«Espectacular, hay que repetir»
La afición peregrinó al muro de Hika a descubrir y enamorarse de una subida «muy dura», y disfrutó de un final con todas las figuras en cabeza de carrera
No hacía falta preguntar, las miradas bastaban. «¿Duro? Dicen que llega al 25% y me parece que puede ser más», comentaba el portavoz de un grupo de jóvenes preparados para «darlo todo para que gane un ciclista euskaldun». No vieron cumplido su sueño, pero no faltó mucho porque Mikel Landa volvió a encender los corazones.
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«Hemos venido pronto, con los bocadillos. A comer tranquilos y a disfrutar del espectáculo», señalaba un aficionado ecuatoriano acompañado por su hijo, ambos perfectamente equipados con camisetas naranjas. «La subida es impresionante y esperamos disfrutar de una victoria de Richard Carapaz».
Pegaba el sol en la ladera y a estas alturas del año las pieles no están acostumbradas. Nadie pareció acordarse de la crema y unos lo pagaron más que otros. No fueron pocos los que aprovecharon para acudir por la mañana a la salida de Errenteria y acercarse a continuación a Amasa. La cercanía de ambos pueblos y la autovía que los conecta directamente facilitaba el trayecto.
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En el primer paso por Villabona no había demasiado público. Normal, todo el mundo enfilaba para el campo de fútbol y la continuación en Hika. Dos viejos aficionados discutían sobre si la Vuelta al País Vasco había llegado una vez a esa zona o no. «Te equivocas, la meta estuvo abajo, en la calle». El que manejaba información errónea era él. Pellizotti ganó junto al campo del fútbol en 2002. El italiano fue un buen corredor, que llegaría a ganar la montaña del Tour de Francia y etapas en el Giro de Italia, París-Niza y Tirreno-Adriático.
Schelling, dando tumbos
La recta final era de color naranja. Tampoco faltaron ikurriñas para conformar una imagen tópica del ciclismo vasco. Lo que no es tópico es el apoyo del aficionado, que llega desde el primero al último ciclista.
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No pudieron animar a Javier Romo (Astana), trasladado al Hospital Gipuzkoa con epistaxis, una hemorragia nasal que los médicos intentaron taponarle en dos ocasiones. El público sí trató de aupar al maillot amarillo Ide Schellin (Bora), que superó la rampa final a duras penas, dando tumbos. Agradeció los gritos de apoyo de la afición el neerlandés, que además de perder el amarillo fue sancionado con 200 francos suizos, 25 puntos UCI y 20 segundos por circular por la acera.
El público se retiró satisfecho. «Es una pasada, hay que repetir», decían unos jóvenes ciclistas. Cuando lleguen a profesionales igual no piensan lo mismo.
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