Pantallas y menores, el desafío del verano

«Es un dato que entra dentro de la lógica», afirma la andoaindarra Mirene Beriain, pediatra de Atención Primaria en Osakidetza y madre de tres jóvenes de 13, 11 y 9 años. Esa tercera parte del día que pasan dentro del entorno escolar se esfuma durante dos meses y medio, «y tienen mucho más tiempo libre que las familias deben rellenarlo como buenamente pueden», explica Beriain, que también forma parte del movimiento Altxa Burua. Igualmente, añade que «estas amenazas ya existían antes de los teléfonos inteligentes y las tablets. Hace 20 años eran las videoconsolas, por ejemplo».

Del análisis de Qustodio se desprende también que los menores «pasan una media de cuatro horas al día conectados a las pantallas. Ese aumento del 30% de la exposición en verano se traduce en mayor uso de las redes sociales, vídeos online, streaming, juegos... Crece todo en general», se puede apreciar en el estudio.

En esa línea de inquietud de cara al verano y a esa sobreexposición a los dispositivos digitales también se encuentra Aitor Zuñiga, vecino de Astigarraga, miembro de Altxa Burua y padre de un chaval de 11 años y otro de 6. Para él es una verdad incontestable «que estas semanas veraniegas, especialmente para los que tienen niños pequeños en casa, son un reto importante». Por ello, en su casa su mujer y él creen que «si no controlamos el uso de las pantallas se va a disparar, eso lo tenemos claro. Los críos tienen en este periodo un bombardeo tremendo de entretenimiento digital y tenemos que estar encima».

Zuñiga, miembro activo del grupo de Altxa Burua en Astigarraga, es consciente de «la tentación de ponerles delante de la televisión para así poder ganar tiempo y dedicarte a otras tareas. ¿Quién no lo ha pensado alguna vez?». Con todo, considera que si el verano «se prepara bien, con antelación, se puede mitigar esa amenaza. Hablo de los udalekus, la playa, la piscina...». Y si en algún momento, dentro de todo ese frenesí de actividades y excursiones, los niños se aburren, «no pasa absolutamente nada. De hecho, eso puede provocar que ellos mismos se busquen la vida para divertirse de algún otro modo».

Para la pediatra Mirene Beriain una de las claves está «en el contexto. Al igual que hemos puesto límites durante el año, el verano no puede ser diferente. Las familias tienen que hacer muchas veces equilibrios para poder cuidar de sus hijos, pero también deben hacer un sacrificio para compartir con ellos el máximo tiempo posible de ocio... Aunque estemos cansados». En su caso, admite entre risas, «mis hijos han pinchado en hueso con sus padres. Están bastante resignados con el tema de las pantallas, porque les hemos explicado que hay ciertas cosas de la tecnología para las que no están preparados».

El verano, subraya Beriain, «es una época para bajar el pistón» y, al igual que opinaba Zuñiga, «para aburrirse. Si no, los críos no van a pensar en formas nuevas de entretenerse». Por su consulta médica pasan muchas familias, «y si bien aún no hemos atendido ningún caso concreto de un problema de adicción al móvil», aclara, «sí es verdad que vienen padres preocupados porque su hijo está triste, otro que no descansa... Hay casos en los que detrás de dolencias cotidianas hay un uso inadecuado de los dispositivos digitales».

Con el fin de conocer la relación que tienen los jóvenes del entorno de su localidad -Beriain vive en Bizkaia- con los smartphones, este curso hicieron unos cuestionarios para alumnos de la ESO y Bachillerato, en el que una de las preguntas era si dormían con el teléfono móvil cerca de ellos, «y los resultados arrojaron que el 73% lo hacía». «Es algo que te preocupa realmente, porque esto es de 1º de higiene de sueño. Algo muy básico», explica. Aunque a esta profesional de la salud ya pocas cosas le sorprenden, más si cabe cuando «me he encontrado no una, ni dos, si no varias veces, a txikis de dos y tres años montados en el carro en la consulta esperando con un teléfono móvil en las manos. Por eso pienso, como madre y como pediatra, que es muy importante que las familias sean conscientes del riesgo que supone para sus hijos un uso inadecuado de la tecnología». En este punto, recalca que «Altxa Burua no es, como algunos se empeñan en asegurar, un movimiento antitecnología. Es un movimiento para concienciar sobre sus peligros entre los menores».

Igone, una madre de un niño de 12 años, cuenta desde Tolosa que «si este tema no lo has trabajado antes en casa, a lo largo de todo el año... De poco sirve ponerte serio ahora en verano». Admite que «claro que el verano y las pantallas preocupan, pero en nuestro caso vamos a intentar seguir una dinámica parecida a la del resto del año», y agrega que «por muy autónomo que sea nuestro hijo y por mucho que le guste estar en la calle con sus amigos, también nos pide de vez en cuando jugar con el móvil, ver YouTube...».

¿Y en ese caso, qué? «Medimos bien el tiempo que utiliza en casa el smartphone», responde esta miembro de Altxa Burua, «pero en la calle, si quiere salir con un teléfono lo hace con uno que le damos nosotros, que es uno de esos que solo vale para llamar y recibir llamadas». La receta del verano para Igone se compone de «mucha piscina, polideportivo, bicicleta... y la familia».