Las diez noticias clave de la jornada
Marijo López en Donostia. . Jose Usoz

«He sido una borracha, soy una exborracha, pero siempre seré una alcohólica»

La usurbildarra Marijo López relata su experiencia tras cinco años de rehabilitación con Aergi

Teresa Flaño

San Sebastián

Jueves, 12 de noviembre 2020, 14:09

El alcohol entró de lleno en la vida de la usurbildarra Marijo López Gallego, como en la de muchos, cuando tenía 15 o ... 16 años; ahora tiene 45. «Siempre ha estado presente. Desde pequeña lo veía como algo natural. Todo era como a poquitos, un poquito en una comunión, un poquito en navidades... y lo mismo con los cigarrillos. Hasta que empecé a salir. Sobre todo por la noche». Solo bebía cerveza. «Como era cervecera le quitaba importancia. Nada de vino o cubatas. Como tiene poca graduación pensaba que no era para tanto. Pero era una barbaridad... solo en casa veinte latas fijo».

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A diario, la dinámica era prácticamente la misma. «Me levantaba todos los días diciendo 'hoy no bebo'. Acaba borracha como siempre. No había ni un día que no lo hiciera. Comenzaba a beber en la calle hasta que me desataba, hasta que comenzaba a tomarme las cañas de trago. Me iba para casa y ahí acaba la jornada y al día siguiente a trabajar con un clavo enorme».

Un día decidió que bastaba. Hasta entonces nadie le había dicho que tenía un problema. Solo cuando comenzó a comentarlo le contestaban que sí, que bebía mucho. «Mi exmarido no tenía narices para decírmelo porque pensaba que me iba enfadar. Después me dijo que estaba fenomenal en la calle y cuando entraba en casa, en dos segundos, cambiaba radicalmente». Así que nadie le puso frente a un espejo para que se mirara, fue ella misma. «Salía a la calle con vergüenza. Estaba deseando que hiciera sol para salir con gafas y taparme así la cara, los ojos. Veía la mirada que tenía». Porque era consciente de lo que le sucedía y lo que conllevaba. «Me he caído en el parque estando con mi hijo. Hacía la broma de que me había patinado por culpa de la suela de las zapatillas, pero era porque estaba borracha. He ido a recoger a mi hijo a la ikastola estando borracha».

Primero intentó abandonar la bebida sola, acudiendo de vez en cuando al Servicio de Salud Mental de Osakidetza. No funcionó porque le dijeron que hiciera lo mismo que hasta entonces, pero que bebiera cerveza sin alcohol. «Así no podía cambiar. Aguantaba unos días, pero el día que empezaba... me bebía todo». Llegó un momento que con dos cañas perdía la noción. «Puedo tener fuerza de voluntad para no entrar en un bar, pero una vez que traspaso la puerta...».

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«Yo me juntaba para beber con hombres, pero las peores miradas iban siempre para mí y procedían de mujeres»

«He ido a recoger a mi hijo a la ikastola estando borracha»

Entonces decidió pedir ayuda en Aergi, la Asocación de Alcohólico y Adictos en Rehabilitación Gipukoa, donde le dieron las herramientas para no consumir. De eso hará cinco años en febrero. «Cuando entré por la puerta mi vida cambió. Vi que había gente como yo, normal», recuerda. Su entorno también le apoyó mucho, «nunca había hablado del tema con mi madre pero no se extrañó cuando le dije que había entrado en rehabilitación», y sus amigas más íntimas también le respaldaron, «aunque sí es verdad que he perdido un montón de 'amigos' cuando dejé de aparecer en los bares». Pero tenía que abandonar esas relaciones porque «con los que me juntaba a diario era un entorno de alcohol: comidas, cenas, la terraza al lado del parque...».

Además, beber le llevó a otras adicciones. «He probado de todo», comenta sincera. «He abusado mucho y me llegué a preocupar, pero como las dejé... Esas drogas ilegales me preocupaban, pero me quedé con las legales, tabaco y sobre todo alcohol, que me ha destrozado la vida». Ahora no consume nada de nada.

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El inicio de la rehabilitación, cuando le dijeron que no podía entrar en los bares, le resultó muy dura porque «me cortaron la vida, qué iba a hacer». Entonces, gracias a sus amigas, a las que había dejado de lado porque no bebían como ella y le parecían unas sosas, retomó una forma de vivir que en realidad nunca había tenido: cine, teatro, lectura, paseos... «He recuperado la vida. He acabado siendo una de esas sosas, pero soy una persona alegre, feliz y disfruto mucho con todo».

«Pensaba que mis amigas eran unas sosas. He acabado siendo una de ellas, pero soy una persona alegre y feliz»

«Cuando empecé en Aergi no entraba en bares porque no podía y no debía, ahora es porque no quiero. No pinto nada en ellos»

Lleva cinco años sin entrar a los bares, «a no ser que sea indispensable» porque «cuando empecé en Aergi no entraba porque no podía y no debía, ahora es porque no quiero. No pinto nada en ellos».

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No hubo un hecho puntual, una situación concreta, un momento vital malo que le llevara a beber litros y litros de cerveza. Pero ahora, mirando atrás, se ha dado cuenta de que el alcohol era su anestésico. Cuando comenzó la rehabilitación le recomendaron que acudiera al médico de cabecera por si necesitaba otro tipo de ayuda y «me dijo que tenía una depresión de caballo. Descubrí que toda mi vida había vivido así y no lo sabía».

Es consciente de que va a ser alcohólica toda su vida. «Era una borracha, ahora soy una exborracha, pero alcohólica voy a ser toda la vida. Como me dijeron en Aergi, tengo una enfermedad crónica, para siempre, pero de mí depende ser una borracha o no y he decidido no serlo».

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A la pregunta de si las mujeres alcohólicas están más estigmatizadas responde con un suspiro: «Mira, la primera que se ha fustigado por ser alcohólica, mujer y madre he sido yo. La sociedad es así. Cómo una mujer puede estar en el suelo borracha, cómo puede estar haciendo barbaridades pero la noche... Un hombre sí. Yo me juntaba para beber con hombres, pero las peores miradas iban siempre para mí y procedían de mujeres. Yo era la que hacía el ridículo y la que daba vergüenza».

De su hijo no quiere hablar mucho. Sí cuenta que se lo ha explicado todo, que sabe que tiene una madre alcohólica y que está en rehabilitación. «Lo vive con total normalidad. A veces me dice ¡jo ama, cuando hacías eso...!», recuerda ahora Marijo, que también explica con infinita ternura cómo cuando comenzó a ir a Aergi, el niño se ponía delante de la tele si ponían anuncios de alcohol y le decía «ama, tú no mires».

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Durante el confinamiento ha tenido los siete días de la semana dos sesiones diarias de terapia online. «Si no llego a hacerlo no sé que hubiera pasado. Tengo claro que si dejo de ir a Aergi estoy muerta...». Y sobre la relación alcohol y pandemia tiene una reflexión. «Cuando no se podía salir todo el mundo se quejaba de que no se podía pasear y era súper importante aplaudir a las ocho. Cuando se terminó el confinamiento y abrieron los bares la gente dejó de ir a pasear y de aplaudir» .

El futuro lo ve muy vinculado a Aergi porque «aunque lleve cinco años todos los días aprendo algo y puedo también enseñar a otros, sobre todo a quitarse la culpa y vergüenza que yo he sentido. Sé que hoy no voy a consumir y estoy muy contenta».

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Colaboración

Este testimonio de Marijo López Gallego se enmarca dentro del Día Sin Alcohol que se celebra este domingo. Con ese motivo, Aergi y el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa han puesto en marcha una campaña con el lema 'No te engañes', que busca desmitificar muchos conceptos erróneos sobre el consumo de alcohol. Para ello, desde este fin de semana se repartirán 3.000 folletos en las farmacias guipuzcoanas con los que concienciar a la ciudadanía.

Un total de 14 conceptos o ideas sobre el consumo del alcohol se desmitifican en la publicación. «Es beneficioso para la salud», «no es una droga», «mejora las relaciones sociales», es «bueno para la digestión» o «ayuda a entrar en calor» son algunas de las falsas creencias recogidas en el folleto en el que se explican las consecuencias del consumo.

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Para Josean Fernández, presidente de Aergi, esta «es una oportunidad importante para poder llegar a mucha gente a través de los farmacéuticos. Además, al mismo tiempo queremos reconocer la labor que han desempeñado durante esta pandemia. Han estado ahí y no se les ha dado el reconocimiento que han recibido otras profesiones».

Miguel Ángel Gastelurrutia, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Gipuzkoa, «esta nueva colaboración se enmarca en la apuesta permanente por fortalecer el papel sociosanitario de la farmacia comunitaria contribuyendo, sin duda, a que podamos asesorar mejor sobre los recursos existentes a aquellas personas que tengan problemas de adicciones o sus familiares»

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