'El Banksy', víctima del spray
La presunta obra del mítico grafitero en Urgull no es más que un amasijo de pintadas
V. MURUZABAL
Viernes, 22 de octubre 2010, 09:32
Ni un mes ha durado. La pintura 'El marco incomparable' (spray acrílico en blanco y negro sobre cemento raseado, 300x200 cm aprox.) atribuida al cotizado artista callejero Banksy (Yate, Reino Unido?, 1974?) solo es un remedo de lo que pudo contemplarse el 23 de septiembre en un muro recoleto de la calle Gaztelubide de San Sebastián pegado a la poterna de acceso al paseo de los Curas en el monte Urgull.
La obra original representaba, con la técnica del estarcido (plantilla sobre la que se proyecta la pintura), a un hombre mayor en actitud pensativa contemplando un marco vacío. La obra jugaba con la imagen del cartel del falso documental 'Exit Through the Gift Shop' ( 'Salir por la tienda de regalos') dirigida por Banksy, cuyo título está pintarrajeado sobre un paisaje enmarcado.
Apareció el 23 de septiembre, al día siguiente de la proyección de la película en la sección Zabaltegi del Festival del Cine. Para esa jornada el Ayuntamiento puso a disposición de los grafiteros dos vallas de obra: la del párking de La Concha y la del Museo de San Telmo. Ese día de «pintadas permitidas» dió de sí más o menos lo que se esperaba. Incluso había, hasta el lunes cuando se quitó parte de la valla, un escrito a rotulador mirando a la bahía que rezaba: «Hipócritas, ahora que Banksy hace una película, el graffiti es arte».
A la mañana siguiente algún paseante descubrió en el acceso por la calle Gaztelubide una nueva pintada en blanco y negro en la pared de Santa Teresa, justo enfrente de otra muy colorista que ya lleva más de un año. Era un Banksy. O al menos lo parecía.
Banksy es 'El Zorro' del grafiti. Su obra figura en los lugares más insospechados de grandes ciudades y en general con una carga de creatividad y de crítica social. Ha pintado en el muro divisorio de Cisjordania e incluso ha colado falsas obras en reputados museos. Algunas de sus obras se han cotizado con cantidades de cinco ceros y ha gozado de varias exposiciones, incluida una no autorizada en Nueva York. Pero su identidad no es pública, salvo, se supone, para sus cercanos y para el fisco, si es que ha podido seguir el rastro de sus ingresos.
Ser o no ser del grafiti
En el filme 'Exit...' Banksy pone en solfa el arte callejero en cuanto pueda ser aceptado por el 'establishment' cultural y social. Una contradicción con patas respecto a su propia obra. Aparece con la cabeza cubierta por la capucha de una sudadera y el rostro en sombra, pero su constitución física bien podría ser la del protagonista del documental, Thierry Guetta 'el lavacerebros', recopilador de videos de ekintzas grafiteras, pasado al arte del estarcido por recomendación de Banksy dadas sus espantosas cualidades como cineasta y que acaba fusilando la obra seriada de Andy Warhol en una indescriptible y exitosa muestra en Los Ángeles.
Y es 'El Zorro' del grafiti no tanto por la defensa de los débiles, sino porque oculta su identidad, lo que permite que pueda haber unos cuantos Banksy por el mundo. O que sea un colectivo más o menos organizado.
La obra de San Sebastián fue declarada de «interés» para ser conservada por el concejal de Cultura Denis Itxaso, a los pocos días de su descubrimiento. Para entonces un pintamonas le había añadido con rotulador grueso un pene, un bocadillo con un «ooh...» y un sonoro «prftt» a la altura del trasero. Y salió en los medios; primero en éste. Luego un grafitero calígrafo estampó su estudiada firma en la parte inferior izquierda del marco. Un artista conciliador puso cerquita el consejo «Respeta». Aparecieron más pintadas rodeando el 'Banksy', retoques intentando restituir la integridad de la obra y el ataque casi final, la silueta del hombre emborronada con spray negro, intentando que parezca una figura con capucha. Solo sobrevive algo del marco.
Lo que queda es como un resumen de todas las tendencias del arte callejero. Algo así como la filosofía del grupo de teatro Zaj, de los setenta del siglo pasado: «Zaj-es-Zaj-porque-Zaj-es-no-Zaj». A lo mejor a las autoridades culturales se les ocurre que hay que seguir presevando la obra. Después de todo está en la pared de un museo. Para ser precisos, en el muro exterior de lo que se proyectó como Museo Santa Teresa.