Tras pasar por varios negocios, Diuvel Álvarez regenta ahora, junto a su socia, la carnicería Beko Harategie. Lobo Altuna
Zaldibia | 90 urte zurekin

«No queríamos ser solo unos inmigrantes»

Desde Cuba. Diuvel Álvarez llegó a Zaldibia hace más de una década y, junto a su mujer y sus hijos, ha construido en el Goierri una vida plena. «Es nuestro hogar»

Domingo, 24 de agosto 2025, 00:08

Diuvel Álvarez llegó a Zaldibia en 2013 tras un largo viaje que partió de Cuba y pasó por Galicia, Bilbao y Málaga. Licenciado en Derecho y exprofesor universitario, al llegar a España las dificultades para homologar sus estudios le llevaron a tener que empezar de nuevo. Primero trabajó en hostelería, luego como comercial en una compañía eléctrica, donde destacó por sus resultados y fue ascendiendo hasta encargarse de oficinas en todo el Estado. Fue así como terminó en el País Vasco, buscando un pueblo bien comunicado. Por casualidad encontró Zaldibia y decidió quedarse.

Los comienzos no fueron fáciles. El idioma, el tamaño del pueblo y el contraste con la vida urbana fueron todo un reto. Pero Diuvel y su pareja, la también cubana MaeRose Palma, apostaron por integrarse. Aprendieron euskera, se involucraron en la vida local y poco a poco se hicieron un hueco. «No queríamos ser solo los inmigrantes del pueblo», recuerda. Su hija aprendió antes euskera que castellano, y hoy toda la familia se maneja en euskera con naturalidad.

Publicidad

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Su camino como emprendedor en Zaldibia comenzó con una frutería. Durante años madrugó para ir al mercado de Lasarte-Oria y aprender de frutas, una tarea completamente nueva para él. Más adelante, animado por una amiga del pueblo, cambió de producto y ahora regenta, junto a una socia, la carnicería Beko Karnizerie. El matrimonio también asumió durante un tiempo el reto de llevar adelante el bar-restaurante Kixkurgune, apostando por el producto local, aunque las dificultades del sector y la falta de personal les llevaron a cerrarlo. Vendieron la frutería y hoy se centran en la carnicería, un negocio que cuidan con mimo y con una clara apuesta por el producto de cercanía y de calidad, lo que les ha traído alguna alegría en forma de premio en certámenes de morcilla.

Un viaje a Cuba fue el camino hacia una integración plena. «Una vecina que tomaba café al lado de la tienda fue nuestro puente. Ella nos ayudó a participar en la vida social, empezamos a potear, a salir...», recuerda. En 2018, se sumaron a una cuadrilla de 22 zaldibitarras que viajaba a Cuba. «Después de ese viaje, ya éramos parte de la cuadrilla», afirma. Desde entonces, participan en cenas semanales, compiten en carreras de montaña de la zona y en muchas otras actividades locales. Tanto que Diuvel se ha convertido en una figura activa en el pueblo, alguien que suma y contagia entusiasmo. Sus dos hijos conocen las raíces cubanas de su familia, y él insiste en que viajar y abrirse al mundo fortalece, no debilita, la identidad. Por eso, para él, mantener vivas las costumbres no es incompatible con evolucionar y compartir. Hoy, Diuvel no solo trabaja en el pueblo: lo vive, siente y defiende. Cree firmemente que mantener viva una cultura pasa por cuidar su idioma, sus costumbres y su gente. Por eso, aunque Cuba sigue viva en su memoria, Zaldibia es, sin duda, su hogar hoy en día.

Así es mi pueblo

- – ¿Como describiría Zaldibia?

–Es un pueblo muy tranquilo y cercano, todos los vecinos te muestran su cariño.

- – ¿Que es lo mejor que tiene?

–La cercania con cada uno de los zaldibitarras, aquí son todos como una gran familia.

- – ¿Y lo peor?

– Puede ser que falte algún servicio en concreto, y la falta de ambiente que hay en la calle algunos días de la semana.

- – ¿Tiene algún lugar favorito?

– Sin lugar a dudas los bares del centro y la propia plaza, ahí se respira el verdadero ambiente del pueblo.

(81 de 88)

Y el próximo domingo... Zarautz

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad