Los jugadores siempre han contado con el respaldo de la afición. ARIZMENDI
Real Sociedad

¿A quién pitamos?

La Real se ha metido en un lío muy gordo y solo desde la responsabilidad y una mirada hacia adentro logrará los resultados para salir adelante

Miguel González

San Sebastián

Jueves, 9 de octubre 2025, 02:00

La Real se ha metido por deméritos propios en un buen lío y no le va a resultar sencillo escapar de él. Los rivales van ... sumando puntos mientras nuestra nave sigue varada. Es verdad que ya hemos jugado ante Madrid, Barcelona y Betis, tres de los cuatro primeros, pero también que hemos perdido contra Oviedo y Rayo, lo que evidencia que el problema no está tanto en el rival como en uno mismo.

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Por contextualizar el momento actual, una mirada al pasado nos permite comprobar que la Real siempre ha sufrido después de sus épocas más gloriosas. La Real campeona firmó cuatro años fantásticos –fue el equipo que más puntos sumó en Liga entre enero de 1978 y diciembre de 1982– porque la legislación de entonces permitía retener a los jugadores cuando venía otro club a por ellos solo con subirles un 10% el sueldo. Y aún así, después del segundo título, en las cinco siguientes ligas acabó una vez sexta, tres séptima y otra octavo, siempre fuera de Europa.

El marco laboral en el fútbol cambió con el Real Decreto 1006 en 1985, que permitía a los futbolistas liberarse de sus contratos de forma unilateral y determinaba que los conflictos laborales se resolvían en la jurisdicción social, es decir, que si no había acuerdo sería un juez el encargado de establecer la indemnización.

La situación es preocupante; cuanto antes seamos conscientes del peligro, antes escaparemos de él

Fue entonces cuando la Real inventó las famosas cláusulas de rescisión, pero si alguien las pagaba no podía hacer nada. Con Toshack llegó una segunda época dorada con la Copa de 1987 y los subcampeonatos de Liga y Copa en 1988, pero duró un suspiro porque el Barcelona se llevó a Bakero, Begiristain y Luis Mari López Recarte y el Athletic a Loren.

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La situación dio una vuelta de tuerca en 1995 con la Ley Bosman que dejó de considerar extranjeros a los europeos, cuando hasta entonces el cupo de foráneos era de cuatro y solo podían jugar tres a la vez. Eran los tiempos de los Richardson, Atkinson y Aldridge; o Xavier, Oceano y Kodro. En 1998 el Dépor llegó a formar con un once sin españoles. Aquella Real que se sujetaba en base a canteranos y dos o tres extranjeros pasó a ser un conjunto de zona media que no pasaba apuros pero tampoco iba a Europa.

Su siguiente momento de gloria tuvo que esperar hasta 2003, cuando peleó la Liga al Real Madrid después de tres años luchando por salvarse. Entonces juntó a un buen entrenador como Denoueix, una talentosa base de casa con los Rekarte, Aranzabal, Xabi Alonso, Aranburu y De Pedro y una apuesta millonaria en fichajes y salarios para traer a los Westerveld, Nihat, Darko, Karpin, Schürrer, Khokhlov, Tayfun, Kvarme y compañía. Fue una época bonita pero breve en la que la Real vivió por encima de sus posibilidades –ingresaba 24 millones y gastaba 36– y acabó con sus huesos en Segunda. Un año sujetó ese déficit con los ingresos de Champions, otro con el traspaso de Xabi Alonso y al tercero hubo que desmantelar el equipo.

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Desde la llegada de Aperribay en 2008 el objetivo ha sido levantar un edificio con buenos cimientos para que el crecimiento deportivo fuera sostenible. Con excepción del primer año tras el regreso a Primera, no ha habido peligro real de bajar siendo la peor clasificación el puesto doce. Eso sí, también sufrió después de buenas temporadas como la 12/13 o 16/17. El mérito ha sido firmar seis años buenos entre 2019 y 2025.

Ser ambiciosos

Así llegamos al presente, donde después de mucho tiempo miramos hacia abajo con preocupación. Y cuanto antes seamos conscientes del peligro, antes escaparemos de él. Hay varios factores que explican el momento actual. Uno importante es que Le Normand, Merino y Zubimendi se han marchado, así como dos de las tres patas que sujetaban el proyecto: Olabe e Imanol. Otro es que las incorporaciones de los tres últimos veranos no se han traducido en rendimiento. Habría que retroceder a 2022, con Kubo y Brais, para encontrar los últimos fichajes diferenciales. La apuesta por jóvenes talentos con potencial de revalorización no ha funcionado, al menos para cubrir en el corto plazo bajas tan importantes. El tiempo dirá si los Óskarsson, Sucic y Zakharyan convierten su calidad en regularidad y dan ese paso adelante que esta temporada ha dado Sergio Gómez.

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No creo que la Real haya pecado de falta de ambición, algo que siempre reducimos al mercado olvidando que construir club va más allá: estadio, cantera, masa social... Lo que le ha faltado es acierto en los fichajes, algo que para un club como el nuestro no es tan sencillo cuando lo que le distingue es su habilidad para producir jugadores, no su compraventa.

Este verano la referencia en ambición es el Villarreal porque ha invertido 100 millones en los fichajes de Mikautadze (31), Renato Veiga (25), Moleiro (16), Mouriño (10), Buchanan (9), Oluwaseyi (8) y Arnau Tenas (2), sin contar sus sueldos. Lo que olvidamos es que es un club que pertenece a Fernando Roig, cuya familia controla el 99% de las acciones, y que tiene una fortuna estimada en 2.000 millones. La Real pertenece a los pequeños accionistas y el dinero debe ser gestionado de forma ordenada y racional.

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Tampoco somos conscientes del lugar que ocupamos en la fila de la compra. A finales de los ochenta, cuando solo había tres foráneos por club, la Real peleaba por traer al décimo mejor extranjero de la Liga una vez que Barça, Real Madrid y Atlético cubrían sus tres plazas. Hoy, solo el Madrid, tiene 19 extranjeros. Y calculo que en Europa unos 70 clubes tienen más recursos económicos entre Premier, Championship, Bundesliga, Serie A, Ligue1 o la Primeira portuguesa.

Así que la solución está dentro y pasa por explotar los recursos que tenemos. Exigiendo valentía al entrenador con sus ideas, rendimiento a los jugadores y acierto en sus decisiones a la directiva, pero siendo conscientes de que una situación como la actual es intrínseca a la propia naturaleza de la Real. Yo también acabé frustrado el domingo y me dieron ganas de pitar pero no supe a quién. ¿A Sergio? ¿A Bretos? ¿A Aperribay?

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