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Ainhoa y Edurne entregan los productos adquiridos, dos lechugas y un tomate, a Jone ayer en el caserío Zabalegi. :: JOSE USOZ
AL DÍA LOCAL

Baserritarras de primera

Jóvenes de Pausoak vendieron sus productos en una feria especial

KARMEN ARRIETA

Viernes, 18 de diciembre 2009, 04:42

El día de Santo Tomás se adelantó ayer en San Sebastián. La donostiarra finca Zabalegi se convirtió en una improvisada plaza de la Constitución en una nueva edición de la Feria de Santo Tomás que el grupo Pausoak viene celebrando año tras año. Talos, txistorra, tortilla de patata y diversos productos de la huerta, así como de artesanía, se pudieron adquirir en un mercadillo muy especial organizado por la Fundación Goyeneche en colaboración con Gureak.

Más de una treintena de jóvenes vestidos como manda la tradición, de baserritarras, mostraban con orgullo los productos que han sido producidos por ellos en sus horas de trabajo en la huerta. «Tenemos pimientos, puerros, tomates, lechugas... ¡Lo mismo que puedes adquirir en el mercado y además, cuidado por nosotros!», señalaban orgullosas Edurne y Nekane mientras vendían sus hortalizas.

Antes de pasar a la mesa de las verduras, Nekane había estado trabajando en la sección de las plantas, donde las flores de Pascua, muy típica de estas fechas, fueron las más solicitadas y muchos salieron del caserío con una planta en las manos. «Estamos vendiendo un montón, y como nos hemos quedado sin hojas donde apuntar los precios, me vengo a echar una mano a la mesa de las verduras», exclamaba una dicharachera Nekane.

Entre los curiosos que se pasearon por el mercado, muchos padres y familiares orgullosos de los jóvenes 'comerciantes'. «Esta feria es muy importante porque sirve para ver el fruto de su trabajo, que lo realizan como cualquier otra persona», señalaba Jone, madre de Edurne. «Hay que apoyarles porque ellos también valen, igual que los demás. Tienen limitaciones pero, ¿quién no las tiene?», se preguntaba mientras comprobaba su compra: lechugas, tomates, varios puerros y «aceite de cebollino, que me encanta». Y es que en otro de los puestos del mercado también se vendían diversos aceites y mermeladas -de kiwi, fresa o tomate-. De ellos se encargaban Arantxa, Carmen, Ibai y Guillermo, que tuvieron mucho trabajo porque su mesa fue una de las más concurridas de la mañana.

Tras disfrutar viendo una extensa colección de fotos, los jóvenes y sus padres animaron todavía más la mañana cantando villancicos. Hacia la una, todos disfrutaron de un rico aperitivo a base de pintxos de tortilla y talos de txistorra, que miembros del centro de día de Goyeneche prepararon con esmero. «Se coge la masa de harina de maíz, se aplasta hasta que sea muy fina, se pone en la chapa y luego se rellena con lo que quieras», contaban Manolo, Conchi, Miren y Merche con las manos blancas de harina.

Orgullosos de la feria y de los participantes en la misma se encontraban Juan Rivera y José Ángel Mendiluce, presidente y gerente de la Fundación Goyeneche, respectivamente. «Es una manera de dar visibilidad y hacer importante el gran trabajo que realizan estas personas y que muchos desconocen», señalaban. «Hay que darles vida y recorrido», concluyeron.

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