Los vecinos del paseo del Faro advirtieron del «alto riesgo» de desprendimientos en Igeldo
Informaron de que los refuerzos de la ladera se veían «reventados» y «rotos» desde hace años y denuncian la «dejadez» del Ayuntamiento y el «abandono» que sufren
Los vecinos del paseo del Faro han dicho basta. Llevan años reclamando atención al Ayuntamiento y reclaman mejoras en asuntos básicos como el alumbrado público, ... la limpieza, la recogida de residuos, el mantenimiento de calzadas y aceras y la seguridad vial, pero la gota que ha colmado el vaso de su paciencia ha sido el deslizamiento de tierras registrado el pasado mes de enero.
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«Llevamos tiempo advirtiendo del alto riesgo de derrumbes» en la ladera de Igeldo, asegura Félix Baquedano, quien junto a otros residentes del ámbito ha reactivado la antigua asociación vecinal para defender sus demandas ante los responsables municipales.
Algunas viviendas han estado un mes sin agua caliente ni calefacción por las obras en curso
suministro
En marzo de 2018, tras otro corrimiento ocurrido de madrugada, expusieron su «gran preocupación» al consistorio en una carta en la que detallaban que la posibilidad de que algo así sucediera era «evidente» porque los refuerzos de la ladera se veían «reventados» y «rotos» desde hace «muchos años».
Desde entonces, han llamado en multitud de ocasiones alertando de la aparición de grietas en diferentes puntos del paseo, las más recientes, a principios de año, «del tamaño de un puño» en la mitad de la calzada. La Guardia Municipal procedió entonces a cortar el paso y cuando se le informó de que justo debajo estaba el Peine del Viento, cerró también el acceso al conjunto escultórico y de inmediato se iniciaron los trabajos de reparación actualmente en curso.
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«En los años 40 se cayó medio monte abajo», recuerda Baquedano, recuperando una historia de generaciones pasadas con imágenes en las que podía comprobarse que el perfil de la ladera era muy distinto al que hoy conocemos. «Mi madre me contó que la mancha de tierra y lodo cubrió toda la bahía de La Concha durante dos semanas y llegó hasta Pasaia. Todo ese material se deslizó por lo que actualmente es el Peine del Viento, que entonces no existía», relata.
Reclaman mejoras en iluminación, limpieza, mantenimiento, recogida de basuras y accesibilidad
demandas
Los obreros continúan trabajando en el lugar y se espera que en un mes terminen de sujetar la ladera y se pueda reabrir el paso a la esculturas. Entretanto, y debido a la rotura de una tubería de gas, algunas viviendas han estado varias semanas sin agua caliente y calefacción, con las incomodidades que ello conlleva.
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Caída de árboles
Aparte del problema de la inestabilidad del monte, los vecinos del paseo del Faro denuncian el «abandono» y «dejadez» municipal en asuntos resueltos en cualquier otro barrio de la ciudad. En el interior del túnel hay «constantes caídas de cascotes y piedras», así como de árboles por «falta de poda», circunstancia que no favorece el asentamiento del terreno.
Las «deformaciones» y «hundimientos» de la calzada son «visibles» sobre todo en la parte alta del paseo, riesgo al que hay que sumar el «peligro de accidente» por la conducción «temeraria» de algunos conductores, en especial «jóvenes» que suben al faro de Igeldo. «Esta situación impide que podamos acceder a nuestras casas a pie, en bicicleta, en moto o incluso en coche de forma segura», lamentan.
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La «falta de ornato y limpieza» es otra de sus demandas habituales. Las escaleras de comunicación entre las calles que conectan el túnel se hallan en «un estado lamentable de higiene e iluminación»: «No hay papeleras en toda la zona, salvo dos al inicio de la subida. A lo largo del paseo se ven desperdicios diseminados por la ladera», subraya Baquedano. Tampoco existen puntos de recogida selectiva de residuos –«aquí, todo va al contenedor verde»–, ni transporte público, ni un itinerario peatonal continuo.
El camión de la basura «excede en tonelaje» lo indicado al inicio de la carretera (3.500 kilos) y «es el principal causante» del mal estado de la calzada. Los muretes del arcén «necesitan un desbroce más frecuente», advierte. Y arriba del todo, a la altura del número 73, se ha generado un «pequeño vertedero ilegal en el que la gente echa de todo».
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