Arrasate
La Ascensión, una ruina en las alturasHace ahora cien años se produjo el último intento de reconstruir la ermita, y Juan Carlos Guerra hizo un proyecto para construir un refugio
Viernes, 8 de agosto 2025
La desaparecida ermita de la Ascensión, enclavada en lo alto de la peña de Udalatx, era sin duda la más cercana a Dios al tiempo ... que la más lejana para el hombre. Pero ante la falta de intercesión divina, la antigua ermita es a día de hoy la ruina más alta de Arrasate.
Publicidad
La historiadora mondragonesa Anabel Ugalde documenta que la ermita de la Ascensión existía, al menos, desde 1525. Cinco siglos atrás daría gloria ver aquella construcción que, a tenor de las ruinas, se trataba de un edificio muy hermoso, realizado en sillería. Ugalde apunta que el templo estaba dedicado a la Ascensión de Jesucristo. «Los mondragoneses de antaño debieron de pensar que la cumbre de Udalatx era el lugar más idóneo para aquella advocación».
Cinco siglos atrás daría gloria ver aquella construcción que, a tenor de las ruinas, se trataba de un edificio muy hermoso, realizado en sillería.
Según Anabel Ugalde la ermita tenía también una casa, además de altares y retablos para los oficios religiosos. «Tenemos noticia de que en abril de 1594 el escultor Andrés García de Urigoitia, de Otxandio, firmó una carta de pago y finiquito por el retablo del altar mayor».
Cuesta imaginar al arduo trabajo de cantería, albañilería, imanigería... que aquellas gentes desarrollaron en el entorno de aquella cima que se eleva a 1.100 metros de altura.
Huertas
Conjetura Anabel Ugalde que el aspecto que la pradera donde se yerguen las ruinas de la ermita «tendría a principios del siglo XX un aspecto muy distinto, pues las encinas llegaban hasta sus cimientos y sus moradores cultivaron huertas en las planicies de la cumbre para poder alimentarse».
Publicidad
Obviamente, la ermita de la Ascensión tenía sus cuidadores. Allí habitaban «eremitas y personas de letras», en palabras de Esteban de Garibay en 1570. «Se decía –explica Ugalde –que acostumbraban a pedir limosna en verano para poder invernar; y que bajaban al caserío Salturri, cuando el tiempo era inclemente y para protegerse de los ataques de las bestias».
Una labor importante de los eremitas, además de atender a la ermita, «eran los rezos y conjuros, para que las tierras de labor del Valle de Ugaran (Gesalibar, Garagartza, Uribarri y Udala) estuvieran libres de tormentas».
Publicidad
A lo largo de los años se celebraron allí muchas misas y procesiones. Anabel Ugalde reseña que la costumbre era ir en procesión el tercer día de Pentecostés. «A las dos de la madrugada, se reunían y emprendían el camino hacia la cumbre. Dicen las fuentes que solía ser un día estupendo, una oportunidad extraordinaria de pasarlo bien, donde no faltaban la comida y la bebida. Por ello, en 1713 el visitante del obispo de Calahorra prohibió esta procesión porque resultaba un tanto indecente».
A pesar de las protestas y prohibiciones, en 1769 las Juntas Generales de Gipuzkoa decidieron cerrar las ermitas innecesarias.
En 1773 el ayuntamiento «pagó 614 reales por derribar la ermita y bajar las tejas a la villa. Pero eso no fue suficiente para quebrar la fe del pueblo. Durante años siguieron acudiendo a Udalatx el día de la Ascensión. Todavía a principios del siglo XX subían acompañados de música, en son de romería».
Publicidad
El último intento de reconstruir la ermita data de 1925. «Aprovechando sus restos, el arquitecto mondragonés Juan Carlos Guerra realizó el proyecto de construir un refugio, apoyado por las Diputaciones y la Federación de Montaña. No cuajó y se quedaron las ruinas tal cual las vemos en la actualidad».
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión