«No es una barcaza, sino un barco»
El tipo de construcción del pecio localizado en la playa de Ondarreta podría indicar que es más antiguo de lo estimado
Los arqueólogos de la Diputación que se acercaron durante la bajamar de ayer al pecio descubierto el pasado miércoles en la playa de Ondarreta encontraron ... lo que ya esperaban, es decir, arena. Tras los trabajos realizados el jueves para tratar de delimitar los restos, bastó una noche para cubrirlos de nuevo, aunque en esta segunda jornada los técnicos contaban con varias ventajas.
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La primera de ellas, que ya sabían dónde tenían que buscar. La segunda, que iban provistos de maquinaria. Con la ayuda de una pequeña excavadora y una bomba para drenar el agua que continuamente inundaba las zonas excavadas, el equipo de arqueólogos pudo dar más pasos en la complicada labor de darle una identidad a los tablones ennegrecidos por el agua y el tiempo que asoman entre la arena y las piedras de la playa.
«Está claro que no es una barcaza, sino un barco», explica a este periódico la arqueóloga foral Mertxe Urteaga. En las barcazas, el material que transportan descansa directamente sobre las cuadernas del casco, pero en el caso del pecio de Ondarreta, ayer se pudo comprobar que «tenía cubierta». Se trataría de una embarcación con mástil y de al menos doce metros de eslora, aunque aún no se han encontrado sus extremos, por lo que puede ser más grande. Lo que sí se ha localizado son trancas del casco exterior y una sección de tres metros de manga (la anchura de una nave). No es mucho, lo que parece indicar «que no está entera».
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El hallazgo de trozos de mineral de hierro junto a los restos proporcionó el jueves una primera pista sobre la embarcación. Al parecer, se trata del casco de una de las muchas naves que transportaron este mineral desde Somorrostro, en Bizkaia, a las ferrerías guipuzcoanas entre los siglos XVI y XIX, aunque puede que incluso antes. Al menos esa es la sospecha de Urteaga. «Por el tipo de construcción podría ser todavía más antiguo, de antes del siglo XVI, aunque es solo una opinión», afirma.
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Para determinar la fecha será preciso analizar los restos. Los especialistas ya han tomado muestras de la madera, que serán estudiadas en los laboratorios de Arkeolan. «Lo más sencillo es el carbono 14, pero vamos a intentar emplear otros métodos que permiten afinar más, como la datación por isótopos», dice Urteaga.
Una semana de espera
«Lo fundamental es averiguar la cronología y la tipología. De momento, ya hemos sacado la planta» de la embarcación, revela la arqueóloga. El lugar en el que se hallan los restos hace que sea una tarea bastante complicada. «El problema es el poco tiempo que tenemos para investigar. Cada vez que lo dejamos sube la marea y todo queda cubierto por la arena». Tras estas dos jornadas habrá que esperar una semana para reanudar los trabajos, ya que las mareas vivas de los próximos siete días cubrirán los restos continuamente.
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A lo largo de esa semana los arqueólogos tratarán de fijar una estrategia de actuación. En cuanto el mar lo permita, volverán a Ondarreta a desenterrar otra vez los restos, de nuevo a contrarreloj. «Lo que tenemos que hacer a partir de ahora es sectorizar e ir completando» el mosaico. «No se puede acometer todo a la vez», explica Urteaga.
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