Edurne Sudupe: «Altzo me da la tranquilidad que necesito»

La pintura ha estado en la vida de Sudupe desde que tiene uso de razón, aunque no fue hasta hace dos décadas cuando los mandalas llegaron a su vida. Edurne destaca que el hecho de pintar una forma redondeada en lugar del habitual cuadrado le pareció «tan fantástico, tan meditativo, tan tranquilizante y creativo, una cosa que me llamó la atención», rememora, y añade que «al principio los hacía sin nada», pero, poco a poco llegaron los encargos y fue aprendiendo más sobre ello. Los mandalas que han hecho conocida a esta artista poco tienen que ver con los dibujos para colorear que se encuentran en las librerías. A la cita con DV acudió con su última obra, inspirada en el laberinto de Chartres que se encuentra en la antigua catedral del municipio francés. En este caso, envuelto con los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire.

La artista subraya que los mandalas transmiten de por sí tranquilidad. Algo que ella también valora de Altzo, especialmente de Geiza, su lugar favorito, un merendero a unos dos kilómetros del núcleo urbano, con mesas, fuente y asador, además de un estanque didáctico, al que acuden muchos vecinos, especialmente en verano, a pasar el día.

Dividida en dos barrios, Altzo Muño y Altzo Azpi, la localidad que hizo famosa Miguel Joaquín Eleicegui, 'Altzoko Handia', con sus 2,42 metros (hay un centro de interpretación sobre su figura, además de una estatua), ofrece a sus vecinos ese contacto directo con la naturaleza que Sudupe tanto aprecia. Pero que, como contrapartida, les obliga «a depender del coche» para muchas de sus actividades, especialmente para hacer compras.Sudupe vive en la parte alta Altzo Muño, la más 'nueva' donde se encuentran el Ayuntamiento, el ostatu y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, además de la mayoría de la población. Pasear con sus perros por la zona es una rutina integrada en la vida de esta nueva altzotarra. Su vía de escape en lo peor de la pandemia, recuerda.