Arrasate
Agosto vuelve a dejar a Arrasate con calles vacías y comercios cerradosMenos gente, menos consumo y un paisaje urbano marcado por el cierre temporal de locales
Libe Alonso
Miércoles, 13 de agosto 2025, 20:25
Cuando agosto llega a Arrasate, el paisaje urbano cambia por completo. Lo que en primavera o invierno es un centro lleno de movimiento, con ... vecinos cruzándose en cada esquina, terrazas repletas y comercios abiertos, se transforma en un escenario silencioso, casi pausado, donde los días parecen pasar más despacio. El bullicio cotidiano desaparece y, con él, gran parte de la actividad económica que da vida al pueblo.
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El motivo es sencillo: agosto es el mes de la escapada. Muchas familias y jóvenes aprovechan para marcharse a la costa, visitar sus pueblos de origen o viajar a otros destinos. Algunos buscan playa y sol; otros, tranquilidad rural o experiencias lejos de casa. Lo cierto es que, con la llegada de las vacaciones, una parte importante de la población local se ausenta y las calles lo reflejan de inmediato.
Caminar por el centro de Arrasate en agosto es ver persianas bajadas a ambos lados de la calle, escaparates vacíos o con carteles que anuncian 'cerrado por vacaciones'. Hay negocios que deciden cerrar todo el mes, otros solo un par de semanas, pero el efecto visual es el mismo, largos tramos de calle sin actividad comercial. Incluso en barrios más alejados del centro, la imagen se repite, con portales en los que casi todas las ventanas permanecen cerradas y balcones sin vida.
El contraste es aún más evidente en las plazas, normalmente llenas de niños jugando y mayores charlando, que en estas fechas se ven casi desiertas. El eco de los pasos y el sonido lejano de algún coche son, en muchos momentos, los únicos acompañantes de quien pasea por el casco urbano.
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Para la hostelería, agosto no es un mes fácil. Aunque en muchas localidades este es el momento del año en el que llegan turistas y las terrazas rebosan, en Arrasate la situación es distinta. Con la mayoría de clientes habituales fuera, los bares y restaurantes que optan por permanecer abiertos ven cómo su facturación desciende notablemente.
Algunos intentan adaptarse reduciendo horarios, cerrando en turnos o aprovechando para dar vacaciones al personal. Otros directamente bajan la persiana, conscientes de que mantener el local abierto durante semanas con tan poca clientela no compensa. Las terrazas, que en mayo o junio se llenan a la hora del pote, muestran mesas vacías o solo ocupadas por unos pocos clientes fieles que mantienen sus rutinas.
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Pese a todo, no todos lo ven como algo negativo. Para algunos vecinos que se quedan, agosto es un respir, menos tráfico, más facilidad para aparcar, calles tranquilas y un ambiente relajado que contrasta con el ritmo habitual del resto del año. Es un momento para disfrutar de la calma, pasear sin aglomeraciones y tener el pueblo casi para uno mismo.
Con la vuelta al trabajo, las clases y las actividades diarias, Arrasate se reanima rápidamente en septiembre. Los comercios reabren, los bares recuperan clientela y las plazas vuelven a llenarse. El contraste con la imagen de agosto es evidente de un pueblo casi desierto a un espacio vivo y dinámico, en cuestión de días.
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