Grandiosa música
EMECÉ
Martes, 12 de julio 2011, 04:21
No se puede poner en duda la espectacularidad de esta puesta en escena del estreno en las Españas de la ópera 'San Francisco de Asís' de Olivier Messiaen, penúltima de la actual temporada 2010/2011 del matritense Teatro Real, que ha tenido que trasladarse al gran espacio que es la Caja Mágica, ubicada en la Casa de Campo de Madrid, con una cúpula de 22 toneladas, 1.400 fluorescentes de color variante, 13 metros de diámetro y 14 de altura. Con un foso de 132 maestros, de los que 114 son de la Sinfónica de Baden-Baden, y un coro de 120 voces.
Pues bien, toda está grandilocuencia de medios, sin duda de fuerte impacto visual, quedó -artísticamente hablando- por debajo de la grandiosidad musical de la obra de Messiaen, durante las cuatro horas y media de su duración y los 90 minutos de los dos descansos. Hubo momentos en que la belleza era del tal calibre, como cuando el compositor hace la intromisión en la espiritualidad mística del 'poverello' de Asís, o cuando nos transporta a la magia del canto de los pájaros, basada en la obra 'Sermón a los pájaros' del propio santo, que a quien escribe le produjo una catarsis interior de paz y sosiego, en un grado cercano a la conmoción, que tuvo su clímax en la maravillosa música que está escrita para el tercer acto. Con ello se demuestra cómo un músico contemporáneo, cuidando la melodía hasta extremos casi etéreos y utilizando todos los medios, puede crear belleza sin ninguna atonía armónica ni desestructuras tímbricas.
Un verdadero gozo, gracias a una poderosísima orquesta cuajada de acertadas modulaciones sonoras; a una batuta, la de Cambreling, impecable ante semejante complejidad de partitura, cuidando todos los multiples e intrincados efectos musicales; y a unos coros de muchas campanillas que tuvieron su esplendor en el último acto.
La idealización escénica, basada en pasarelas metálicas, dejó poca opción de lucimiento a la 'regia' de Frigeni, pese a lo cual tuvo notorios aciertos en las posiciones de los personajes. La iluminación resultó perfecta y fue un gran factor del éxito.
De las voces participantes sobresalió la de la única fémina Camila Tilling, como el ángel, con una poderosa emisión de soprano lírica, de generosa tesitura. Un triunfador fue el barítono hispano/suizo Alejandro Marco-Buhrmester, como San Francisco. Bien todo el resto del elenco de voces masculinas. ¡Qué gran ópera!