«Los caballos son los mejores terapeutas»

Nació y se crió en Tolosa, pero la rama paterna lo hizo en el caserío familiar. El mismo en el que ella comenzó a disfrutar del monte y los animales. «Siempre estaba rodeada de bueyes, perros, gatos...». Fue en esa época en la que conoció al amor de su vida. Al primero de ellos. «Un día, en sanfermines, mi familia metió un pony en la parte de atrás del coche para traerlo a casa -avanza entre risas-. Cuando lo vi por primera vez me enamoré. Desde ese momento supe que me quería dedicar a algo relacionado con los caballos».

Esto le llevo a recorrer el mundo. «Me he formado con distintos maestros por toda Europa, Sudamérica, Estados Unidos...». Y en sus viajes se forjó la Edurne 'domadora de caballos' que es a día de hoy.

Tras años ejerciendo, se le presentó la oportunidad de irse a vivir a Amezketa, lugar de pertenencia de su segundo amor, su pareja. «No lo dudé mucho. La idea de estar cerca de la naturaleza me encanta. De hecho creo que estamos demasiado cerca del pueblo. Si por mí fuera viviríamos en lo alto de la montaña», bromea. Así las cosas, dejó Tolosa atrás y se llevó «todo» a su nueva casa. «Me vine yo, los muebles, la ropa y también a mis caballos, por supuesto».

Ya asentados, un sobrino de su pareja tuvo problemas de cadera y lo que empezó siendo una preocupación para la familia acabó convirtiéndose en un descubrimiento y una nueva oportunidad de vida para Edurne. «Para este tipo de lesiones es recomendable la natación, pero también montar a caballo. Empezamos a trabajar y los resultados fueron buenos. Ellos me animaron a que iniciara algún proyecto relacionado con los caballos y la ayuda a las personas», y así nació 'Zaldizketa'. «Es más que una hípica. De hecho, no me gusta utilizar ese nombre. No es un espacio donde montar caballos y dar vueltas en círculos. Aquí buscamos la conexión humano-animal. Paseamos por el monte, les damos baños y si alguiente quiere estar con ellos cepillándolos sin montar, también se puede. Son unos compañeros estupendos. Ahora que hay tanta carencia de afectividad son los mejores terapeutas que hay», apunta. De la mano de Edurne, los amezketarras, además de los planes de siempre también pueden pasárselo bien con los caballos. «No vienen muchos vecinos. La mayoría son de la zona de Tolosaldea. Pero bueno, a veces es en el pueblo donde menos caso te hacen», reconoce sonriente.

En Amezketa ha encontrado lo que buscaba. De hecho, solo hay una cosa que cambiaría de su nuevo pueblo: «las rencillas familiares siguen teniendo mucho peso. Las nuevas generaciones no pasan página y eso es triste», indica.