Keko Alonso (Biólogo): «Decir que los árboles autóctonos no dan dinero es desconocer la realidad»
El Topaleku clausura hoy una exposición sobre la gestión de los bosques
La gestión de los bosques centra un ciclo organizado por Arrate Kultur Elkartea que se cierra mañana a las 18.00 con la proyección del ... documental 'Gutik zura'. El programa incluyó también esta semana una charla con Keko Alonso, biólogo y promotor de la empresa Besaia, que es uno de los 170 apoyos con que cuenta la propuesta 'Kolore guztietako basoak', (bosques de todos los colores). Esta plataforma nació en 2017 del encuentro de personas que venían del mundo de la conservación y de la promoción del bosque autóctono, y ligadas a la búsqueda de alternativas productivas.
-Hay un concepto en la exposición que podemos ver estos días en la sala Topaleku que llama la atención, 'desierto verde'.
-Es un concepto que sobre todo han impulsado en Brasil, donde tienen muchísimo eucalipto, y tiene que ver con el alejamiento del funcionamiento de un bosque. Parece verde pero lo que ocurre por dentro es que se pierden muchas de las características de lo que es un bosque. Hay una pérdida de biodiversidad tremenda, tanto de organismos visibles como mamíferos, aves, también insectos, hongos... la actividad biológica en el suelo se reduce mucho.
«En Europa hay un sector muy importante de producción de madera de calidad y autóctona»«El riesgo de los eucaliptos con el fuego es un problema real de seguridad»
-¿En qué situación nos encontramos aquí?
-Bizkaia y Gipuzkoa tienen una situación muy parecida. Nosotros nos juntamos a finales del 2016 y definíamos la situación como crisis forestal. Lo hacíamos desde dos puntos de vista: a nivel ambiental, cerca de un 65% de nuestra superficie total es arbolada. De ese 65% del territorio las tres cuartas partes son monocultivos de especies de fuera, todos de la misma edad, que generalmente se limpian por abajo y que se talan todos a la vez. A nivel ambiental eso ha producido lo mismo que decíamos en el 'desierto verde', una pérdida de biodiversidad muy brusca. Conocemos árboles por topónimos que ya no están en el territorio.
-¿El segundo punto de vista para esa calificación de crisis forestal?
-Los suelos han regresionado, los suelos que ocuparon los pinos los heredaron de los baserritarras y estos a su vez de los bosques autóctonos. Eran suelos pardos, profundos, y lo que hemos visto en estas siete u ocho décadas de monocultivo es que los suelos se han vuelto más pobres. Eso genera que el suelo retenga peor el agua, el ciclo de nutrientes y el ciclo del agua se resienten... eso genera cambios de clima local y retroalimenta el cambio climático a nivel general.
-También hay consecuencias a nivel económico.
-Esa crisis se materializaba en que había una caída de precios, casi a la mitad de lo que había en la época dorada del pino, y además las parcelas estaban produciendo menos. Ese retroceso de los nutrientes y agua en el suelo tenía su efecto. Sumando las dos cosas, hacía tiempo que las cuentas no les salían bien a los propietarios. En ese marco nos encontramos con el brote de la banda marrón. Pero antes de la afectación de las bandas, para nosotros ya había una situación de crisis forestal.
-Habla de los propietarios particulares de esos terrenos arbolados. ¿Es posible tener unos bosques rentables con un respeto a la biodiversidad y a las especies autóctonas?
-Los países europeos que comenzaron a aplicar una gestión propia de la industria han pasado por crisis como la nuestra hace décadas. Suiza vio lo que había ocurrido en países de su entorno y se dio cuenta de que ellos no tenían ni colonias donde comprar baratas las mercancías, ni puertos de mar. Entonces, Suiza hace el cambio que nosotros estamos proponiendo hace 105 años, en 1.904. Empieza a trabajar con las especies autóctonas sin cortar todos los árboles a la vez, en una forma de gestión que se llama silvicultura cercana a la naturaleza. Lo hacen bien, con valor añadido y sacan dinero de todo ello. Decir que los árboles autóctonos no dan dinero es desconocer la realidad europea. Hay un sector muy importante de producción de madera de calidad y autóctona en Europa. Tiene un valor mayor, es madera de alta calidad, pero hay que saber producirla. Por eso la pregunta que lanzamos a esta sociedad es ¿nos vemos con capacidad de reaprender a trabajar con las especies autóctonas para evitar los problemas económicos y ambientales que estamos viendo?
-El problema que existe con el pino ¿ha servido para poner sobre la mesa este debate?
-Claro que ha sacado el tema, ha servido para redirigir la mirada. Lo cierto es que hace cuarenta o cincuenta años hubo una migración masiva del campo a la ciudad porque hubo un crecimiento industrial muy fuerte. Los monocultivos sirvieron para dignificar de alguna forma ese proceso brusco, ese cambio de vida y de residencia. En primer lugar agradecemos el papel que han tenido los monocultivos en ese proceso social. En aquella circunstancia había escasez y había que desarrollarse. Ahora estamos en otro momento. No ha habido nunca tantas personas que hayan pasado por la educación superior como ahora. Nos fuimos a las ciudades y nos desvinculamos del monte, y esta crisis sirve para que redirijamos la mirada. Los montes se veían como dinero que aparecía cada 25 o 30 años. Toca reflexionar, estamos en otro momento. Reafirmamos el derecho de las personas propietarias a lo económico, pero lo que ponemos encima de la mesa es que se puede diversificar y se pueden hacer las cosas a favor de los procesos naturales y no en contra.
-¿Qué papel juega la administración en todo esto?
-Lo que nosotros proponemos es salir de esa crisis de la que hablamos pero poniendo en el centro el bosque autóctono. Hablamos de dos tipos de bosque: uno es el que da rentabilidad produciendo madera de calidad. Eso nos resulta a veces difícil de visualizar porque supone trabajar con especies autóctonas que hasta ahora nos habían dicho que no se podía, sin cortar todo a la vez, y eso nos suena extraño. Pero hay otro tipo de bosque que nos cuesta más imaginar, que son los bosques de conservación.
-¿En qué consisten?
-Son bosques que evolucionan libremente. No todos los terrenos son productivos, hay pendientes del cien por cien, terrenos muy estrechos... Ahí, ni siquiera recomendamos silvicultura cercana a la naturaleza. Pero lo que decimos es que aparte de que esos terrenos van a recuperar una biodiversidad que hemos perdido, van a regenerar suelos, van a controlar el ciclo del agua y el clima local. Podemos buscar mil formas de rentabilizar esos bosques sin cortar la madera, y en Europa se está haciendo.
-¿Qué respuesta se encuentran?
-Hemos hecho la propuesta al servicio de Montes de la Diputación de Bizkaia y no ha habido complicidad, ni en el diagnóstico ni en las propuestas. Estamos viendo si aplican un 8% o un 10% de la propuesta pero ni siquiera eso está claro. Lo que estamos buscando es un liderato suficiente para saber que esto no es una lucha, sino que se trata de diversificar para asumir el momento que estamos viviendo. Antes decía que hay que agradecer el papel que tuvieron los monocultivos, pero el momento actual está marcado por el cambio climático y por la pérdida de biodiversidad. Entonces, la economía que integre esto será mantenible a lo largo del tiempo y la que no, sucumbirá. Para nosotros eso es lo que está pasando con los pinos, y en esto chocamos en los diagnósticos. No pensamos tanto que el bichito es muy fuerte sino que los árboles están debilitados. Ya no encuentran ni la cantidad de nutrientes ni la hidratación constante que tenía antes, las condiciones que heredaron no se han mantenido. Entonces la crisis tiene que ver con el alejamiento que hemos tenido de los procesos naturales y de cómo funciona un bosque. Por eso creemos que hace falta un liderato fuerte desde la administración pública pero hasta ahora no lo hemos encontrado.
-Entonces cabe seguir tocando puertas...
-Eso es, no se trata de sustituir o de prohibir...
-En algún caso sí.
-En el caso del eucalipto sí que generamos el debate de cuál es el límite de hectáreas que tenemos que tener. Tendría que haber un tope porque se afronta un problema. Por una parte hay un agravamiento de todos los procesos que ha habido con los monocultivos de pino, y por otra parte un problema de seguridad.
-¿A qué se refiere?
-Al fuego. En Galicia o Portugal hay mucha menos población cercana a los cultivos, hay aldeas casi desiertas. Pero el incendio que hubo en Berango fue al lado de industrias con cien trabajadores. El riesgo de los eucaliptos con el fuego es un problema real de seguridad, y ante eso tenemos que plantearnos hasta qué punto de cercanía a los núcleos de población y cuántas hectáreas estamos dispuestos a permitir.
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