«No queremos volver a las clases online»
Los alumnos de 3º y 4º de la ESO y Bachiller, junto a FP, han sido los últimos en volver a las aulas, un curso que iniciaron ayer en mitad de la huelga de profesores. «Necesitamos una rutina», reconocen
ANA CHUECA
Miércoles, 16 de septiembre 2020, 06:17
«Necesitamos una rutina», admitía ayer por la mañana Elene Sesen de 16 años, a la salida del instituto Usandizaga en Donostia. La pereza del ... primer día después de las vacaciones de verano dejaba paso a las ganas por recuperar cierta normalidad en estos tiempos de coronavirus, constataba esta joven vecina de Oiartzun que ayer empezó el primer curso del bachiller artístico en Usandizaga.
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Como ella, miles de alumnos de 3º y 4º de la ESO y de Bachiller volvieron ayer a las aulas después de seis meses sin clases, primero por el confinamiento y luego por las vacaciones de verano. Los alumnos cumplieron con la primera jornada en mitad de la huelga convocada por los sindicatos de la enseñanza por la situación que la crisis del coronavirus ha creado en los centros educativos.
A la salida del instituto Usandizaga, después de la presentación del primer día, que consistió básicamente en repasar las nuevas medidas de seguridad e higiene, Elene comentaba cómo será el nuevo curso con Naroa Plaza, de Zumaia, también matriculada para comenzar el bachiller artístico. «Un poco nerviosas, pero bien», resumían las dos amigas. «Da un poco de miedo», reconocían por la situación del coronavirus, «pero también es ilusionante volver a clase».
Sobre tener que llevar la mascarilla durante todo el día, lo que supone más de siete horas seguidas, las dos se resignaban: «A veces terminas con dolor de cabeza pero es lo que hay». Las dos alumnas también contaban que como medida de prevención «nos cogen la temperatura antes de entrar a clase y entramos al edificio por puertas diferentes dependiendo de qué clase somos».
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Más allá de las medidas de seguridad frente al covid que enumeran Elene y Naroa, Emma Herrera, Maider Baztan, Iraia de Oliveira, Karlota Aristondo, Maddie Alcain, todas de Donostia, y Olaia Santos, de Errenteria, se mostraban más preocupadas por el tema de la distancia de seguridad.
«Somos el mismo número de alumnos en el mismo espacio que el año pasado y no hay distancia de seguridad que valga», reflejaba este grupo de amigas que ayer comenzaba segundo de bachiller de Ciencias y Humanidades mixtas. «Al final los profesores o el instituto tampoco tienen la culpa de que no se mantenga la distancia de seguridad. Ellos no pueden hacer otra cosa con lo que tienen», coincidían todas. El grupo no veía con demasiado optimismo este nuevo curso que comenzó ayer: «Fatal. Viendo cómo está todo y la de casos que hay, no creo que acabemos el curso de forma presencial», sentenció Emma.
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Aun así, las amigas esperaban que no se repitiera la situación del curso pasado, cuando de un día para otro tuvieron que adaptarse a la enseñanza online. «Los profesores todavía no nos han dicho cómo haremos, pero esperemos que estén preparados por si tenemos que volver a las clases a distancia», pedía Maddie.
«De todo lo que estudiamos en casa no nos acordamos de nada», aseguraba Iraia, aludiendo a la dificultad de concentrarse con las distracciones del hogar y dejando de manifiesto el inconveniente que eso puede suponer para este nuevo curso. «La materia de la tercera evaluación -la que tuvieron que recibir desde casa por la cuarentena- también entra en segundo de bachiller y por tanto en selectividad», añadía Emma. «Yo quiero poder acabar el bachillerato», pedía Iraia, aunque sin tenerlas todas consigo.
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«La verdad es que todo el esfuerzo que han invertido en hacer los protocolos y preparar las instalaciones del instituto lo podían haber volcado en prepararse para la enseñanza online», apuntaba Mesay Martínez, desde otro grupo de alumnos a la salida del instituto situado en el barrio donostiarra de Amara. «Aquí también viene mucha gente de otros pueblos y cogen todos los días el tren o el transporte público y tampoco han pensado cómo podrían controlar eso», añadía Jose Luis Ibarra Loor, alumno del bachiller de Humanidades puras.
A Alexander Beristain López, Lauritz Villalto, Mayte Rodríguez, Naiara Ulanga y Nerea Cuenca, sentados con Mesay y Jose Luis en un banco, se les agolpaban las preguntas sobre cómo sería el día a día de este nuevo curso. «¿Cómo va a ser lo de los baños? ¿Tienen que desinfectarlos cada vez que los usemos? ¿O bastará con desinfectarnos las manos al entrar y salir?». «Creo que habrá que pedir turno para ir sin que se hagan colas», contestaba Mesay.
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«Y con las clases de gimnasia, ¿qué?», inquiría a sus amigos Naiara. «¿Tendremos que llevar la mascarilla mientras hacemos deporte? No nos harán correr, ¿verdad?», insistía. «No podremos sudar mucho porque las duchas sí que están cerradas», le contestaban.
A África Luis Simó, de Villabona, e Iker Delgado, de Pasaia, que ayer comenzaron el primer curso del bachillerato artístico, tampoco les quedaba claro cómo serían las clases de gimnasia, pero andaban más preocupados por la mascarilla. «Yo soy asmático», contaba Iker, «y si lo necesito o en algún momento me molesta estoy exento de ponérmela, aunque siempre la llevo. Siete horas de clase con el protector puede agobiar, pero es lo que hay», asumía.
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A pesar de la pereza del primer día y de los madrugones para venir desde Villabona y Pasaia, tanto África como Iker seguían prefiriendo la enseñanza presencial: «En casa es imposible concentrarse. Nos cuesta mucho estar pendientes del ordenador todo el rato. Esperamos no tener que volver a eso», confiaban.
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