La importancia de gestionar bien la escena del crimen
Cursos de Verano de la UPV ·
El Palacio Miramar fue escenario ayer de un crimen simulado para mostrar a futuros policías, jueces y forenses cómo tratar e interpretar las pistasEl cuerpo de un hombre muerto apareció ayer en el interior del Palacio Miramar de San Sebastián, donde se desarrollan los Cursos de Verano de la UPV-EHU. Fue descubierto a primera hora de la mañana por una de las administrativas de los Cursos, que de inmediato dio la voz de alarma al 112. En una primera inspección el cadáver presentaba dos heridas incisas en el antebrazo izquierdo, lo que podría inducir a pensar en un suicidio. También un hematoma en el ojo derecho, erosiones en el dorso de la nariz y una fractura en el quinto metacarpiano de la mano derecha, señales aparentes de haber protagonizado una pelea. En el lugar de los hechos había una mesa con un par de platos con restos de sándwiches, dos envases de yogures ya consumidos, sendas cucharillas, un par de vasos vacíos y dos latas de cerveza también vacías. Evidencias de que el difunto había compartido un tentempié con otra persona. Además, sobre la mesa había un cuchillo y un trapo con una sustancia rojiza que podría ser sangre. Y en el suelo, una cartera sin dinero, con un DNI y dos fotos de dos niñas. Sobre el piso había marcadas huellas que no se correspondían con la suela del calzado que llevaba puesto el finado.
No es un caso real, sino un ejercicio práctico que servía como colofón ayer a la primera jornada del curso 'Ciencias Forenses y Criminalística: La gestión judicial y policial de la escena del crimen', dirigido por Isabel Germán, magistrada suplente en la Audiencia de Gipuzkoa e investigadora doctora del Instituto Vasco de Criminología, y por el reconocido médico y antropólogo forense Paco Etxeberria. Cerca de 60 alumnos debían poner en práctica por grupos lo que habían aprendido durante las ponencias de la mañana y gestionar adecuadamente ese primer contacto con el escenario del crimen desde una triple perspectiva que se corresponde con las actuaciones de los primeros actores participantes en estos casos: policía judicial, comitiva judicial (compuesta por el juez de guardia, un secretario judicial y un médico forense), y policía científica.
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La primera premisa para todos ellos es no alterar nada del escenario del crimen para evitar dañar, destruir o invalidar posibles pruebas, lo que implica no tocar nada, incluso tratando de acceder al lugar por un «escenario ilógico» (alternativo). Si no es posible, se marca un pasillo bien delimitado por el que deberá transitar toda persona que acceda y salga del lugar del crimen. Un trabajo que normalmente hace la policía judicial, encargada del primer análisis de la situación al ser la que recibe el aviso. Si se trata de un caso grave (con presencia de un cadáver, como en este ejemplo), se da aviso al juzgado de guardia para que acuda la comitiva judicial. Es este trío (forense, juez y secretario) el que determina el levantamiento del cadáver tras certificar la muerte y una vez que la tercera pata, la policía científica, termina su trabajo, que consiste en perimetrar y proteger la escena del crimen, recabar toda la información posible buscando posibles pistas (huellas, restos de ADN, de munición, armas...), marcar y enumerar esas evidencias, hacer un croquis y descripción precisa del escenario, y embalar las posibles pruebas para su análisis y, en su caso, envío al laboratorio.
Pistas forenses
Para los no iniciados, el ejemplo sirvió para aprender detalles forenses que ayudan a determinar el momento del fallecimiento. Así, Etxeberria explicó que un cuerpo que no tiene rigidez indica que ha muerto hace menos de 12 horas o más de dos días. Del mismo modo, informó de que la temperatura de un cadáver se va igualando con la del ambiente durante las primeras 24 horas, por lo que si un cuerpo tiene la misma temperatura que el lugar donde ha sido encontrado es que lleva allí más de un día. Por eso una de las primeras tareas del forense es tomar la temperatura del finado. El método más certero es a través del recto. Otra pista es la posible aparición de vello. El forense explicó que «no es que a los muertos les salga pelo, es que al deshidratarse el cuerpo la piel se retrae y hace asomar el vello que está bajo ella».
Junto a Etxeberria, ejercieron de instructores del caso Iñaki Irusta, ertzaina jubilado que ejerció de jefe de Área de la Policía Científica hasta 2021; y Laura Pego, investigadora doctora en el Instituto Vasco de Criminología.
El primero aseguró que «es cuestión de tiempo» que cualquier crimen acabe aclarándose y hallando al o los culpables. Y puso como ejemplos el caso recién conocido del etarra Mikel Kabikoitz Karrera Sarobe, 'Ata', que acaba de ser identificado como uno de los autores del atentado que acabó con la vida de los ertzainas Francisco Javier Mijangos y Ana Isabel Arostegi en Beasain el 23 de noviembre de 2001; o el del 'violador de Gipuzkoa', quien tras ser detenido y condenado por una agresión sexual en 2019, también ha sido sentenciado por otra violación en Lasarte-Oria el 1 de enero de 2015 y al que se achacan otra presunta violación y dos tentativas de agresión en Andoain, Tolosa y Anoeta entre 2012 y 2013.
Adelantos científicos
Estos reconocimientos en crímenes pasados son posibles gracias a la conservación de las pruebas por parte de las fuerzas policiales y a los últimos adelantos científicos en materia de genética forense, que permiten detectar restos de ADN donde hace años no era posible. En el caso de 'Ata', en el envoltorio de un caramelo.
El caso simulado de Miramar no obtuvo respuesta ayer, aunque tampoco era el objetivo del ejercicio, diseñado para que los alumnos planificasen las acciones a llevar a cabo, describieran el escenario del crimen (croquis) y planteasen diversas hipótesis para orientar el caso (interpretación). No es algo anómalo. Pocas veces se resuelve un caso tan pronto a la primera. Suelen hacer falta investigaciones posteriores sobre la base de las pistas obtenidas, así que hará falta tiempo para descubrir si el 'fallecido' de Miramar fue asesinado por su compañero de tentempié, una tercera persona, o se suicidó.