«Nuestro objetivo es buscar la autonomía del alumno en todos los aspectos»
En el CRI de Donostia acompañan a menores y sus familias con problemas de visión diagnosticados durante su escolarización
En el centro de recursos para la inclusión educativa para el alumnado con discapacidad visual de Gipuzkoa, el CRI, trabajan para que sus alumnos ... sean lo más independientes posible. Está situado en el barrio de Bidebieta de Donostia, donde trabajan 19 personas y se adaptan a las necesidades de cada menor diagnosticado con problemas de visión, desde quienes tienen baja visión a menores ciegos totales. «Nuestro objetivo es siempre buscar la autonomía de los alumnos a todos los niveles: social, vida diaria, y en los estudios», recalca la directora del centro Merche Andrés. Para ello «acompañamos al menor, a sus familias y al colegio del niño en el proceso educativo del alumno».
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153 alumnos
con discapacidad visual atienden este curso en el CRI de Donostia.
Este curso atienden a 153 alumnos, «cada uno con sus particularidades». Llegan a su puerta con un «obligatorio» diagnóstico médico. «Cada vez se mira más y se mira mejor. Y cuanto antes se diagnostica, antes podemos trabajar la atención temprana, con lo que su proceso educativo será mejor». En el CRI valoran qué recursos necesita cada alumno. «Comprobamos qué puede hacer y en qué tiene dificultades, así como las estrategias que ha desarrollado». Y asesoran tanto al menor como a los padres y a los propios colegios. «Nuestra idea es poder ir retirándonos. Enseñamos qué hacer con el objetivo de que cada vez nos necesiten menos».
«El centro escolar es el que decide qué tienen que estudiar y nosotros asesoramos sobre qué necesitan los alumnos para que puedan aprender», explica Andrés. «Si, por ejemplo, tiene una baja visión y necesita una pantalla grande de ordenador, una fotocopia con un cuerpo más grande...». Su presencia en los colegios suele ser bien acogida. «Vemos que la implicación del profesorado depende mucho de la persona. Nos ayuda a valorar todo el personal del centro, incluso hasta el personal del comedor». Aunque lamenta los problemas de cambio de personal. «Cuando hay mucho vaivén, se pierden nuestras informaciones y, la verdad, agota».
«Quitamos muchos miedos de las familias por el futuro de sus hijos»
En el caso de una ceguera total. «Tenemos un currículum específico que va desde aprender a leer en braille a saber desplazarse sin peligro, o la utilización de audios o aparatos específicos para ellos. También les enseñamos habilidades sociales y de la vida diaria, desde cómo comer, aprender a vestirse o saber estar a la hora de escuchar a otra persona».
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La tarea de aprendizaje empieza con el alumno y continua con las familias. «Son fundamentales, porque nosotros damos las pautas pero deben continuar en casa». Son también los encargados de quitar muchos miedos. «Los padres vienen con un diagnóstico, muchas veces rotos, y no saben qué hacer. Aquí les damos una orientación. Les ayudamos a entender qué no pueden hacer sus hijos, pero sobre todo qué sí pueden hacer, y en esas cosas vamos a estar ahí», subraya.
Cada alumno requiere de una atención especializada y diferenciada. «Atendemos en toda la etapa escolar hasta que hacen la Evau, en FP, la EPA y la escuela oficial de idiomas. Unos necesitan que estemos, por ejemplo, cinco horas semanales con ellos, otros una visita trimestral. También hacemos sesiones presenciales en este propio centro cuando son por ejemplo muy pequeños y es difícil dar pautas dentro del aula. Depende de cada caso».
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