Una antigua carta de amor en el Urumea

El curioso hallazgo se produjo a finales de septiembre, durante una de las actividades de limpieza del fondo del río que organiza la empresa Arrauning, también especializada en paseos en canoa y trainera. Las mareas vivas de la época estival remueven todo aquello que no debería estar en el fondo del río y «aprovechamos para hacer actividades de recogida», indica Unai Elizasu, propietario de la empresa.

A la altura de Astigarraga, a medida que avanzaban río arriba e iban llenando las embarcaciones de botellas de plástico, latas e incluso alguna rueda de patinete eléctrico, entre otras peculiaridades, aparecieron flotando entre las hojas dos cartas. «El papel de una era de peor calidad» y estaba más desgastada, pero la otra estaba en perfecto estado.

Se podía leer perfectamente que Regina, que vivía en Madrid, le escribía a su querido Fermín, «que interpretamos que vivía en Donostia». Le contaba lo que había hecho y cuánto disfrutó con él esos días que habían pasado juntos. He aquí la transcripción:

«Madrid, 19 de abril de 1965. Querido Fermín. Esta mañana he dormido hasta muy tarde, luego he ido a sacarme unas fotos que no sé cómo habré salido pues estaba medio dormida. Chatito no sabes cómo he disfrutado estos días, aunque el primero fue un poco 'tormentoso', el sexto fue de película. Cada día te quiero más cielo. Estoy muy contenta de pensar lo felices que somos. Me imagino que hoy estarás pasando un día malo después de estar sin dormir toda la noche (...). Fermín, qué contenta estoy a tu lado. Eres tan bueno, tan guapo, tan sol que me tienes hechizada. Además en este viaje he notado que tienes ciertos detalles que me gustan mucho y que antes no se me pasaban por la imaginación. He dado a tu hermana el libro que me prestaste del 'Abogado del diablo'. Pocholo, ya te dejo. Un beso muy fuerte para el novio mejor del mundo. Te quiero mucho. Tu Regina».

Imaginar que la carta naufragó durante años y sobrevivió a temporales y riadas otorga al hallazgo un halo romántico que contraviene las leyes de la física. Todo apunta a que «seguramente alguién que estaría haciendo limpieza en casa la tiraría poco antes, de alguna forma llegaría al río y nosotros la encontramos», señala Unai.