GU, una sociedad gastronómica adelantada a su tiempo
Intelectuales y artistas de todas las ideologías convivieron hace 90 años en un local dela Parte Vieja con obligación de tutearse, camastros para dormir y acceso permitido a las mujeres
Internet ha acabado con el pensamiento moderado, la empatía, la educación, el respeto y la ortografía. En apenas dos décadas, las redes sociales han demostrado la incapacidad del ser humano para hacer frente a su propia estulticia, hasta el punto de que los grandes males del siglo XX, que tras dos guerras mundiales parecían superados y olvidados, regresan con fuerza.
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Pero hubo un tiempo en que las personas podían debatir e incluso discutir sin caer en el insulto o la amenaza. Un ejemplo fue la Sociedad Gastronómica-Cultural GU, fundada hace 90 años por un grupo de intelectuales y artistas de la ciudad que estableció su sede en la Parte Vieja. Su única ideología era hacer del mundo algo mejor a través de las artes. Por su sede desfilaron personajes tan variopintos como Pío Baroja, Picasso, García Lorca o Primo de Rivera. Y convivieron en armonía hasta que la Guerra Civil llamó a la puerta.
Fundadores y directiva. La idea de crear la sociedad surgió en una tertulia que realizaban los arquitectos José Manuel Aizpurua y Eduardo Lagarde y los pintores Carlos Ribera, Juan Cabanas y Francisco Rodríguez Garrido, entre otros. Además de los cuatro primeros, en los estatutos de 1934 figuran como fundadores los también pintores Jesús Olasagasti y Julián de Tellaeche.
Eduardo Lagarde fue elegido rector de la directiva. «Seguramente confiaron en él por las numerosas sociedades que durante su vida había impulsado, así como por su buena relación con todos los artistas de San Sebastián y todo lo que había aportado a través de su estudio a todos ellos, en especial a los pintores y arquitectos», cuenta su nieto Eduardo Pagola.
Marcial Otegui fue nombrado administrador, al igual que Juan José Aguirreche, conferenciante, tenor y personaje muy importante en la actividad cultural donostiarra. Completaban la lista de socios los pintores Carlos Landi, Gaspar Montes Iturrioz y Ascensio Martiarena, los escritores Pío Baroja, Fernando Tobalina de Lucas y José Berruezo, los abogados Juan Pablo y Luis Lojendio, los fotógrafos Nicolás de Lekuona (también pintor) y Pascual Marín y los músicos Juan Tellería y Tomás Garbizu.
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Normas del local. En el número 13 de la calle Ángel estableció GU su sede social, un espacio pequeño que se caracterizaba por el buen gusto de las instalaciones. El interior imitaba un barco en cuya torre de control se situaba el púlpito para conferencias y discursos. Disponía de mesas y taburetes de estilo rústico y en sus paredes figuraban los cuatro caballos de la baraja: oros (riesgo y fortuna), copas (cautela y furor), espadas (heroísmo y modestia) y bastos (familiaridad y orden).
Dos camastros superpuestos empotrados en la pared, debidamente preparados, acogían a los artistas transeúntes que necesitaban pasar una noche en la capital guipuzcoana. La sociedad fue decorada por Olasagasti, Cabanas, Landi, Lagarde y Aizpurua, con unos gastos de acondicionamiento que ascendieron a unas 3.000 pesetas.
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Como normas básicas de comportamiento y convivencia, todos los socios tenían obligación de tutearse y adquirían la categoría de fundadores, estaba permitida la entrada de mujeres y se podía dormir en el local.
Las cenas bohemias. GU nació como un lugar para relacionarse, invitar a los artistas que estaban de paso en la ciudad y celebrar todo tipo de actividades artísticas como conferencias, exposiciones, recitales, reuniones literarias y políticas y actos de sociedad. Pronto se convirtió en espacio de reunión para amantes de la cultura y del arte al margen de cualquier ideología, donde hablaron y polemizaron intelectuales de todas las tendencias políticas.
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«La sociedad no estaba politizada. Era un ejemplo de camaradería y gremialismo por encima de ideas políticas», subraya Pagola, quien explica que «a los socios les unía la inquietud y el amor por el arte». Una vez por semana celebraban una cena bohemia, que constaba de solo un plato, al que uno de los socios invitaba a todos los demás.
Picasso, en la inauguración. Se celebró una cena inaugural con un ambiente neorromántico, mezcla de vanguardia y tradición, con asistencia de numerosos artistas e intelectuales de la época y de tendencias políticas dispares. El acto constituyó un acontecimiento cultural en la ciudad. En el listado de comensales, junto a la directiva, figuraban artistas como Pablo Picasso, Mauricio Flores Kaperotxipi o Miss Nancy, el escritor y periodista Ernesto Giménez Caballero o el arquitecto Víctor d'Ors, entre muchos otros.
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El periodista Rafael Sánchez Mazas, después ministro sin cartera con Franco, realizó la plática de inauguración y leyó unas cuartillas al final de la cena.
Ilustres visitantes. Durante los dos años que permaneció activa, por la sociedad pasaron personalidades y figuras históricas de diferentes ámbitos como Federico García Lorca (recitó 'Romancero gitano'), el guitarrista Regino Sainz de la Maza, José Antonio Primo de Rivera, el compositor Juan Tellería, el político Raimundo Fernández-Cuesta, el filósofo alemán Hermann Key-serling, el historiador Bartolomé Cossío, el arquitecto Pedro Muguruza, el pintor Gustavo de Maeztu o el poeta Max Aub. «Un ejemplo de la diversidad ideológica de GU», señala Pagola.
Lorca y Celaya. Un día coincidieron en la sociedad García Lorca, quien acompañaba a su amigo Aizpurua, y Gabriel Celaya, quien negó el saludo al arquitecto por sus diferencias ideológicas. Tras el encontronazo, el poeta donostiarra comentó: «Me preguntaba Federico por qué no había querido saludar a José Manuel Aizpurua y por qué entre los dos habíamos creado una situación tan tensa. Yo trataba de explicárselo con frenesí, quizá con sectarismo, y él, incidiendo en lo humano, trataba de explicarme que Aizpurua era un buen chico, que tenía una gran sensibilidad, que era muy inteligente, que adoraba mis poemas, etc. Hasta que, al fin, ante mi cada vez más violenta cerrazón, reaccionó o quizá quiso que abriera los ojos de sorpresa, con la confesión: José Manuel es como José Antonio Primo de Rivera. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Pues te lo digo. Solemos salir juntos en un taxi con las ventanillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con él».
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También polemizaron en el local Picasso y Primo de Rivera, quien visitó la sociedad en tres ocasiones, cuando el hijo del dictador y fundador de la Falange ofreció al pintor malagueño traer su obra a España asegurada y custodiada. Otra controversia fue la de Sánchez Mazas con los hermanos Baroja. «Todas con mucha educación y respeto», apunta Pagola. Con el estallido de la Guerra Civil finalizan los encuentros de este grupo de intelectuales en la sociedad GU. Unos mueren, otros se exilian y los que permanecen buscan lugares diferentes para su actividad artística.
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