Una arteria de hace medio siglo que soporta hasta 60.000 vehículos al día
El volumen de tráfico ha caído casi a la mitad desde la apertura de la autovía del Urumea y el segundo cinturón
La GI-20 se construyó hace cincuenta años y por sus carriles transitan a diario entre 30.000 y 60.000 vehículos, una cifra ... que se ha reducido casi a la mitad desde que en 2010 entraran en servicio las nuevas infraestructuras viarias que cruzan Donostialdea como la autovía del Urumea y la GI-40, conocida como el segundo cinturón.
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Esta caída del volumen de tráfico es el argumento esgrimido por los defensores de la propuesta de reconvertir la Variante en una avenida urbana. De hecho, el Plan Territorial Parcial del Área Funcional de Donostia (Donostialdea-Bajo Bidasoa) ya contempla esta posibilidad desde hace años. En concreto, plantea un modelo general de carreteras que incluye la «progresiva transformación de la actual GI-20 como eje primario de distribución interna, y organizar, a partir de él, un esquema de accesibilidad primaria en peine para los tráficos intensos a los diferentes núcleos urbanos del litoral».
La filosofía sobre la integración de esta carretera en la trama urbana es antigua, aunque la idea da ahora el salto a un documento oficial del Ayuntamiento, el borrador del avance de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), lo que la convierte en una hipótesis factible.
En cualquier caso, su implementación será a largo plazo, ya que en la actualidad se sigue mejorando y ampliando la red viaria con la construcción del enlace de Marrutxipi, en el barrio de Intxaurrondo, que dará acceso directo al barrio de Gros y al Polígono 27 de Martutene. Esta intervención, que tendrá efectos positivos en la inmediatez –se anuncia su apertura para el próximo verano–, parece jugar en contra de quienes abogan por habilitar un bidegorri y zonas verdes y peatonales en una futura Variante con menos carga de vehículos. Además, puede sembrar dudas respecto a la uniformidad de criterios sobre el modelo viario de la comarca.
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Falta de suelo para crecer
Mientras, la Variante continúa constriñendo la ciudad, que necesita suelo para expandirse y mitigar la escasez de vivienda que sufre. Con el norte descartado por el mar y el oeste limitado por el monte Igeldo, el este y sobre todo el sur del municipio –a lo largo de las riberas del río Urumea– se asoman como únicas vías de escape.
El trazado de la GI-20 atraviesa Donostia de sur a este y de este a sur, un eje que coincide con los planes de crecimiento que maneja el consistorio, por lo que representa un obstáculo a salvar en ese objetivo de fomentar un programa de vivienda que alivie las dificultades que encuentra la población, en especial los jóvenes, para iniciar un proyecto de vida.
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Liberar decenas de hectáreas de terreno para destinarlo a desarrollos residenciales y otras necesidades de los barrios aparece en el horizonte como un asidero al que puedan agarrarse las generaciones venideras.
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