Los afectados en el autobús con mascarillas

Regresan los jubilados confinados en Perú: «Es duro dejar allí a una compañera por dar positivo»

Veinticinco turistas vascos que han vivido una odisea de once días para salir del país andino ya están en Euskadi. Una vecina de Erandio se ha quedado con coronavirus en Lima

javier ortiz de lazcano

Jueves, 26 de marzo 2020, 13:09

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«Es una sensación agridulce. Estamos contentos por estar de regreso en casa, pero muy tristes y preocupados porque una compañera se ha debido quedar en Perú al dar positivo de coronavirus». Koldo García, socio fundador de Erandio Bidaiak y organizador del viaje Perú, resume su estado de ánimo: «Es muy duro dejar a una persona allí». Se refiere a Merche B., de 68 años y de Erandio. Después de once días de odisea para salir del país andino se quedó sin volver cuando estaba a unos pasos de subir la escalerilla del ansiado avión que la repatriara a Madrid.

Los 26 jubilados vascos fueron trasladados ayer a un aeropuerto militar de Lima. Allí les esperaba un avión de Iberia fletado por el Gobierno español para repatriar a 300 de sus ciudadanos. Sólo quedaba un último trámite para volver a casa: someterse al test de coronavirus. Merche no lo superó. «No tenía ningún síntoma. Se ha quedado en los hangares militares a la espera de que le encuentren una ubicación. No sabemos donde la tendrán porque los hoteles están cerrados». Los otros 25 superaron la prueba. «Los médicos decidirán si tenemos que someternos a la cuarentena», explica García.

La gran mayoría de los turistas son jubilados. Veintitres de ellos tienen 65 años o más. El más joven tiene 58 y el de mayor edad 75. El grupo lo formaran viajeros de Erandio (7), Bilbao (6), Barakaldo (3), Getxo (3), Abadiño (1), Basauri (1), Eibar (1), Galkakao (1), Leioa (1) y Legazpi (1).

Partieron el domingo 8 desde Bilbao para hacer un circuito «cuando no había restricciones para viajar ni del Gobierno español ni del peruano», aclara el organizador con insistencia. La odisea comenzó el domingo 15 en Machu Picchu. Les dieron 24 horas para abandonar el país.

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Buscaron conexiones. Encontraron una con cuatro escalas. Cuzco-La Paz-Santa Cruz-Río de Janeiro-Madrid-Bilbao. Cincuenta agotadoras y caras horas, pero con final feliz. «26 billetes con un coste superior a 30.000 euros».

Sin embargo, al llegar al aeropuerto recibieron un golpe demoledor. «Estaba tomado por la Policía y el Ejército peruano y no nos dejaron entrar». Contactaron con el director de la compañía Amazonas, a la que le habían comprado los billetes, «y nos dijo que la orden del Gobierno peruano es ya no había más vuelos para salir del país».

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¿Solución? Alquilar un autobús y hacerlo por el departamento de Puno, situado al sureste de Perú y con frontera con Bolivia. «Son 500 kilómetros hasta el límite entre los dos estados, pero es una carretera que recorre los Andes y hay muchos tramos de pistas. Nos dijeron que tardaríamos alrededor de catorce horas». Pero al poco de iniciar el viaje llegó otro mazazo. «El Gobierno boliviano cerró la frontera y debíamos regresar al aeropuerto».

Lograron regresar al hotel de Cuzco y desde allí les trasladaron el martes 17 a Lima. Se alojaron en un hotel, pero las condiciones se fueron endureciendo. «Los primeros días comíamos juntos, pero nos obligaron a estar confinados en nuestras habitaciones y a bajar al comedor por turnos. Y desde luego nada de salir a la calle. Ha sido duro porque hemos estado en habitaciones de doce metros cuadrados», relata García. Para aumentar el estrés, hubo que hacer gestiones con ONG's peruanas para conseguir medicamentos a los tres viajeros con enfermedades crónicas.

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Mientras tanto, vivieron constantes gestiones con las administraciones por conseguir escapar de Perú. Hubo incluso una posibilidad de pagar los 300.000 euros que cuesta un chárter por sacarles, pero ni así lo lograron. «Agradezco a la embajada española como se ha portado en los tres últimos días con nosotros, pero hasta entonces nadie se había puesto en contacto con nosotros, al margen de gente de Euskadi, donde particulares estaban dispuestos a donar una cantidad importante para fletar un avión y traernos«, ha indicado García al poco de poner pie por fin en Bilbao.

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