Así hay que actuar ante el paro cardíaco de un bebé
«Las primeras cinco ventilaciones pueden salvar la vida del bebé»
De repente, se oyen gritos de socorro. Una voz asustada pide desesperadamente que alguien le ayude. Su bebé parece haber entrado en parada respiratoria y no responde. Los nervios y el miedo se apoderan de la madre, que no consigue actuar ni reaccionar. Tampoco lo hace ninguno de los testigos que observan la situación. «Hay que recordar que si no hacemos nada, la persona –el niño, en este caso–, se nos va», advierte Igotz Zabaleta, enfermero de DYA Gipuzkoa. Es importante «mantener la calma y actuar rápido», insiste, pues con que una persona se arme de valor es posible evitar una tragedia. Así lo hizo la hernaniarra Fátima Román este domingo en un vuelo entre Las Palmas y Hondarribia, al salvar la vida a un bebé de un mes que había entrado en parada cardiorrespiratoria. Pero, ¿cómo hay que actuar en momentos como este?
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Primero hace falta valorar el estado de consciencia del bebé, estimulándolo de diferentes maneras, «tocándole en la pierna, por ejemplo» para ver si reacciona. «Los estímulos dolorosos como un pellizco también son muy importantes», cuenta Zabaleta, porque «si una persona responde a un estímulo doloroso, significa que no está inconsciente del todo». Una vez confirmado que el bebé se encuentra en un estado de inconsciencia, hay que valorar si respira o no, y si lo hace de forma «adecuada y efectiva». Hay que hacer una valoración en base a tres de los sentidos: «Ver, oír y sentir. Hay que observar el tórax, si se eleva o no; escuchar si hay respiración y sentir si sale aliento».
En el caso de estar solo para lidiar con la emergencia, hasta ahora siempre se ha recomendado «practicar la RCP durante un minuto» antes de llamar al 112. Sin embargo, teniendo en cuenta lo rápido que han avanzado las tecnologías y la autonomía que estas permiten, Zabaleta recomienda no perder ni un segundo y llamar a emergencias «para activar cuanto antes la cadena de supervivencia» y dejar la llamada en manos libres para «seguir las instrucciones del médico».
Cuando se confirma que el bebé no respira, es momento de actuar. Pero antes de empezar con la reanimación a un bebé «lo primero que hay que hacer son cinco insuflaciones de rescate» con las que ventilar activamente al paciente. Y es que en estos casos «el origen de la parada suele ser respiratoria, no cardíaca –que es más común en adultos–, por lo que es muy probable que con esas cinco ventilaciones consigamos reanimarle», asegura el enfermero de DYA Gipuzkoa, que indica que para hacerlas correctamente «debemos coger con nuestra boca tanto la nariz como la boca del bebé».
Tras las cinco insuflaciones de emergencia, habría que comenzar con la Reanimación Cardiopulmonar (RCP), recordando que la manera de realizarla varía dependiendo de la edad del paciente. En bebés, las compresiones se hacen con dos dedos, el índice y el corazón, y presionando «justo encima del tórax», en la línea del pecho entre los pezones del paciente. «Comenzamos a hacer fuerza; hay que hundir un tercio del tórax y seguir una frecuencia 15-2, quince compresiones en el tórax y dos ventilaciones».
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El ritmo a seguir es de «120 compresiones por minuto», esto es, dos por segundo. Zabaleta también recuerda que consejos como seguir el ritmo de 'La Macarena' para controlar la velocidad de las comprensiones «siempre son útiles». Habría que continuar con esta secuencia de 15-2 «hasta que el bebé recupere el aliento o el conocimiento, o hasta que llegue asistencia médica».
Diferencias con niños y adultos
Eso sí, cabe recordar que el proceso de reanimación es distinto si se trata de reanimar a un niño, de entre 1 y 8 años, o a un adulto. En el caso de tratar con un paciente en edad pediátrica, también habría que comenzar con las cinco ventilaciones de emergencia. Acto seguido, si el niño no ha recuperado el aliento o la consciencia, se comenzarían con las compresiones, usando el talón de una sola mano y siguiendo la secuencia de treinta compresiones y dos ventilaciones.
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En adultos, es más común que este tipo de paradas o ataques se den por motivos cardíacos, no respiratorios, por lo que las primeras cinco insuflaciones de emergencia no se llevan a cabo. Para la RCP se sigue la una frecuencia de treinta compresiones -unas 100 por minuto-, para las que usa ambas manos, y dos ventilaciones en las que solo se coge la boca, no la nariz como en pacientes lactantes. En adultos, además, se recomienda hacer uso de un desfibrilador en cuanto esté disponible.
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