La OSE convence en el Auditorio Nacional con un Beethoven riguroso
Miguel Ángel Gómez Martínez dirigió a la orquesta y al pianista Josu De Solaun en un concierto que tuvo dos propinas
MARÍA JOSÉ CANO
Lunes, 22 de abril 2013, 03:11
Sábado, 22.30 horas. Auditorio Nacional de Madrid. Noche agradable tras un día soleado. Parece complicado que el concierto organizado por la Universidad Politécnica de Madrid en el que actúa la Orquesta Sinfónica de Euskadi pueda tener el tirón suficiente como para llenar las 2.324 localidades del recinto, o que aparezcan al menos ocupadas en su mayoría. En la puerta principal de acceso varios estudiantes se manifiestan contra los recortes y las subidas de tasas universitarias.
En el hall hay una curiosa representación vasca, a modo de 'club de fans' de la orquesta. La soprano Ainhoa Arteta, el compositor de la banda sonora de la película 'Lo imposible' Fernando Velázquez, o el pianista donostiarra Josu Okiñena, saludan al director general de la OSE, Iñigo Alberdi. Una vez dentro del auditorio, sorprende la respuesta del público, cerca de 1.500 personas. Miguel Ángel Gómez Martínez sale al escenario y comienzan a sonar los primeros compases de la 'Obertura Egmont' de Beethoven.
Lo primero que sorprende es la seguridad de la agrupación, una solidez que constata la madurez que tiene la orquesta. Pero también destaca su personalidad sonora, subrayada con una cuerda de lujo, cálida y envolvente. A la OSE se la ve cómoda, incluso relajada, con Miguel Ángel Gómez Martínez en el podio, un 'viejo' amigo, que opta por una versión de absoluto respeto a la partitura, en la que la heroicidad implícita a la misma asoma sólo con timidez.
Del héroe al 'Emperador'
22.40 horas. El público aplaude con entusiasmo la sobria lectura de la primera obra de un monográfico Beethoven muy apetecible. El heroísmo de 'Egmont' desembocará en pocos minutos en el romanticismo del 'Concierto nº 5, en mi bemol mayor, El Emperador', con Josu De Solaun como solista. La aparente inseguridad del pianista contrasta con la precisión de una orquesta que funciona como un mecanismo de relojería con Gómez Martínez. El maestro no arriesga y vuelve a buscar la precisión, el respeto y el absoluto rigor a lo que Beethoven escribió, sin dejar ni un solo segundo a merced del azar. No hay nada inesperado, ni sorpresas, sino una lectura 'de manual'. El público aplaude con generosidad hasta arrancar un bis al pianista: el precioso 'La maja y el ruiseñor' de Granados.
Sin ningún riesgo
00 horas. Es medianoche, y tras un breve descanso, la orquesta aborda la última obra del programa, la 'Sinfonía nº 7 en la mayor', considerada la más rítmica de Beethoven y con melodías fáciles de recordar. Tras el 'Poco sostenuto' inicial, el 'Vivace' es atacado con cierta calma. Este mismo carácter comedido, con una versión poco imaginativa, se mantiene en el 'Allegretto', a modo de marcha lenta, el brillante 'Presto' y el 'Allegro con brio' final, con su repetitivo tema.
00.45 horas. Ha pasado medianoche. El público parece no tener prisa y aplaude de manera cálida a la orquesta y a su director. Gómez Martínez, incansable en el podio, anuncia la propina: La Obertura de 'Los esclavos felices' de Arriaga, que los asistentes reciben con mucho agrado. Ya de madrugada, la gente que ha acudido al concierto alaba la obra del músico bilbaíno y a los intérpretes. Ainhoa Arteta resume la velada en dos palabras: «arro gaude».