El Mercado de la Almendra registra 6.900 visitantes, un 30% más que en marzo
Los puestos distribuidos en las plazas de la Burullería, Santa María y el Machete evitan aglomeraciones
El Mercado de la Almendra resucitó hace un mes tras permanecer en suspenso durante los momentos más duros de la pandemia y este sábado volvió a reecontrarse con los clientes en una segunda edición sin grandes aglomeraciones y mejorando los datos de visitantes. En total, 6.900 visitantes pasaron por alguna de las tres localizaciones a las que se ha expandido –plazas de la Burullería, Santamaría y Machete–para evitar aglomeraciones y con un recorrido limitado para reducir al máximo posibles contagios. Es casi el 30% más de curiosos y compradores que en marzo, cuando pasaron por el mercado alrededor de 5.000 visitantes en los 30 puestos de este 'tour' que cuenta con productores cercanos y artesanos.
«Aunque haya pocos puestos y esparcidos apetece salir. Llevaba desde antes del Covid sin venir al mercado», contaba Nerea al mediodía, acompañada de dos amigas en el Machete. Una de las estampas que deja esta pandemia en el comercio son las colas, desde la espera en los supermercados a las puertas de las panaderías, todavía habitual. Sin embargo, las hileras de la segunda edición del mercado no se alargaron demasiado. A un paso de la zona roja, que conllevaría el cierre perimetral, se volvieron a mantener las distancias con una diferencia evidente entre los puestos. «En los de dulces hay más gente que en los salados», comentaban Esti y Mirenjo, dos amigas que quedaron para desayunar antes de dar una vuelta y hacerse con un pan de maíz casero.
Entre esos puestos que concentraron la atención se encontraba el de La Queleña, una empresa pastelera que despachaba rosquillas y torrijas en Burullería. Maite Yanguas explicaba, con la vista puesta en la sartén, tenía la sensación de que el mes pasado hubo muchos más clientes. En realidad, las cifras indican que ha aumentado el número de clientes, pero el comprador acude directamente al puesto de interés en lugar de merodear por la plaza. «Mejor que no haya tanta gente concentrada para así evitar más restricciones», apuntaba la repostera procedente de Quel, en La Rioja, mientras mostraba esos dulces típicos de Semana Santa en un año marcado por un programa festivo muy reducido y limitado. «La gastronomía es de lo poco que nos queda».
«Estoy contento con este mercado, pero es verdad que está más tranquilo que la anterior ocasión», contaba el bilbaíno Alberto Mintegui, en un puesto de bacalao de la plaza Burullería. «Las expectativas eran más altas», lamentaba este comerciante que cada semana recorre diferentes municipios.
«Por lo general, los productores están contenta porque las visitas se traducen en venta», señalaba Patricia García, gerente de la asociación de comerciantes Gasteiz On que hacía una valoración positiva. Desde la organización señalan que en esta ocasión las colas han sido menores debido a que se ha agilizado la entrada y salida –antes de cada entrada los visitantes tienen que lavarse las manos con gel hidroalcóholico– y al mismo tiempo se ha perfeccionado el conteo. «Las cifras no tienen nada que ver con las del mercado anterior a la pandemia ya que se contaban los que accedían a las calles. La gente que ha venido a pasar el día en Vitoria se ha notado. Además, los locales se han enterado porque hemos tenido más tiempo para publicitar el mercado que en la anterior ocasión». La franja de mayor afluencia coincidió entre las 12.30 y 13.30 horas.