda. Mi amoña tenía un 'granadito', un granado en una maceta, en el jardín y me pareció curioso. Y de ahí empezó. Aprendí a darle forma, las técnicas ...

Importación

«En los viveros japoneses sé lo que quiero, así que dejo que me guíe el instinto»

–¿Y todo esto cómo se aprende?

–En aquella época no tuve otra que leer muchas revistas, venían muchos artículos de Japón con fotografías espectaculares, y algunos libros. Aprendí de forma autodidacta y claro, luego yo en casa ponía en práctica todo con lo que tenía, con árboles que compraba en el vivero o hacía esquejes, acodos...

–¿Y cuándo dijiste: yo quiero dedicarme a esto?

–Pues estudié FPII primero y Delineación después. Me fui un poco por el mundo de la mecánica, estuve trabajando en talleres, pero aquello no me llenaba. Siempre tenía el gusanillo de si se podía vivir de esto. Así que se me ocurrió enviar un curriculum a una empresa que se dedicaba al bonsái. Me cogieron y estuve un par de años allí, en Tarragona. Me vino muy bien estar fuera de casa un par de años haciendo lo que me gustaba y en contacto directo con el mundo del bonsái. En aquella época era un centro muy importante a nivel nacional.

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Cuidados

«Nos los traen para podar, trasplantar o incluso de guardería, cuando se van de vacaciones»

–Y luego volviste...

–Me cansé de que no lloviera por allí (ríe) y me volví. Estuve un par de años trabajando en talleres y preparándome, pensando ya en abrir la empresa. Lo difícil fue llevarlo a cabo porque me decidí a construir yo mismo el local, el invernadero y me llevó mucho tiempo, más de un año.

–¿Has estado en Japón?

–Pues fue posterior. Empecé yo solo, como autónomo y al cabo de unos años empecé a tener empleados. Uno de ellos, que está aquí ahora, fue quien me animó a ir a Japón. Estaba en contacto por internet con el mundo del bonsái, comenzamos con la tienda on line, veía la necesidad de importar, así que me animé a ir. El primer año fuimos los dos y luego estuve yendo cinco años todos los otoños a Japón para visitar viveros y comprar.

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–¿Cuando importas sigues corazonadas o va bajo encargo?

–Bajo encargo es muy complicado, porque los bonsáis son todos diferentes. Así que si una persona te pide un árbol como este, no lo vas a encontrar. Es mejor ir con tu instinto. Ya sé que es bueno y sé lo que me interesa comprar que luego se pueda vender. Busco siempre calidad a un precio razonable.

–¿Y el transporte desde allí?

–Barco, en contenedor, que ahora mismo está más complicado. Te los mandan en invierno, cuando los árboles están en hibernación. Creo que de tránsito son 47 días, más o menos.

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–¿Tienes alguno preferido?

–Al final te gusta el que estás trabajando, porque el bonsái va cambiando. Es un arte creativo, te gusta cambiar, trabajar diferentes árboles. Pero bueno, tengo algunos árboles que les tengo más cariño. Hay un pino que me lo trajo un aficionado aquí al vivero, sin que yo le conociera de antes. Hicimos amistad y me lo dejó como regalo y es como el emblema de Irun Bonsai.

–¿Cuás será el ejemplar de más años?

–He tenido árboles de más de 100 años sin saber exactamente cuántos tenían, porque muchas veces han pasado por diferentes viveros y ni el que te lo vende sabe su edad.

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–El bonsái, como decías, es un arte.

–Sí, refleja los árboles tal y como crecen en la naturaleza. Pueden ser árboles que crecen en alta montaña o condiciones duras, o en bosques... El tamaño es cuestión de poda, la forma que le damos es según los estilos, que son reflejo de la naturaleza. Fueron observando en China y en Japón y se fueron estableciendo como unos modelos: vertical, inclinado, con curvas, múltiple tronco...

–Se requiere mucha paciencia.

–Se recomienda para gente que tiene mucho estrés, para que adquiera y trabaje en esa paciencia. Te ayuda a vivir al ritmo de la naturaleza.

–¿En estos 20 años han cambiado mucho las cosas?

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–Sí, sobre todo porque a través de Youtube se divulga mucho la afición y hay gente que lo hace muy bien. Todo eso se traduce en más afición y más ventas.

–¿Hay un cliente que repite?

–Hay un público fiel. Se venden muchos bonsáis, pero también ofrecemos servicio de recuperación. Nos los traen para podar, para trasplantar o incluso de guardería, cuando se van de vacaciones, o cuando tienen un probela fitosanitario.

–¿Para alguien que quiere empezar, qué le recomiendas?

–Hay especies que son más fáciles. Habría que ver dónde lo va a tener. Normalmente se cultiva en exterior, pero hay gente que lo quiere tener dentro, entonces tendrá que ir a especies tropicales. Para el exterior lo mejor son coníferas, arces, juníperos, tejos...

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