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Arkaitz Goikoetxea, en su detención. /TELEPRESS
Goikoetxea, la última cara de ETA
OPERACIÓN POLICIAL CONTRA ETA

Goikoetxea, la última cara de ETA

De cachorro de las barricadas a 'rottweiler' de los explosivos, el historial delictivo de Goikoetxea muestra el actual rostro de ETA

A. TORICES

Miércoles, 23 de julio 2008, 04:03

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El 2 de abril de 2000, cuando sólo contaba con 20 años, Arkaitz Goikoetxea Basabe, el jefe del recién desarticulado Vizcaya, dio a las Fuerzas de Seguridad el primer aviso de hasta dónde estaba dispuesto a llegar en su compromiso con la violencia y el fanatismo. El cóctel molotov que manipulaba durante un ataque de kale borroka en Vitoria le estalló en la mano derecha y le amputó tres dedos.

Lejos de replantearse lo que había sido su forma de vida desde los tiempos del instituto, a su salida del hospital y durante los cinco años siguientes protagonizó decenas de actos de terrorismo callejero por toda Vizcaya, fue detenido otras cuatro veces, y terminó encarcelado durante meses por la Audiencia Nacional.

Este baracaldés de 28 años fue en los últimos años noventa y durante el primer lustro de este siglo uno de los puntales del terrorismo de baja intensidad. Se le atribuyeron ataques perpretados cuando aún era menor de edad como, entre otros, la quema de un edificio de Correos en Berango en 1997. Formó parte del grupo que en 2001 tendió una emboscada y abrasó en Portugalete una patrulla de la Er-tzaintza y a los dos agentes que la conducían. Su historial suma numerosas quemas de cajeros y ataques a transporte público, material urbano, oficinas oficiales, o sedes políticas.

El 24 de octubre de 2002, la Er- tzaintza lo volvió a arrestar acusado de haber formado parte de un grupo de encapuchados que había atacado el cuartel de la Guardia Civil de Algorta en enero de 1999 y de haber participado en una en Las Arenas, la nochevieja del año 2000. En esta ocasión fue encarcelado nuevamente, aunque al cabo de un tiempo fue puesto en libertad.

Durante la Nochevieja de ese mismo año fue además detenido por participar en un ataque al cuartel de la Guardia Civil de Galdakao. Dos años más tarde, el 20 de mayo de 2004 fue juzgado y absuelto de la acusación de haber participado en un ataque con cócteles molotov contra la subcomisaría de la Ertzaintza de Amorebieta cometido el 18 de septiembre de 1998.

Una ausencia clave

Su determinación era evidente. El punto de no retorno lo marcó la citación, que ignoró el 5 de mayo de 2005, para ocupar el banquillo y enfrentarse a una petición fiscal de 31 años de cárcel por la emboscada y lesiones a los ertzainas. Se convirtió en un prototipo de lo que ha sido la cantera de la banda terrorista en la última década. Acorralado por la justicia y quemadas las diferentes y progresivas etapas de la kale borroka, dejó la residencia familiar de Getxo, cruzó la frontera y llamó a las puertas del aparato militar de ETA para recibir el visto bueno de la formación terrorista y convertirse en un 'liberado', a sueldo de la organización, capacitado para ponerse al frente del único comando estable que ha podido atentar tras el alto el fuego.

Adiestrado por y sus lugartenientes en el manejo de armas, la confección de explosivos y los protocolos de seguridad de ETA, volvió al País Vasco junto a Jurdan Martitegi, en los primeros meses de 2007, con el encargo de reconstruir la infraestructura terrorista en Vizcaya y liderar a un amplio grupo de 'legales' en una inminente vuelta a los atentados, cantada ya desde la voladura del aparcamiento de la T-4 de Barajas, que rompió de facto la tregua. Durante once meses ha salvado la cara a una maltrecha ETA, con la alternancia de coches y paquetes bomba.

Las Fuerzas de Seguridad tuvieron noticia de la presencia de Goikoetxea en España desde el primer atentado cometido por su grupo, el 4 de agosto de 2007, cuando los expertos le identificaron como uno de los dos etarras grabados por las cámaras del cuartel de Durango en el momento en que aparcaban el coche bomba que, minutos después, destrozó las instalaciones e hirió a varios agentes. Un mes y medio más tarde, su imagen también quedó grabada por las cámaras de la comisaría de la Ertzaintza de Zarautz, mientras saltaba la valla de seguridad y colocaba la mochila bomba que poco después hizo explosión.

La confirmación de su presencia al frente del comando Bizkaia llegó el 21 de marzo pasado. Los expertos antiterroristas no tuvieron problema para identificar la voz nasal característica de su viejo conocido de la kale borroka, modulada por un labio superior partido. No hubo duda de que fue Goikoetxea en persona quien telefoneó a la DYA para avisar de la colocación de un coche bomba ante el cuartel de la Guardia Civil de Calahorra.

El horizonte de Goikoetxea es ahora la cárcel, las decenas de años de prisión que esquivó en 2005. COLPISA

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