óscar o.g.
Jueves, 8 de septiembre 2022
A las seis de la mañana, una hora después de que el Batzoki hubiera empezado a servir cafés y moscateles, la calle Mayor de Hondarribia ha presentado un aspecto similar a cuando el 4 de abril acogió la contrarreloj que abrió la Vuelta al País Vasco. Estaba ya abarrotada. Como en el Tourmalet en una etapa del Tour de Francia, buena parte del público y llevaba más de 24 horas guardando el sitio a pie del adoquinado. Y aún faltaban horas para el paso de la comitiva.
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A esa misma hora las compañías que forman el Alarde de Hondarribia han comenzado a tomar posiciones. Jaizubia y Akartegi son las que más temprano se reúnen, a las 6.15. Entre esa hora y las 7.20 se van formando el resto para tomar el camino hacia Gernikako Arbola, donde los capitanes deben estar para las ocho de la mañana, cuando suena llamada en el campanario de la parroquia. Pese a las frescas temperaturas el ambiente no podía ser más cálido. Había ganas de Alarde después de tres años de ausencia motivados por la pandemia. Ganas y emoción. Y nervios. Y mucha ilusión.
Poco antes de las nueve de la mañana, a los sones del 'Campamento Alarde' que ha interpretado la Banda de Música, se puso en marcha el desfile de los 5.000 soldados de las 20 compañías, cada una con su cantinera, que forman el Alarde de Hondarribia. Su llegada a la calle Mayor encabezados como siempre, por la escuadra de hacheros, ha sido recibida por los aplausos de la multitud rojiblanca. Porque, entre el público, pocos se han saltado el 'protocolo'. De blanco impoluto, ellos y ellas. Con alpargatas, y pañuelo al cuello.
La entrada en la calle Mayor de los 5.000 soldados de las 20 compañías desató la pasión de los asistentes
La marea de txilibitos, tambores y escopetas ha saludado a las autoridades al pasar ante el ayuntamiento y ha alcanzado en un santiamén la parroquia de la Asunción y del Manzano. Nagusia kalea volvía a hacerse casi corta, gracias a ese aliento humano que llegaba de las aceras. Ya arriba, las tropas formaron a lo largo y ancho de la plaza de Armas. Aplausos, txilibitos y redobles de tambores rivalizaron por hacerse notar y donde el burgomaestre, Iñaki Sagarzazu, ha liderado por última vez las tres descargas de fusilería. El año que viene volverá a desfilar, pero en esa ocasión encuadrado en las escuadra de hacheros, como lo hacía antes. Las compañías Arkoll y Tamborrada, por su parte, han cumplido con su labor de recoger en la parroquia la bandera de la ciudad para después llevarla hasta Guadalupe.
Para entonces, la celebración ya era total, y así ha seguido hasta el final del recorrido, junto a la ermita de Saindua, donde las unidades rompieron filas para prolongar la fiesta. Había ganas de jolgorio tras dos años de paréntesis por la pandemia.
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Unas ansias de celebración y de normalidad que también se han hehco notar una hora antes cuando la compañía Jaizkibel –que desde 1997 reivindica la participación igualitaria de la mujer en el día grande de Hondarribia– ha realizado el mismo recorrido. Los aplausos fueron una constante al paso de las cerca de 800 personas que desfilaron bajo el mando de Oihana Etxebarrieta.
La concordia ya presidió la anterior edición, la de 2019, pero entonces hubo más hondarribiarras que se giraron para dar la espalda al paso de Jaizkibel. Nada que ver, en cualquier caso, con la nube de plástico negro que oscureció la fiesta en 2018. Y mucho menos con los incidentes de antaño. Igual que hace tres años, Jaizkibel ha emplazado este jueves al Ayuntamiento a que establezca una mesa de diálogo para sentar las bases de un Alarde único en el que Jaizkibel pudiera participar como una compañía más.
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Tras el solemne desfile de la mañana la fiesta se ha trasladado a Guadalupe, donde se ha llevado a cabo el cumplimiento del voto a la Virgen por la ayuda prestada en 1638 para dar fin al asedio francés de 69 días y donde, con la complicidad de un tiempo inmejorable, los hondarribiarras han podido disfrutar del hamaiketako, primero, y de la comida después. Por la tarde, tocaba desfilar de nuevo y había que reponer fuerzas. Al 8 de septiembre más esperado de los últimos años aún le quedaban horas por delante.
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