Una larga ovación en el adiós a Benantzio

Benantzio, un hombre que ha dejado huella en Elgoibar por su carácter cordial y afable, se despidió tras el final de una misa oficiada por el vicario general Juan Mari Olaetxea y por José Cruz Igartua. En su intervención, hizo un recorrido por los distintos enclaves de Elgoibar en los que se ha reunido con los fieles en todos estos años, desde la propia parroquia, Santa Clara y Maala, pasando por las ermitas de los distintos barrios rurales, Santumotz, Sargoate...

También quiso agradecer el apoyo que ha recibido en todo momento del pueblo de Elgoibar y mostró su satisfacción por la experiencia que ha vivido en la localidad en los casi treinta años que han pasado desde que llegó a ella por primera vez.

El final de su intervención se vio acompañado de unas palabras de agradecimiento del vicario general a las que los fieles respondieron poniéndose en pie y protagonizando una larga ovación que llegó al corazón y emocionó al que ha sido su párroco todos estos años.

Benantzio Otaegi nació en Azpeitia en 1943. A los 10 años ingresó en el seminario de Javier, donde permaneció por espacio de seis años realizando los estudios de Bachillerato. Allí coincidió con Mariano Ferrer, un referente del periodismo vasco, y con José Eulogio Gárate, el gran delantero del Atlético de Madrid. Su formación le llevó a Tudela, donde completó el PREU antes de recalar en el seminario de San Sebastián.

Esos años en la capital donostiarra consolidaron la formación religiosa y humana de Benantzio, ayudado en buena medida por un plantel de profesores de auténtico lujo. «Tuvimos profesores como Jesús Altuna, José Ignacio Telletxea y Juan Mari Lekuona quienes, además de formarnos en las materias específicas de las que impartían clases, nos enseñaron a conocer y a amar a nuestra tierra, su cultura, su historia y su naturaleza. Fue un autentico privilegio contar con profesores de ese nivel», manifestó Benantzio días antes del encuentro de ayer con sus fieles en la parroquia de San Bartolomé.

La ordenación como sacerdote llegó en el año 1970 y su primer destino fue Usurbil. Allí permaneció por espacio de una década antes de recalar en la parroquia del barrio arrasatearra de San Andrés. Siete años más tarde, en concreto en 1988, llegó el traslado a Soraluze, y en 1993 arribó por fin a Elgoibar como responsable de la parroquia de San Bartolomé.

Esta llegada era, en cierto modo, casi obligada si nos atenemos al origen de sus predecesores. «Los tres últimos párrocos de Elgoibar hemos sido de Azpeitia. Primero fue Carlos Agirre, luego Pedro Albizuri y posteriormente yo. Habrá que ver de dónde es ahora el siguiente párroco», recordaba en tono de broma Benantzio Otaegi hace unos días.

El que ha sido párroco de Elgoibar durante casi tres décadas abandonará hoy la localidad para trasladarse al Seminario Diocesano que el Obispado de San Sebastián tiene en el barrio donostiarra del Antiguo. Ahora que le ha llegado el momento de tomarse este merecido descanso, la parroquia de San Bartolomé se encuentra en una situación de incertidumbre a la espera de la asignación de un nuevo párroco.

Mientras llega ese momento, los sacerdotes de la comarca se están turnando de manera provisional para cubrir los diferentes oficios. Además, se van a reordenar los horarios de las misas y, a partir del 16 de enero, las misas de los domingos y los festivos se van a adelantar a las 11.00.