Arrasate
El DJ que convirtió su cuarto en cabina y su pasión en un estilo de vidaDesde sus primeros mashups caseros hasta las pistas más vibrantes, Aimar Conde construye una carrera con identidad propia
Libe Alonso
Viernes, 8 de agosto 2025, 20:50
Desde un cuarto con un ordenador y unos simples cascos hasta llenar salas y plazas con su música. Aimar Conde ha recorrido un largo ... camino que comenzó con la simple curiosidad de un adolescente de 14 años. Hoy, ese impulso inicial se ha convertido en una vocación que le mueve, le define y le conecta con miles de personas a través de sus sesiones.
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Aimar no empezó en academias ni bajo la tutela de grandes nombres: su escuela fue YouTube, su motor la pasión. «Empecé con la idea de hacer mashups de mis canciones preferidas. Poco a poco me di cuenta de que disfrutaba realmente con lo que hacía, así que empecé a compartirlo con mi entorno. Su respuesta me animó a seguir». El salto fue inevitable, se compró su primera mesa de mezcla y, desde ese momento, todo cambió.
El aprendizaje fue totalmente autodidacta. Experimentando y fallando, entendió el funcionamiento de las mesas, las técnicas de mezcla y, sobre todo, la importancia de tener un estilo propio. «Transmitir mi esencia en cada mezcla es lo que más disfruto», afirma.
Para Aimar, la música es más que un trabajo o una afición, es una forma de vida. «Es mi refugio, lo que me calma y me motiva. Cada canción me acompaña en un momento distinto. Sin música, no sabría decirte quién soy».
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Ese amor por la música se refuerza con el apoyo de la gente. Sabe que no ha caminado solo. «Gracias a quienes me apoyan desde el primer día estoy cumpliendo este sueño. Ver cómo disfrutan las fiestas me recuerda que voy en la dirección correcta. Es lo que me empuja a mejorar cada día».
Pinchar en directo, frente a cientos o miles de personas, supone para él tanto una responsabilidad como una fuente de adrenalina. «Siento la misma presión si hay 200 personas o 3.000. Quiero que todas se vayan con un recuerdo bonito. Esa responsabilidad me exige concentración, pero en cuanto conecto con el público, todo fluye».
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Aimar reconoce que ha aprendido a lidiar con los errores. Con el tiempo, ha sido capaz de disimular los pequeños fallos que puedan surgir, aunque asegura que se prepara minuciosamente para que cada sesión sea una experiencia única, tanto musical como visualmente.
De todos los momentos vividos sobre un escenario, recuerda con especial cariño su sesión en Orosco Club, una discoteca de Miranda del Ebro. «Fue muy especial, porque compartí esa noche con las personas que más me apoyan. Sentí que estaba viviendo algo grande, pero con los míos cerca».
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Preguntado sobre un lugar al que siempre volvería, Aimar tiene claro que a todos. «Cada sitio tiene su magia, su público, su energía. No puedo elegir uno solo. Volvería a cada rincón donde he tenido la suerte de pinchar».
Con los pies en el suelo pero los ojos puestos en el futuro, Aimar Conde sigue creciendo, con la misma pasión del primer día, pero con experiencia.
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