Oñati

El 'refugio' de San Francisco de Borja se viste de fiesta con conciertos, clásicos y 'auzolan'

El calendario parrandero oñatiarra no da tregua y Triana cede el testigo a Madalena, con Santa Marina despidiendo el próximo fin de semana un intenso mes de julio. Las Madalenas arrancarán este viernes a las 16.00 horas con auzolan, txupinazo (16.30) y travesía de mountain bike (17.00). Por la noche, a partir de las 22.00, chaparrón musical con los conciertos de Lapur, Larru Beltzak y After Egurra eta Kitto.

Este sáabdo la programación despertará con una nueva cita de 'auzolan' al mediodía y proseguirá con una comida vecinal a las 14.00, seguida de parque infantil e hinchables. A las 17.00, cita con el mus y desde las 22.30 otro maratón musical con John Dealer and The Coconuts, Oilar Beltzak y un DJ sorpresa.

El domingo habrá misa al mediodía, seguida de lunch y concierto de Oñatiko Musika Banda en el marco de su programa de acercamiento a los barrios. Un itinerario que la formación que dirige Aitor Biain estrenó estrenó hace cuatro años en Zubillaga y se ha consolidado en colaboración con las comisiones de fiestas de los barrios.

La ermita de Madalena se hizo muy famosa hace cinco siglos, convirtiéndose en centro de peregrinaje por obra y gracia de Francisco de Borja, el duque que se convirtió en jesuita.

Nacido en Gandía (Valencia), era el primogénito del duque de Gandía, bisnieto por línea materna de Fernando el Católico, y bisnieto, por línea ilegítima paterna, del Papa Alejandro VI. Estudió latín, música, lenguas, matemáticas y filosofía y a los 18 años, le destinaron a servir al emperador Carlos V. Un año después se casó con Leonor de Castro, camarera mayor de la emperatriz Isabel, y fue nombrado Marqués de Lombay. Gran privado del emperador y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió en palacio, pero la muerte primero de la emperatriz y luego de su esposa, lo impulsó a despreciar las vanidades de la corte y aceleró su proceso de acercamiento a los jesuitas.

Llegó a Oñati en 1551, escapándose de las pretensiones de hacerle cardenal y fue en Magdalena donde se dio a conocer su nuevo estado y su renuncia a los altos honores que a lo largo de su vida le habían acompañado. Buscaba humildad y retiro, pero no le fue fácil encontrar el anonimato que deseaba, y la ermita en la que se ordenó sacerdote el 23 de mayo de 1551 se convirtió en un centro de peregrinación, tanto de nobles como de gentes del pueblo llano, pero sobre todo de pobres y enfermos.

Su estancia en Oñati apenas fue de dos años, pero dejó huella, y José Antonio Azpiazu lo recogió en un libro. En él relataba que la elección de Oñati para que preparara su ordenación sacerdotal fue motivada, en buena medida, por la situación de la villa. «Él había venido a esconderse en las montañas vascas. Los jesuitas ya disponían de una espléndida casa en el centro de la villa, la de los Araoz, pero a Borja le pareció demasiado lujosa y poco apropiada para sus propósitos. Buscaba un lugar más humilde y todavía más retirado». En Madalena, en una modesta vivienda adosada al pequeño templo rural, que este fin de semana se viste de fiesta, halló su refugio y dejó su impronta.