El diagnóstico cada vez más tardío del sida favorece los contagios
La asociación Harribeltza advierte de que el colectivo gay, ahora el más afectado, se ha relajado a la hora de tomar medidas preventivas
ANA VOZMEDIANO
Sábado, 30 de julio 2016, 08:40
«Prevención, prevención y prevención». Son las palabras de Joseba Errekalde de la asociación Harribeltza, que un verano más desde hace veinte años, recuerda el riesgo de contagio del VIH y repasa los datos más relevantes de los que disponen en relación con la enfermedad y con su incidencia en la población.
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La primera de estas cifras es la escasa variación del número de nuevos diagnósticos del virus desde 1998 hasta el pasado ejercicio de 2015 en Euskadi. Son entre 145 y 160 casos cada año, lo que implica que no se incrementan, pero que tampoco descienden como cabría esperar después de años de campañas de prevención y de concienciación sobre la necesidad de tomar medidas si se padece la enfermedad. Se sigue propagando.
Y además, con un agravante que fue subrayado ayer durante el acto celebrado por Harribeltza: el diagnóstico del VIH cada vez es más tardío. Los datos aportados por Osakidetza indican que el 48,3% de los diagnosticados tenían menos de 350 cd4, las células del sistema inmunológico que ponen de relieve las defensas de estas personas. Lo habitual es tener más de 500 y cuanto más disminuya este número, la enfermedad habrá avanzado más.
«Esto plantea numerosos problemas. El primero a la propia persona que padece el VIH, ya que cuanto más precoz sea la detección menos deterioro habrá causado en su cuerpo. Pero es que, además, cuantos más años esté contagiado sin saberlo, será más probable que pueda transmitirlo a más gente», explicó Errekalde, que recordó la importancia de recibir tratamiento.
Así, la edad media de las personas diagnosticadas es de 38,19 años, pero desde la propia asociación se estima que muchas de estas personas pueden llevar infectadades desde hace ocho o más años.
El caso es que este diagnóstico tardío es una de las causas que hacen que no descienda el número de nuevos casos, aunque la foto de los afectados sí ha evolucionado desde que la asociación comenzara a funcionar, hace más de veinte años.
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Porque el sida es ahora una enfermedad casi exclusivamente de transmisión sexual. Atrás quedaron los contagios en el mundo de la drogadicción y las jeringuillas y, además, tampoco es propio del colectivo heterosexual. Todo lo contrario, la transmisión más frecuente en la actualidad es la que se produce entre los hombres que mantienen sexo con hombres.
Eso sí, sigue siendo silenciosa, no da síntomas «como puede ocurrir con la gonorrea, por ejemplo» y ahora se ha cronificado tras la aparición de los retrovirales, que han eliminado la mortífera cara de una enfermedad que llevaba a la muerte segura.
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Pero, ¿qué ha ocurrido para que el colectivo que antes aprendió la lección de que la protección y la prevención en las relaciones sociales se haya relajado? ¿Qué ha pasado para que no se acuda a los médicos ahora que hay más facilidades para la detección y la sociedad afronta la enfermedad con mayor naturalidad que hace dos décadas?
Los expertos, los de Harribeltza incluidos, recuerdan que la mejor vacuna, la única posible, es que las personas estén diagnosticadas y tratadas para que no haya transmisiones. «No existe el miedo a la muerte segura de los años 90, pero esta es una enfermedad muy dura, se sufre mucho y lo mejor es saber si la tienes y qué tratamiento puedes tomar».
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Nuevas herramientas
Precisamente por eso existe una cierta sensación de que serán necesarias nuevas herramientas para fomentar la prevención y la protección ante un posible contagio, como los autotest, «que se venden en farmacias de Reino Unido o Francia y por supuesto por internet». En cualquier caso, la persona que se realice este examen debe estar preparado para saber qué ocurrirá si el diagnóstico es positivo, es decir, si tiene la enfermedad.
Se habla también de las profilaxis pre exposición, tratamientos que se toman antes de que se vaya a acudir a una noche loca en la que no se quieren usar preservativos. «Son nuevas herramientas que algunos ven con buenos ojos, pero todavía hay muchos aspectos a analizar como los efectos secundarios, por ejemplo -observa Errekondo-. Ahora sí existe la profilaxis post exposición, es decir, acudir a urgencias después de un encuentro del que se sospecha, no solo sexual, sino también para el personal sanitario si se pincha atendiendo a un infectado».
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