Tolosa
Cinco años del parque Elosegi, la zona verde 'escondida'Aniversario. Es el entorno natural más extenso de Tolosa aunque el Ayuntamiento, en realidad, se vio obligado a adquirirlo. Su mal acceso y la pendiente frenan su uso.
Tolosa
Sábado, 4 de octubre 2025, 20:58
Maite procura recorrer los senderos del parque Elosegi un día por semana. «La tranquilidad es total, el paseo resulta muy agradable aunque haya que sudar ... un poco, pero casi nunca me encuentro con nadie», expone. Y es que esta zona verde pública que se alza sobre el barrio San Esteban es la gran desconocida de Tolosa. Se abrió justo hace ahora cinco años, en plena pandemia, pero su carácter sombrío, las cuestas que alberga y un acceso de entrada casi escondido, limitan mucho su uso.
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El parque Elosegi es un vergel nada desdeñable, aunque no acaba de funcionar como parque urbano. Situado en pleno centro de Tolosa, encierra una interesante historia. Fue diseñado por el prestigioso artista francés Pierre Ducasse, y todavía hoy se conservan en él algunos elementos pertenecientes al jardín original, como un estanque, los caminos sinuosos, las glorietas, dos fuentes, dos minaretes y una cueva.
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Las especies sobre las que se ofrece información fresno, cerezo, magnolio, laurel, palmera excelsa, tilo de hoja grande, cedro del Atlas, tejo de Fortune, secuoya roja y abeto blanco.
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Los millones de euros que costó el parque a las arcas municipales En realidad, el Ayuntamiento se vio 'obligado' a su adquisición, ante el riesgo de que una sentencia judicial estableciese un valor superior.
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Perteneció a la familia Elósegui, fue diseñado por el paisajista francés Pierre Ducasse a finales del XIX y en él conviven árboles de mucho valor, junto a mojarras, murciélagos, anfibios e insectos También hay fuentes, minaretes y una cueva.
El bosque pertenecía a la conocida familia Elosegui, fundadora de la fábrica de boinas 'La Casualidad', y era parte del palacio Mariatxo-Enea que se construyó a finales del siglo XIX.
En esa época, gracias al desarrollo industrial de Tolosa, la villa fue ampliando su extensión. Las familias más ricas se asentaron en lugares tranquilos para vivir y el paseo San Francisco fue un lugar apropiado para ello. Debido a la afición por la botánica del propietario de la finca Mariatxo-Enea, éste plantó en ella muchos tipos de plantas, varias de ellas traídas desde el extranjero, incluso de China. Pese al cambio de las condiciones ambientales, muchas de las especies aún hoy siguen vivas. El palacio se derribó y el terreno que ocupaba hoy es una parte del barrio del Arbol de Gernika.
Una compra obligada. El Ayuntamiento nunca tuvo un especial interés en adquirir el parque, ésa es la verdad, pero se vio 'obligado' a ello. Hubo un principio de acuerdo con los propietarios al término de la legislatura 2007-2011, que acabó de cerrarse al comienzo de la siguiente, 2011-2015. El consistorio vio como un «mal menor» pagar 8,5 millones por un bosque pendiente de reforma, porque el tema estaba enquistado en los tribunales, y era más previsible que una resolución judicial definitiva estableciese condiciones más duras para el consistorio. En primer lugar, un coste más elevado y, en segundo, una obligación de abonar la cantidad estipulada en un solo pago, mientras que el acuerdo alcanzado por el gobierno municipal estableció un pago fraccionado por anualidades, que condicionó mucho la política inversora de aquellos años.
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Las leyes municipales que venían del año 1989 otorgaron carácter de bien público a este parque entonces era de titularidad privada, y los propietarios usaron la fórmula de «expropiación forzosa» para conminar al Ayuntamiento a adquirirlo, dado que las normas así lo preveían. Tras largos años de negociaciones, el consistorio y los anteriores dueños no lograron un acuerdo sobre el precio del bosque y, finalmente, el litigio había llegado a los juzgados.
Al término del sendero principal se ubica el mirador-torre, que ofrece unas inmejorables vistas sobre el Casco Histórico. Tras la importante reforma que se hizo en el bosque para abrirlo a la ciudadanía, la torre mantuvo su anterior forma octogonal, y se renovó la primera planta, donde se construyó el mirador, cubierto por una pérgola de acero. La segunda planta está rodeada por una barandilla y cuenta con varios asientos.
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Biodiversidad. El objetivo del Ayuntamiento es que Elosegi se convierta también en una zona de promoción de la biodiversidad urbana, que fomente la educación e investigación medioambientales, y sea un referente para la observación de aves. Ya se han desarrollado varias actividades en este sentido; por ejemplo, una sesión de anillado científico para saber aprender a clasificar y examinar pájaros de distintas especies. También se habilitó un observatorio y un comedero.
«Yo he venido algunas veces pero pocas veces repito», admite una 'jubilada' tolosarra. «Es un lugar bonito para pasear y disfrutar de su entorno, pero hay que tener cuenta que tiene una fuerte pendiente y por eso da pereza entrar». También sugiere mejorar y dignificar la entrada al parque. «Es un poco cutre, está escondida, no invita desde luego a acceder al lugar».
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El 'recorrido botánico' es uno de los principales alicientes del bosque. Muchos de sus árboles se han identificado mediante pequeños paneles escaneables con un código QR, para acercar su esencia, sus características y sus curiosidades a los visitantes.
En estos paneles sobre los árboles aparecen reflejados sus nombres y ubicaciones. Se han seleccionado las especies arbóreas más llamativas o significativas del jardín. En los paneles aparece el nombre común de estas especies, en euskera y castellano, y también la designación científica.
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