Incluso a catorce kilómetros de la línea de meta, el cuarteto de fugados conservaba dos minutos de ventaja. Cualquiera habría apostado que el ganador de ... etapa iba a ser uno de ellos, al menos Ibon Ruiz tras verle cómo se adelantaba a los otros tres. Pero el ciclismo volvió a ser cruel y despiadado. Le falta alma en ocasiones. No tuvo compasión de los aventureros, de los valientes. Seguro que la falta de armonía y colaboración entre ellos en la parte final no les benefició, sino todo lo contrario.
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Estamos viendo a menudo que los equipos invitados sean protagonistas de las escapadas en las vueltas. Esta vez se dio además la circunstancia de que estaban representados los cuatro de esta Itzulia: Caja Rural, Euskaltel, Kern Pharma y Burgos. Hubo otro detalle a subrayar. Todos los protagonistas eran 'euskal herritarrak'. Llamaba la atención.
La existencia de diversos intereses en el pelotón y la falta de un conjunto que tomara las riendas de la persecución les permitieron mantener la ventaja. Sin embargo, la acumulación de kilómetros pesó en las piernas de Ruiz, de Okamika, de Amézqueta y de Azurmendi en el último tramo. Cada repecho se convirtió en un Tourmalet para el gasteiztarra, que ya rodaba en solitario.
Cada repecho del tramo final de la etapa se convirtió en un Tourmalet para Ibon Ruiz
Fenomenal el último relevo y el lanzamiento de Evenepoel, que dejó a Alaphilippe a la distancia idónea para que hiciera valer esa arrancada descomunal que posee. El francés vive y queda clara la razón de su mala contrarreloj de la víspera en Hondarribia: ha venido con la intención de buscar victorias de etapa y ha aprovechado la primera oportunidad. Pueden llegar nuevas y tiene a su disposición al complemento perfecto para despejar el camino de obstáculos.
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Estar parado y sin competir tres semanas no le ha restado potencia. Vuelve con fuerza a las puertas de sus grandes objetivos de la primera parte de la temporada. Quick Step, al que le ha faltado presencia en los dos monumentos disputados la presente campaña, le necesita para hacer frente a Van der Poel, Van Aert, Pogacar y compañía.
Faltó a la cita el viento. Estuvo en calma y no favoreció los movimientos. En una vuelta de seis días no hay en realidad jornadas de transición, pero casi. La de Amurrio hoy debe presentar otro aspecto. Hay terreno para intentarlo de todas las maneras y es posible que los candidatos a la victoria final adopten una actitud ofensiva. Es la única manera de al menos inquietar a Roglic, al que siempre ha costado batir en el mano a mano.
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Esta semana he recibido una llama telefónica de José Mari Basualdo, gran especialista de ciclo-cross. Fuimos compañeros de equipo en el Kas y vive en aquella comarca. Me asegura que las carreteras por las que transitarán los ciclistas no están en las mejores condiciones. Más aún, las ha visto en mal estado. Veremos.
Tambien ayer tuve la oportunidad de compartir mantel con Luis Otaño y Fernando Iragorri, excorredores como yo. Estuvimos en Txikierdi, pero no en el de mis tiempos mozos, aquel en el que intentábamos bailar con mayor o menor éxito según el día. Ya saben. Los más espabilados se presentaban en vespa. Ya conocen el dicho: «Quien tiene vespa, tiene neska». A nosotros nos delataban las pinzas en los pantalones. De todas maneras, algo de éxito teníamos. El mayor, por supuesto, era acompañar a casa a alguna chica. No sin cuidado y precauciones, porque los 'rivales' solían esperarnos escondidos para lanzarnos alguna piedra.
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