Xabier Gorospe: «Conseguir una vivienda aquí es imposible»

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us apenas 1,3 kilómetros cuadrados convierten a Arama en el pueblo más pequeño de Gipuzkoa en cuanto a superficie. Con menos de 200 habitantes es también uno de los menos poblados, lo que no impide una asombrosa fertilidad en lo que a deportistas de élite se refiere. Allí han nacido los pelotaris Iker y Ekhi Irribarria, el ciclista Asier Unanue, las corredoras Maider y Olatz Unanue, los futbolistas Oier y Danel Calvillo o el golfista Xabier Gorospe. «Habrá una razón para que salgan tantos deportistas de élite de Arama pero no sabría decir cuál. Igual es casualidad. O igual no. Nosotros siempre hemos tenido la cuadrilla en Ordizia y hemos ido mucho allí, pero hemos pasado muchas tardes aquí haciendo deporte y jugando. Ahí creamos una conexión especial. Cada uno hizo su deporte y quizás porque les veías que iban a tope y destacaban, eso te motivaba o te ayudaba a creer que era posible llegar. La verdad es que es bonito que en un pueblo pequeño, en diferentes deportes, haya gente que ande tan bien», explica Gorospe.

Pese a que a sus 26 años ha recorrido medio mundo y ha conocido diferentes culturas, este orgulloso aramarra tiene claro que no hay nada como su pueblo. «Valorar lo que tengo aquí para mí ha sido muy fácil porque me he movido mucho fuera desde pequeño y siempre he echado de menos las cosas de aquí». Se refiere a pequeñas cosas como «despertarme por las mañanas y oír el silencio, esta tranquilidad. Lo que más valoro sin duda es la desconexión. Eso se agradece y cuando estoy fuera es lo que más echo en falta». Considera que «la gente que no ha salido mucho de Euskal Herria no sabe lo que es echar de menos esto. Yo he tenido la suerte de estar fuera y cuando estás fuera valoras de verdad lo que tienes aquí».

Sin embargo no todo son ventajas en Arama. Están el lógico inconveniente de un lugar pequeño de «tener que ir a Ordizia para hacer las compras» y de «no tener todo a mano». Pero para Xabier la principal desventaja de Arama es la falta de terreno edificable que, en su caso, le ha obligado a irse a vivir a Ordizia. «Para los que hemos nacido aquí, conseguir una vivienda es casi imposible. No hay oportunidades. El Ayuntamiento y el pueblo están haciendo todo lo posible para arreglar eso, pero es una pena que la gente que hemos nacido aquí no podamos comprarnos una casa».

El frontón txiki, los paseos desde el baserri de sus abuelos por el campo santo... los recuerdos se le agolpan cada vez que regresa a casa, aunque hay uno que guarda especialmente en su memoria. «En esta plaza en la que estamos recuerdo que se encontraba el baserri Iriarte. Y de pequeños, diría que en 2002 o 2003, todos los niños del pueblo nos sentamos bajo el ayuntamiento para ver cómo la excavadora echaba abajo el baserri. Tengo una foto bonita de ese día y siempre me acuerdo de ella. No se me ha olvidado».

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