«Este verano hay una invasión de gaviotas y llegan a dar miedo»
Varios vecinos del Centro de Donostia denuncian que la proliferación de estas aves les impide usar sus terrazas o dormir por las noches
Leticia Alfonso
Domingo, 7 de septiembre 2025, 00:19
Vecinos del Centro de San Sebastián aseguran que las gaviotas les han impedido vivir tranquilos en sus casas este verano, cuando han percibido un notable ... aumento de estas aves en sus tejados y azoteas, donde en varias ocasiones han llegado a poner sus nidos. «A las 4 de la mañana sus ruidos son insoportables y no nos dejan dormir», asegura a este periódico Patxi Bereciartua, residente en la calle Manterola. «Además pican el lucero del patio con la intención de romperlo, da bastante miedo», añade preocupado. «Yo soy mayor, llevo toda la vida en este barrio, y nunca había vivido algo así. ¡Este verano hay una invasión!».
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Otra vecina de la calle San Martín, Karmele Egues, también confiesa tener miedo a las gaviotas que rodean su casa. «Cuando salgo a la terraza vuelan tan cerca de mi cabeza que me dan miedo». Egues, propietaria del comercio Un rincón para ti, dice que se ha tenido que acostumbrar a convivir con gaviotas durante cerca de cuatro meses del año, especialmente desde abril hasta julio, que es la época en la que suelen poner sus nidos. En los dos últimos años las gaviotas han encontrado en el tejado de su comunidad –ella vive en un ático– un lugar escondido ideal para anidar. «Este año nos han quitado dos nidos, pero nos pueden llegar a hacer hasta tres», comenta esta vecina, que apunta que ella y sus conocidos consideran que este verano ha habido «una notable subida» en el número de gaviotas tanto en los tejados de los edificios como en la playa.
Se despierta a las seis de la mañana por culpa de los graznidos mañaneros de las gaviotas, que duran de una a dos horas. «Hay días que los gritos son insoportables», protesta Egues, que confiesa que en muchos momentos ha renunciado a utilizar su terraza para no tener un encontronazo con las aves. «Resulta que son muy territoriales», comenta al tiempo que admite que se ha hecho «experta en gaviotas» buscando solución a su problema. Esa territorialidad hace que defiendan el nido y sus alrededores de forasteros, y la terraza de Karmele Egues se encuentra en dicho territorio. Cada vez que quiere hacer uso de la terraza debe abrir el toldo, o de lo contrario es víctima de los gritos y vuelos demasiado bajos de las gaviotas, que buscan que se sienta amenazada y huya del territorio 'ocupado'.
Además de ser animales territoriales, también son fieles, no solo con las parejas sino con los lugares, lo que hace que vuelvan cada año al tejado de Karmele. «Una pareja ha cogido como territorio este tejado, han decidido que esta es su casa». Además, «tienen un acompañante porque hay un tercero, que no sé si es una de las crías que nacieron el año pasado que también vuelve».
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Ha probado todos los remedios que se le han ocurrido, desde poner cortinas con flecos extravagantes que les asusten, hasta solicitar una visita de la Guardia Forestal el año pasado. Los agentes forestales, tras revisar el tejado, advirtieron del peligro que suponen las gaviotas, que pueden ser muy agresivas sobre todo cuando defienden a sus crías. De hecho, no pudieron actuar sobre los nidos porque en ese momento había crías en ellos. Un día de absoluta desesperación, Karmele Egues llegó a llamar a la Guardia Municipal «porque parecía que las gaviotas me querían atacar. Pero los 'municipales' me dijeron que no podían hacer nada».
Karmele no es la única vecina del Centro que ha llamado a las autoridades pidiendo respuestas. En la asociación Erdian Bizi las protestas se han acumulado este verano. Unas vecinas de la calle Urbieta decidieron llamar al Ayuntamiento para pedir soluciones ya que «el ruido te despierta, es horrible, y en el patio es constante todo el día». La respuesta que recibieron fue que el número de estas aves está controlado y que no podían hacer más.
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Ainhoa Becerro, presidenta de una comunidad de la calle San Martín, contactó con Anticimex, una empresa contra plagas recomendada por Aranzadi, que ha hecho un seguimiento del tema. Esta compañía, que actúa solo con previa autorización de la Diputación, ha instalado unos hilos de pita en el lugar donde había un nido para que tenga una función disuasoria en las gaviotas si quieren volver a hacerlo. Anticimex apuntó a los vecinos que el 70% de las gaviotas repiten lugar para instalar el nido cada temporada, por lo que es probable que vuelvan el año que viene.
La única solución definitiva aparente es la del Hotel Zenit, vecino del edificio de Karmele Egues, cuyo tejado es una terraza con piscina y al «estar por la mañana los de mantenimiento y por la tarde siempre hay cinco o seis personas en la piscina, no nos molestan las gaviotas al no tener lugar para poner nidos», asegura la directora del hotel, Nerea Manzano.
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El error de alimentarlas
Justo lo contrario ocurre en un edifico de la calle San Marcial, donde una vecina del sexto decidió alimentar a las aves «porque le daban pena», lo que atrajo aún más gaviotas. Algunos vecinos aseguran que lleva haciéndolo desde 2018 y añaden que le han trasladado su enfado en la junta de la comunidad en varias ocasiones. Creen que han logrado convencerla de que deje está práctica y «parece que lleva unos meses sin hacerlo, pero han sido muchos años aguantando ruidos horrorosos».
La misma historia expone Luis Mari Flórez, vecina de San Marcial 40. «A mi vecina del último piso le afecta mucho, porque como la de enfrente les da de comer, siempre tiene gaviotas en el tejado». Afirma que «llevamos así cinco años y el problema cada vez va a más».
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