Clamor contra el «colapso» en Atención Primaria

El grito de auxilio se hizo escuchar este domingo entre los miles de manifestantes que se reunieron en las tres capitales vascas para denunciar el «colapso» en la Atención Primaria y exigir «más recursos» para unas plantillas «raquíticas y sobrecargadas que impiden poder dispensar una atención de calidad a la ciudadanía». Fue el reclamo más repetido entre los trabajadores de centros de salud, pero también de hospitales, Onkologikoa y ciudadanos que secundaron la marcha, que en Donostia partió a las 12.00 horas de un Boulevard abarrotado. La protesta, convocada por los sindicatos Satse, ELA, LAB, CCOO y UGT y con la adhesión de varias organizaciones del ámbito sanitario así como del Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria, recorrió las calles Andia, avenida de la Libertad y Reina Regente para terminar de nuevo en el punto de salida con la lectura del manifiesto, en el que representantes sindicales reclamaron una «sanidad pública accesible, eficiente, universal y de calidad» y denunciaron la «estrategia de desmantelamiento programada de la Atención Primaria y el tensionamiento de la atención hospitalaria», con plantillas «diezmadas y exhaustas». «Estamos atravesando la sexta ola de la pandemia y el colapso de Osakidetza es un secreto a voces», denunciaron. Unas carencias que están afectando también a hospitales y otros servicios.

Durante la marcha, que se desarrolló sin incidentes y en filas de a tres para respetar las distancias, se escucharon pitos y vítores al grito de 'Urkullu, atiende, la sanidad no se vende', 'Lo primero es lo público', 'Reforzar la Atención Primaria', consignas que visibilizaron lo que la mayoría de trabajadores llevan soportando detrás de mostradores y en consultas de los centros de salud del territorio: jornadas maratonianas, cargas de trabajo «inasumibles», montañas de papeleo y teléfonos que echan humo con miles de llamadas diarias -cerca de 69.000 al día, según datos que ofreció el Gobierno Vasco semanas atrás-.

Sin embargo, el problema viene de lejos y el covid no ha hecho más que agravarlo. «No podemos seguir trabajando como hasta ahora. Somos muy poco personal para el volumen de trabajo que hay», denunciaba la enfermera Yolanda Calvo. La situación que retrataba esta sanitaria era desoladora. «Vivimos una situación de estrés enorme, hay mucha gente de baja con una carga emocional muy grande; no nos cubren bajas ni vacaciones... La moral está por los suelos y el cabreo es enorme», contaba Yolanda al tiempo que se sinceraba al afirmar que «estoy pensando en jubilarme ya porque no puedo más. Me encanta mi trabajo pero la situación me puede». No es la única que contaba con estas intenciones y varios sanitarios que respondieron a este periódico también mostraron la disposición de colgar la bata o el pijama.

Las compañeras Miren y Ane, auxiliares administrativas en el ambulatorio de Gros, denunciaban que «el teléfono no para de sonar, cada vez hay más tareas que hacer y los pacientes están alterados, hasta nos insultan. Está el ambiente muy crispado y necesitamos más medios, más apoyo, más enfermeras y médicos... más de todo». Otra médico del centro de salud de Hernani, que prefería no dar su nombre, retrataba una situación similar, con «agendas tremendas desde primera hora que sabes que no vas a poder abarcar en tu horario de trabajo habitual. Los pacientes no están contentos, no logran acercarse al médico con la celeridad de antes». En resumen, «no se está dando una atención adecuada», lamentaba.

También hubo quien reprochó hacer oídos sordos a las reiteradas quejas del personal. «No se nos escucha. Somos apasionadas de la Atención Primaria pero no se nos ha reconocido el esfuerzo», comentaba Ana acompañada de sus compañeras, también médicos en Berain, que atienden una media de «50 pacientes al día», frente a los «30 que atendíamos antes». A esta sobrecarga también se enfrenta a diario Marijo, enfermera en el Hospital de Mondragon. «Hemos llegado a estar dos enfermeras en el turno de noche con 19 pacientes una y otros 11 otra, en un turno de 10 horas». Entre los manifestantes, multitud de ciudadanos como María Algora defendieron «la atención que teníamos antes y hemos perdido».

Desde ELA, Esther Saavedra ha incidido en que lo que «está en juego es el futuro de la sanidad pública vasca» y de ahí que los profesionales sanitarios hayan salido a la calle de forma masiva este domingo en las capitales vascas. «Hoy se invierte en la sanidad pública proporcionalmente menos que hace diez años. La media en Europa es destinar el 7% del PIB. En España el 6%. En Euskadi nos quedamos en el 4,9%», ha afeado.

El también delegado de ELA Igor Eizagirre ha lamentado además en San Sebastián que haya «24.000 trabajadores temporales en Osakidetza, el 58% de la plantilla», en lo que ha calificado la «mayor ETT» de Euskadi.

Desde LAB se ha denunciado el «colapso» de todo Osakidetza y su «déficit estructural», que empeora las condicionales laborales de la plantilla y perjudica a la ciudadanía. «Tenemos que responder como pueblo a esta agresión global sin precedentes», ha expresado.

En similares términos se ha expresado el representante de CCOO Iñigo Garduño, quien ha sostenido que la sanidad pública es «un pilar fundamental del estado de bienestar», pero tras «años de recortes» y «la aparición del covid se ha colapsado».

«Invertimos menos que la media de la Unión Europea en sanidad y necesitamos que se refuerce la plantilla y haya más medios», ha solicitado, al tiempo que ha denunciado la falta de rastreadores y la limitación de horarios.

Desde UGT, Ana Vázquez ha señalado que los profesionales de Osakidetza están «exhaustos, agónicos, cansados», mientras que también los usuarios padecen esta «crisis».

«Se reducen los horarios en los centros de salud, se demoran sus consultas, las presenciales pasan a ser telefónicas, se colapsan las urgencias...», han enumerado. Además, ha incidido en que si no se dan cambios, se «intensificará la lucha».

En Vitoria, el personal sanitario se ha congregado en la plaza de la Virgen Blanca. En el caso de Bilbao la movilización ha arrancado a mediodía de la plaza del Sagrado Corazón con unos 10.000 participantes y ha finalizado en la plaza Bizkaia, situada en las inmediaciones de la sede que el Departamento de Salud tiene en la capital vizcaína.

«En la primera ola podíamos entender que hubiese que improvisar y que no hubiese gente suficiente. Pero es que estamos en la sexta y seguimos igual o peor. Tenemos la sensación de que nos están tomando el pelo», valoraban desde dicha concentración Begoña y Marga, dos enfermeras del Hospital de Cruces.

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