«Hay que dar a los niños todas las oportunidades»
Educación concertada ·
En el colegio concertado donostiarra Presentación de María la gran mayoría de alumnos son del sur o el centro de AméricaUna niña se pasea por la recepción mientras come una ciruela. Es menuda, quizá de unos cuatro años, o puede que tres. Aguarda con ... su madre y su hermano el turno para probarse el chándal del colegio. Frente al mostrador de la secretaría, una fila de mujeres hace cola para firmar los documentos pendientes del inicio del curso. Hablan entre ellas con acentos diferentes. Pueden ser hondureñas, ecuatorianas, colombianas, nicaragüenses o colombianas. Es como en Babel pero al revés. Distintos orígenes, la misma lengua. Y un mismo objetivo: la educación de los hijos.
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Son las 9.30 de la mañana. Acaba de comenzar un nuevo día en el colegio concertado Presentación de María, en San Sebastián que imparte enseñanza desde cero a tres años hasta Secundaria a cerca de 300 estudiantes, aunque el número varía a lo largo del curso. «Después de las navidades van llegando muchos nuevos alumnos. Sabemos cuántos empezamos pero no cuántos acabamos, el flujo es continuo», dice Maite Pérez, la directora del centro.
El colegio donostiarra es un centro que desdice la máxima de que las escuelas públicas acogen en sus aulas a alumnos de familias inmigrantes con escasos recursos, mientras que en los centros concertados o privados la presencia de estudiantes de fuera, muchas veces europeos o norteamericanos, sirve para cubrir el expediente. En Presentación de María esta idea no tiene razón de ser. La gran mayoría de sus alumnos proceden de Sudamérica o Centroamérica.
«Solemos decir que nuestra función es ejercer de profesores, madres, psicólogos y médicos»
«Más que integrar en la escuela, nuestro objetivo es integrar en la sociedad. Para ello hay que darles a los niños todas las oportunidades posibles para un desarrollo emocional y académico. Nuestra intención es abrirles las puertas del futuro y no ponerles piedras en el camino», explica Maite Pérez.
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El colegio cuenta con un protocolo para atender a cada familia en cuanto matricula a sus hijos. El primer paso «es la escucha». «Solemos decir que nuestra función es ejercer de profesores, madres, psicólogos y médicos», asegura la directora. Se trata de escuchar sus problemas y, si hace falta, derivar cada caso a la red de organismos externos que ha ido tejiendo el centro y que no es precisamente pequeña.
«Nos ayudan muchos organismos y me gustaría agradecérselo» dice Maite Pérez, que comienza a citar de memoria a todos ellos con la esperanza de que no se le olvide ninguno. Por ahí aparecen el Banco de Alimentos, Zaporeak, los profesores jubilados de Hazi eta ikasi, que dan clases de refuerzo fuera del horario lectivo a los alumnos con problemas de aprendizaje, Sos Racismo, el servicio de intervención precoz del Ayuntamiento de Donostia, Hurralde, la Ertzaintza, que acude al centro a dar charlas, y los haurtxokos y gaztelekus.
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Es mucho, pero no suficiente. «Uno de los problemas a la hora de hacer actividades fuera del aula es la cuestión económica, porque no queremos asfixiar a las familias con más gastos. La Congregación de la Presentación de María, de la que depende el centro, «ayuda mucho», pero la directora echa en falta «a alguien o alguna fundación que nos ayude para hacer otras actividades».
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