Veneno y orgullo, bendito sufrimiento
'Fini', torero de plata con Perera, dijo en la mañana que bendito era el sufrimiento en los toros y se santiguó. El Fuente Ymbro que cogió a Perera se llamaba 'Veneno'
En la tarde de la segunda de Feria, Jesús Díez 'Fini' vestiría traje de luces azul marino y plata y habría lidiado el cuarto de ... la tarde si su toreador, Miguel Ángel Perera, no hubiera sido volteado, golpeado y conmocionado por 'Veneno' que era negro bragado, quinqueño y de 530 kilos. Tenía chula la cabeza y estaba bien armado de pitones. Era de esos toros que van midiendo a la criatura vestida de oros, alamares, machos, fajín, medias y bailarinas que tienen delante. La van midiendo para ajustar, como los buenos esgrimistas, como los buenos boxeadores, el tiempo preciso y la distancia perfecta para prenderla, voltearla, derribarla y volver a por ella, a por la criatura refulgente, rebañando arena y carne. 'Veneno' encontró ese tiempo y esa distancia y Miguel Ángel Perera acabó en el Hospital Universitario de Donostia San Sebastián.
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Cierto, el banderillero de Badajoz que ha formado parte de cuadrillas del señorío de las de Talavante o Ginés Marín, habló al mediodía del disfrute de tantos instantes de triunfo pero quizás intuyó algo de lo que pasaría en la tarde cuando tras hacerse los lotes de los toros que cada maestro lidiaría musitó 'bendito sufrimiento', ese del albero y la espada.
Un pálpito le debió atravesar a 'Fini' porque cuando los papelillos que contenían los nombres de los Fuente Ymbro ya estaban en el sombrero y cada quien tenía que elegir , por suerte ciega, los suyos, se santiguó y besó, nervioso, los nudillos. Intuiría algo de ese revolcón feo, de esa conmoción silenciosa. Intuiría, también, que 'Veneno' no iba a bajar la cabeza, no pensaba humillar y le pondría difícil la suerte suprema, la última, la de la estocada, a un Miguel Ángel dolorido, de andar incierto, vendado apresuradamente.
El caballo del alguacilillo, de la cuadra de Hermoso de Mendoza, es un nervioso e intenso tordo de cola blanquinegra
'Bendito sufrimiento'. Envenenado. Pero Perera, herido, atravesó el ruedo, sin chaquetilla, blanca la camisa desarbolada, con la oreja pedida por el público, concedida por la presidencia, en la mano. Iba camino de la enfermería en compañía de Jesús, de Daniel Huarte (de rioja y plata) y de Vicente Herrero que, de azul rey y azabache apuntilló bien al negro bragado que le había tomado de maravilla la distancia y el tiempo al toreador quien, de teja y oro, mereció triunfar en Illunbe. Y lo hizo. Con orgullo y sufrimiento.
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'Orgullo' se llama el tordo muy tordo del alguacilillo, el representante de la autoridad del presidente en el ruedo. Es de buena y altiva alzada, aún no está blanqueando su capa y tiene el nervio de los caballos de raza. Ayer estaba más tranquilo que la primera tarde de feria cuando hubo muchos de los suyos, muchos de la cuadra de Hermoso de Mendoza en la plaza. Más tranquilo, sí, pero mostrando su estirpe, de esas que para dominarlas debes demostrar que mereces su respeto.Hubo un novillo en Ceclavin, Cáceres, al que un muchacho de aquí cortó, toreándole bonito por el pitón derecho, las dos orejas y el rabo. El muchacho se llama Ekaitz Moreno y tiene 19 años.
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