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Las diez noticias clave de la jornada
SOLIDARIDAD

«Removeremos cielo y tierra para mejorar la vida de Santos»

Una pareja de Azpeitia lucha por su hijo, que padece distrofia muscular de Duchenne. Han puesto en marcha una campaña solidaria para recaudar los 34.000 euros que costaría el tratamiento en un hospital de China

ELI AIZPURU

Martes, 4 de marzo 2014, 17:33

Sergio Gómez y Lidia Fernández están dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos para poder mejorar la calidad de vida de uno de sus siete hijos, Santos, que padece distrofia muscular Duchenne. Han tenido noticias de un tratamiento con células madre en un hospital de Beijing (China) y no escatiman esfuerzos para poder ofrecer ese tratamiento a su hijo de veinte años.

El siete es un número muy presente en la vida de los Gómez-Fernández. El matrimonio llegó desde Argentina a la localidad guipuzcoana de Azpeitia hace siete años. Padres de siete hijos, -4 varones y 3 mujeres-, venían tras los pasos seguidos previamente por tres de ellos. Con ellos vino también Santos, que ahora tiene 20 años, a quien le diagnosticaron esta terrible enfermedad en su tierra natal. Por ello, no se resisten a quedarse de brazos cruzados y han puesto en marcha un campaña solidaria de recogida de tapones de plástico y fondos con el objetivo de reunir cuanto antes los 34.000 euros que costaría el tratamiento. «Por el amor que tenemos a Dios y a las personas de este país le pedimos a todos que nos ayuden porque puede ser su hijo», clama Sergio.

Santos tiene ahora 20 años y le diagnosticaron una distrofia muscular Duchenne a los diez. «En Mendoza, en el departamento La Heras, yo tenía una escuelita de fútbol, con casi sesenta chicos. Tenía diferentes categorías: de 5 a 6 años, 'los cebollitas' y la categoría de Santos, de 9 a 10 años. La pisaba muy bonita la pelota, le gustaba con locura el fútbol pero un día para otro, él empezó a caerse al suelo y comenzamos a notar que tenía algún inconveniente. Pensamos que eran los pies planos -incluso el médico de cabecera así nos lo dijo-. El padre de uno de los chicos de la escuela me recomendó acudir al hospital donde él trabajaba. Lo vieron los médicos y me dijeron que había algo más. Más tarde, los neurólogos corrobaron que era un problema neurológico. Tras más análisis y estudios, lamentablemente salió la enfermedad».

Sergio recuerda ése día, el momento en el que le comunicaron lo que padecía su niño como «el más terrible de mi vida», tanto que pasaron tres días hasta que pudo contárselo a su esposa. «Estuvo tres días para poder contarme lo que sucedía -dice Lidia-. Lloraba y no me podía hablar. Para nosotros fue como un balde de agua fría. Es como una lucecita que se apagó y aparecía la otra, la de la esperanza, la de la lucha de seguir adelante».

Pese al dolor que les supuso conocer la noticia, tanto Sergio como Lidia no quisieron quedarse con que la única solución que había para su hijo era la de rehabilitación y piscina, cosa que les aconsejaban los médicos y «con la ilusión de encontrar una posibilidad de vida», emprendieron viaje al País Vasco. «Nos recibió el doctor Adolfo López de Munain, que se dedicó de lleno a nuestro caso más todos los profesionales del ambulatorio de Azpeitia, cuya calidad humana es indescifrable. Pero no nos alcanza. Queremos más», asegura Sergio.

Hace cerca de un mes, todo cambió. Al comenzar su jornada rutinaria como jardinero, Sergio Gómez vio a su hijo sentado en la cama y se dijo, «esto ya no puede continuar así», por lo que se propuso comenzar una campaña y movilizarse para «poder ofrecer una vida mejor a Santos». «Mi mujer y yo ya habíamos hablado de ello. Nos habíamos enterado de casos en los que habían experimentado con enfermedades parecidas, sobre todo, el de un hospital de China, el Wn Stem Cell Medical Center, de Beijing. Nos hemos puesto en contacto con la doctora que llevaría el caso, nos ha enviado cuestionarios que hemos remitido y ahora esperamos la valoración. Nos gustaría llevar allí a Santos».

Por ello, han emprendido con fuerza una campaña solidaria para ayudar a Santos a recuperarse. Toda la familia está inmersa en ella. El propio Santos se muestra animado, «Es algo que me puede hacer bien, por eso espero que me ayuden», dice. No le sorprende la fuerza de sus padres, «Ellos siempre son así», asegura. La complicidad entre padre e hijo es enorme. Tanto que con una simple mirada se entienden. «Si te va bien a vos, me va bien a mí», le dice Santos a su padre, con su característico acento argentino y con toda la confianza depositada en él.

Para llevar a cabo el tratamiento, Sergio acompañará a su hijo a China donde deberán permanecer un mes. Para su regreso, necesitan adecuar una habitación para el cuidado de Santos, «debemos acondicionarla a la situación ya que es un tratamiento con células madre y se le debe cuidar 'como oro' para que no se infecte con ningún virus que elimine dichas células». Calculan que todo-viaje, estancia y tratamiento- llegue a costar 34.000 euros.

Manos a la obra

Ya se han puesto manos a la obra. Se encuentran en plena campaña para conseguir fondos. Han repartido recipientes por numerosos comercios y establecimientos de la zona -que esperan ampliar a otros muchos puntos de Gipuzkoa o Bizkaia-, para recopilar tapones de plástico. También han repartido huchas para las donaciones y han abierto un número de cuenta para que particulares puedan ayudar a Santos. «La campaña avanza a ritmos agigantados y me estoy viendo en la situación de que no tengo espacio físico para almacenar la cantidad de tapones de plástico que nos están llegando. Por una parte, me gustaría contactar con alguien que me permitiera guardar los tapones, y por otro lado, necesitaría a alguien que pudiera transportarlos una vez al mes o cada 15 días a una empresa de Muskiz, en Bizkaia», lanza Sergio, agradecido por la respuesta que está teniendo la iniciativa.

Santos lleva un año postrado en silla de ruedas y no deja de seguir la rehabilitación aunque, asegura, «noto que la enfermedad avanza cada vez más». La meta que se han propuesto es «darle mejor calidad de vida» y, si resulta, ofrecer «esperanza» a todas las personas con distrofia muscular Duchenne a la vez que «se abriría también otro hilito de esperanza» para su otro hijo, Lautaro, de siete años, que también está afectado de la misma dolencia.

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