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Obras de ampliación de aquel puente de Hierro.
LA CALLE DE LA MEMORIA

El entonces nuevo y ahora viejo puente de Hierro

1932 San Sebastián gana un bello paseo que será conocido como «el circuito de los puentes»

JAVIER SADA

Domingo, 23 de enero 2011, 03:22

«Focos de luz potente han iluminado esta noche las riberas de Loyola, como antorchas de luminaria para una fiesta». Y ambiente de fiesta había en torno al viejo puente de Hierro cuando esta noche, la madrugada del 23 al 24 de enero de 1932, muchas personas se acercaron para presenciar «el corrimiento de los puentes del ferrocarril».

Apenas había pasado el último tren por el puente de Hierro cuando comenzaron los preparativos para hacer rodar las dos estructuras: la vieja (con un peso de 210 toneladas), con su característica pared férrea de la entrevía, y la nueva (que pesaba 330 toneladas), construida a su lado sobre bases provisionales.

El viejo no respondía a las necesidades de las modernas máquinas que sustituían a las antiguas «chocolateras» y los actuales convoyes, tampoco podían circular con tranquilidad por un puente construido en 1864. Estaba previsto que el antiguo quedara como «andén para carruajes y peatones» gracias a que la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España lo cedía al Municipio por 80.000 pesetas.

Cuentan las crónicas que la operación más delicada fue el despegue de los pilares sobre los que estaba apoyado el viejo, sin que ello afectara al paso de los trenes siendo así que, utilizando cuñas, se había superado el desnivel y ya estaban en la misma rasante. La operación más espectacular fue la del arrastre de los dos puentes: lentamente, sobre rodillos, comenzó el movimiento «hasta que uno quedó instalado en el lugar del otro». En apenas cincuenta minutos, los trenes pudieron pasar por el nuevo puente. El trabajo comenzó a las doce de la noche y a la una menos diez nuevamente se abría al tráfico.

San Sebastián estaba creciendo demasiado. A partir de la plaza del Centenario existía un hermoso paseo hasta el Puente de Hierro y, por el otro lado, desde la Estación, también se frecuentaban los paseos sufriéndose la necesidad de regresar por donde se había ido, ya que no había comunicación entre ambas orillas del río.

El Ayuntamiento abonó las poco más de ochenta mil pesetas que se pedían por la vieja instalación, corriendo a su cuenta la construcción de los accesos y a cuenta de la Compañía los machones. Donostia acababa de ganar «el circuito de los puentes» que permitiría bordear el Urumea por ambas orillas desde la Zurriola hasta Loyola.

No faltaron, aquel 23 de enero, estudiosos que recordaban la problemática para que el ferrocarril llegara desde Madrid a San Sebastián, debidos a la presión francesa que lo apoyaban directamente desde Pamplona o a las intenciones vizcainas que lo querían por Bilbao, o a las navarras que lo deseaban por Soria y Logroño. La línea se aprobó en 1855, comenzaron las obras Tolosa-San Sebastián en 1858 y en 1864, llevando como cronista a Gustavo Adolfo Becquer, pasaba por el Puente de Hierro el tren inaugural que llevaba como pasajero de honor al rey Francisco de Asís.

El entonces nuevo y ahora viejo puente se conserva en el parque situado en las proximidades del lugar donde permaneció en activo.

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