Ane Goienetxe: «El temario de mate nos ha costado más. Seguirlo online es durísimo»

«La semana que viene va a ser de tranquilidad para todos. Además de quitarnos las mascarillas ya no vamos a tener que limpiar los pupitres con cada cambio de clase», dice Maite Álvarez, directora de Bachillerato de Aldapeta María Ikastetxea, que asegura que «los colegios han aguantado bien la pandemia, aunque con mucho esfuerzo».

Será un descanso y el momento de hacer un balance de los daños, que tampoco parecen ser tantos como se esperaba cuando todo comenzó hace más de dos años. «Puede haber habido una cierta pérdida de conocimientos, tras los meses de confinamiento volver al ritmo de trabajo de la clase nos afectó a todos. Afortunadamente hemos podido tener después actividad educativa presencial y ahí ya se ha ido corrigiendo todo con la ventaja de que apenas ha habido confinamientos en este último curso. Quitados esos primeros meses hemos podido garantizar la actividad educativa presencial, sobre todo en Bachillerato. Lo que los profesores nos transmiten es que los alumnos se han mantenido, no han perdido un año; no notamos grandes diferencias con respecto a otros cursos de antes de la pandemia. Van a llegar preparados a la Universidad», explica.

«Podría haber sido bastante peor», dice Álvarez. Hubo un momento crucial que marcó un antes y un después y que sirvió para limitar pérdidas entre los estudiantes. Fue cuando las administraciones sanitarias y educativas tuvieron que afrontar la decisión de reabrir o no los colegios tras el confinamiento sin saber muy bien qué podría ocurrir con un virus que todavía campaba por sus anchas. «La reapertura en medio de la pandemia fue arriesgada. Lo más fácil habría sido dejar en sus casas a los de Bachillerato o confinar a una clase entera con un positivo. Aquí teníamos el miedo de que como son más mayores y se podían quedar solos en casa se les confinara con más alegría, pero eso no ha ocurrido. Se ha respetado su necesidad académica y social de estar con sus compañeros.». Al final se abrieron los colegios y la apuesta salió bien. «Nos volvieron locos con los protocolos pero al final ha sido beneficioso y la presencialidad ha sido máxima».

Esa presencialidad es la que ha impedido que los dos últimos cursos hayan sido un desastre para los alumnos. Una de las lecciones que ha ofrecido la pandemia es que se pueden dar clases online, pero como el aula y la pizarra no hay nada. «Hemos visto que la educación no es solo la adquisición de contenidos. Ha quedado demostrado que los profesores somos importantes presencialmente , que no es suficiente con el ordenador y que también es muy importante la presencia de los compañeros para el aprendizaje».