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Las diez noticias clave de la jornada
Iñigo Urkullu y varios consejeros siguen un Consejo de Gobierno telemático desde Lehendakaritza. IREKIA

Los días en que Lehendakaritza fue un búnker

Gabinete de crisis ·

Cada jornada durante tres meses, Urkullu reunió a las 8.30 horas a su equipo más cercano para gestionar una situación insólita donde todo era incertidumbre

Miguel Villameriel

San Sebastián

Domingo, 14 de marzo 2021, 07:44

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Aquellas extrañas mañanas de marzo y abril «lo que más impactaba era llegar a Lehendakaritza por una autopista y unas calles desiertas. Parecía una película de ciencia ficción». Iñigo Urkullu y su equipo más cercano, no más de diez personas de las cerca de cien que normalmente trabajan en la sede de Presidencia, se reunían cada día en Vitoria a las 8.30 horas para afrontar una crisis sanitaria para la que no existían manuales. Euskadi nunca había sufrido una pandemia como la del coronavirus y cada decisión se improvisaba sobre la marcha. Un año después, al echar la vista atrás, pervive cierta sensación de irrealidad al recordar aquellos primeros días del estado de alarma, aunque también la certeza de que todas esas jornadas sin horario en la sede del Gobierno Vasco eran, simplemente, «lo que había que hacer».

La preocupación en el Ejecutivo vasco había empezado a cundir mucho antes de que Pedro Sánchez decretase el 14 de marzo el confinamiento total de la población. Ya en enero, el lehendakari había dado orden al Departamento de Salud de seguir con atención todas las novedades sobre aquel virus que daba sus primeras señales de vida en China. El objetivo era «anticiparse» a lo que podía llegar, aunque entonces en Europa nadie intuía que el 'tsunami' del Covid-19 cogería semejante magnitud.

Al analizar con perspectiva los acontecimientos de hace un año, fuentes de Lehendakaritza destacan esa capacidad de anticipación y ponen como ejemplo que Euskadi fue la primera comunidad autónoma en cerrar los colegios ante el riesgo de expansión del virus; también, que el lehendakari declaró la emergencia sanitaria y activó el Plan de Protección Civil (el luego famoso LABI) un día antes de que Sánchez decretase el estado de alarma.

El LABI estaba compuesto por expertos sanitarios y en su vertiente política reunía a representantes de las tres diputaciones forales, Eudel y la Delegación del Gobierno, pero el núcleo duro que Urkullu reunía a diario en Lehendakaritza a las 8.30 horas era mucho más reducido: Jonan Fernández, las consejeras de Salud, Nekane Murga, y Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, y los responsables del Régimen Jurídico encargados de dar forma legal a las restricciones. «Fueron días intensísimos, incluso dramáticos», recuerda una persona que vivió enclaustrada en Lehendakaritza en aquellos primeros meses de pandemia. De la dureza de aquella gestión da cuenta que dos de las protagonistas de aquellas reuniones del gabinete de crisis –Murga y Beltrán de Heredia– salieron del Gobierno tras las elecciones de julio. Aunque no fue un castigo: fuentes cercanas a Urkullu aseguran que el lehendakari les profesa un agradecimiento eterno por su dedicación en aquellos días de infarto.

«A tiempo completo»

«Hemos estado tres meses trabajando a tiempo completo», resumía gráficamente el propio Urkullu en la primera entrevista que concedió a finales de mayo a este periódico. «Pero tampoco me pesa, porque cada uno tiene que hacer frente a la responsabilidad cuando le toca», añadía. Ni siquiera los domingos dejaban margen para descansar, porque Sánchez institucionalizó ese día las videoconferencias de presidentes autonómicos. Un asesor de Urkullu subraya también la entrega que mostraron todos los miembros del Gobierno de PNV y PSE y los funcionarios de Lehendakaritza, «los pocos que estaban presenciales y aquellos que trabajaban desde sus casas sin horario fijo».

Hubo momentos de máxima tensión. «Por momentos parecía que la ola podía pasarnos por encima, pero en las situaciones más críticas, sobre todo en el periodo del 25 de marzo al 5 de abril donde las UCI estuvieron al límite, el lehendakari sacó su carácter más reposado y tranquilo y contribuyó a dar confianza a todos los departamentos. Al final, superamos las dificultades», rememora uno de los integrantes del Gobierno.

En los primeros meses del estado de alarma, más que las horas de trabajo, lo que hacía mella era la «tensión» que provocaba cada decisión que había que adoptar. «También caían como un jarro de agua fría las noticias sobre los fallecimientos que empezaban a producirse. Recuerdo la conmoción que causó entre nosotros el fallecimiento de Encarni, la primera sanitaria vasca que murió por Covid el 18 de marzo», recuerdan desde Lehendakaritza. No en vano, la primera visita oficial que hizo Urkullu fue al Hospital de Galdakao, donde trabajaba esta enfermera, para mostrar sus condolencias.

Hace un año no había manual para enfrentar una pandemia, pero el Gobierno Vasco cree que la experiencia adquirida en este tiempo ha preparado a Euskadi para nuevos embates del Covid o ante cualquier otro virus que pueda aparecer en el futuro.

851 minutos con Sánchez en el televisor de nuestras casas

La noche del 13 de marzo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecía con gesto serio desde Moncloa para anunciar en un mensaje al país, de 6 minutos y once segundos, lo que a lo largo del día se había convertido en un secreto a voces: España decretaba el estado de alarma, a partir de las 00.00 del 15 de marzo -por segunda vez en su historia democrática-, por lo que sus más de 45 millones de habitantes se disponían a ser confinados en sus casas.

Desde aquella primera intervención televisiva, el presidente del Gobierno compareció hasta 16 veces desde Moncloa en los meses del confinamiento. Fue convirtiéndose en costumbre que cada sábado o domingo, a eso de las dos o dos y media de la tarde, Sánchez se colara en los hogares de los ciudadanos confinados. Esas 16 intervenciones se repartieron desde aquel 13 de marzo hasta el 20 de junio, cuando España se despidió del primer estado de alarma. 368 minutos de intervención sin interrupciones, y otros 483 de respuestas a la prensa. En total, 851 minutos en el televisor que convirtieron a Sánchez en el presidente más mediático de la historia de España, porque nunca antes otro dirigente había pasado tanto tiempo frente a la pantalla en comparecencias públicas desde la Moncloa.

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