Zurutuza, Hervías, Bardají, Héctor, Zubeldia y Oyarzun formaron uno de los cuatro grupos que salió a correr a primera hora.

Moyes no da tregua a sus jugadores

Ayer hubo doble sesión de trabajo antes de la comida y otra más por la tarde para ir afinando la puesta a punto

MIGUEL GONZÁLEZ

Martes, 7 de julio 2015, 15:30

No hay tiempo que perder. Ésta es la mentalidad que quiere transmitir David Moyes a sus jugadores. Por eso ayer el despertador sonó temprano para llevárselos a las ocho de la mañana a correr por el bosque antes de desayunar e incidir en la mejora de su resistencia.

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  • Primera sesión La plantilla, dividida en cuatro grupos, corrió por los senderos que rodean el lugar de concentración en Obertraun.

  • Segunda sesión Un rápido desayuno y vuelta al trabajo. Noventa minutos de ejercicios a una alta intensidad y bajo un calor sofocante.

  • Tercera sesión Los jugadores combinaron el gimnasio con el trabajo de fuerza en uno de los campos del complejo deportivo donde se aloja la Real.

Las caras de sueño eran evidentes entre los expedicionarios. Los dos primeros días de entrenamientos habían resultado exigentes y, además, comprobaron cómo a partir de las cinco de la mañana la luz del día ya entra por las ventanas. Por eso se ha fijado la cena para las ocho de la tarde, para que el retiro a las habitaciones sea lo más pronto posible y el descanso, el adecuado para afrontar la exigencia física de estos días.

Dave Billows, el nuevo responsable de la preparación física, dividió a la plantilla en cuatro grupos y cada uno de ellos fue supervisado por un responsable técnico que les siguió por detrás en bici para adecuar el ritmo al que debían cubrir cada kilómetro. La plantilla se reunió a la hora concertada en la puerta del Centro Nacional de Deportes de Obertraun y cruzó la carretera para alcanzar una de las pistas de senderismo que discurre por los bosques que acompañan al río Traun, uno de los afluentes del Danubio que corre a través del cercano lago de Hallstatt y que nace en los Alpes austriacos. Un entorno idílico en el que los blanquiazules pudieron mitigar la exigencia del esfuerzo con la belleza del paisaje. También les ayudó la tormenta nocturna que contribuyó a refrescar el ambiente y la fina lluvia con la que se despertó la localidad. El mercurio bajó en unas horas de 35 a 20 grados, lo que agradecieron, aunque durante la mañana volvió a lucir el sol.

En el primer grupo estuvieron Granero, Berchiche, Canales, Chory Castro, Ansotegi y Mikel Oyarzabal, a los que acompañó en bici el propio David Moyes, que ya conoce la zona de sus estancias anteriores con el Everton. El doctor González de Suso se animó a ir con ellos, así como Erik Bretos. Por detrás, y controlados en este caso por Billows, salieron Mikel González, Rubén Pardo, De la Bella, Aritz Elustondo, Tena y Muguruza. El preparador físico Karla Larburu fue el 'infiltrado' del grupo.

Xabi Prieto, muy recuperado de su operación en el tobillo aunque apenas ha empezado a tocar balón, lideró el tercero en dura pelea con Markel e Iñigo Martínez por tomar la cabeza. Agirretxe, Zaldua, Capilla y Rulli, entre los que pudimos divisar, seguían su estela mientras que Asier Santana, técnico del primer equipo, les acompañó en bicicleta.

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En el cuarto y último estaban Zurutuza, Hervías, Héctor, Oyarzun, Zubeldia y Bardají con Alfonso Azurza, responsable de metodología, como controlador de los tiempos. Los únicos que no participaron en esta primera sesión del día fueron Carlos Martínez y Raúl Navas, que siguen con sus respectivos planes de entrenamiento individualizados.

No fue una simple carrera continua a ritmo lento para mejorar la condición aeróbica, sino que se trató más bien de una actividad relacionada con la resistencia. Hubo grupos que completaron los cuatro kilómetros que tenía el recorrido a un ritmo de 4 minutos y medio los mil metros, algo que no está nada mal para tratarse del tercer día de trabajo y de una jornada con tres sesiones. Se nota que los jugadores han cumplido con el trabajo de mantenimiento que se les mandó para las vacaciones, porque se les ve finos. Es más, el GPS que llevan para medir los esfuerzos reveló que alguno superó los 21 kilómetros por hora durante algún tramo del circuito.

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Después de cerca de veinte minutos de carrera los jugadores se pegaron una buena ducha y bajaron a desayunar. A las diez y media había que hacer frente a la segunda sesión de la jornada, ésta ya en campo, y no había tiempo que perder.

Alternancia en el trabajo físico

Una de las novedades que estos primeros días estamos apreciando es el nuevo método de Dave Billows, que se diferencia de los anteriores en que desde el principio combina y alterna las diferentes capacidades físicas, resistencia, fuerza y velocidad, algo que es una novedad en Zubieta. De hecho nunca se había visto que el segundo día de pretemporada la plantilla cerrara una exigente sesión de entrenamiento superior a la hora y media bajo más de 30 grados con unas series de velocidad sobre 90 metros que debían recorrer en 13 segundos. Cerca de un kilómetro de distancia fraccionado en diez carreras de alta intensidad, en las que se llegaron a registrar velocidades por encima de los 25 km/h, cuando hay muchos futbolistas de la Liga que no llegan a ese registro en un partido. Ni los porteros se libraron, pasando el trago como mejor pudieron.

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Moyes sabe que el trabajo va a ser duro y que el rigor físico puede pasar factura en forma de lesiones musculares, pero prefiere poner el listón alto y correr riesgos que bajarlo para que todos pasen el corte. Por eso se ha traído a 28 jugadores hasta Austria, para tener efectivos disponibles y cubrirse las espaldas ante cualquier contingencia.

Tampoco es habitual que para el décimo día de pretemporada, que coincidirá con el lunes día 13, la Real vaya a disputar tres amistosos contra el Celtic de Glasgow, Johnstone y Livingston. La intención es clara: que desde el primer momento los jugadores trabajen a intensidades cercanas a las de los partidos oficiales que luego se encontrarán a lo largo de la temporada.

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«Que nadie agache la cabeza»

La exigencia del técnico escocés quedó de manifiesto, especialmente, en la segunda sesión de la jornada, que comenzó a las diez y media. Para entonces el cielo se había abierto y la temperatura había subido. Durante noventa minutos exigió a sus jugadores con un trabajo físico-técnico en el que el ritmo fue muy elevado. Empezó con un circuito multidireccional, luego pasó a rondos de 5x2 en una superficie muy reducida a uno y dos toques, y enfocó la parte principal del entrenamiento a insistir en la presión, en el caso de los no poseedores para recuperar, y el buen trato al balón en los atacantes para no perderlo.

En ningún momento paró de alentar en voz alta a sus jugadores. «Tenéis que saber a quién pasar el balón antes de recibirlo», «no le metáis en un marrón al compañero al pasarle estando presionado», «un toque, en superioridad numérica quiero un toque, hay que darle velocidad al juego»... Éstas fueron algunas de sus consignas traducidas a su vez por Erik Bretos.

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Los ejercicios fueron de alta intensidad y corta duración. Aunque es consciente del esfuerzo al que está sometiendo a los suyos, en un momento se enfadó para pedirles que no hicieran gestos de cansancio entre un ejercicio y otro. «No quiero que nadie agache la cabeza. El lenguaje gestual es importante. No podemos mostrar al rival que estamos cansados. Nos pasaría por encima», espetó con fuerza.

Los realistas hicieron caso y trataron de mantener alta la cabeza. Eso sí, nadie desaprovechó la ocasión para beber agua e hidratarse en los periodos de descanso establecidos. Los botellines se contaban por decenas sobre el césped cuando a eso de las doce del mediodía la sesión se dio por finalizada. Para recuperar y tonificar los músculos, nada mejor que un baño refrescante en el río antes de la comida. Aún quedaba otra sesión de entrenamiento por la tarde.

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