Hacer lo que se nos da bien
Lo que diferencia a la Real del resto y le ha hecho fuerte es su habilidad para fabricar futbolistas; ahora que surgen las dudas debe perseverar en la idea más que nunca
La Real se ha metido en un buen lío en este inicio de Liga como consecuencia de perder en Oviedo. Esa derrota y no haber ... ganado al Espanyol en casa le han descuadrado las cuentas cuando ahora tiene que afrontar dos salidas complicadas ante Betis y Barcelona y recibir a dos rivales como el Mallorca y el Rayo Vallecano siempre incómodos.
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Más allá de los diez puntos que han volado, el mayor castigo de regalar el partido del Tartiere es que limita el margen de maniobra porque las victorias compran tiempo y tiempo es lo que necesita un equipo en construcción con la filosofía del blanquiazul que quiere levantar un nuevo proyecto tras la marcha de los Merino, Le Normand y Zubimendi.
El punto de partida de Sergio es bastante más complicado que el de Imanol hace seis años. El oriotarra tomó las riendas de un equipo que también trataba de recomponerse después de haber entrado en Europa en 2017 y perder en poco tiempo a piezas importantes como Yuri, Iñigo, Vela, Odriozola y Xabi Prieto. En 2018 el club destituyó a dos entrenadores porque las cosas no iban bien: a Eusebio en marzo, que se fue junto a Loren, y a Garitano en diciembre. La Real estaba en el valle y desde ahí solo podía mirar hacia arriba
La Real deja muchas lecturas positivas a nivel individual pero debe mejorar en lo colectivo para sumar
A diferencia de ahora, Imanol tenía cuando arrancó su primera temporada entera en 2019 a Merino, Odegaard, Remiro, Isak, Oyarzabal, Zubeldia y Le Normand, entre otros, chavales jóvenes de entre 20 y 23 años con mucho talento como el tiempo ha confirmado. Además, contaba con dos hombres experimentados como Monreal y Portu, y un año más tarde subió a Zubimendi para darle galones en el centro del campo.
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Ahora Sergio toma una Real que viene de hacer cumbre tras seis exitosos años y desciende hacia el campo base para aprovisionarse atenta a no sufrir ningún resbalón que dé al traste con sus ilusiones futuras. El listón está muy alto y cualquier mirada a tiempos no muy lejanos produce nostalgia porque cuando uno se acostumbra a comer langosta, el jamón le sabe a poco.
La Real es junto al Athletic el único equipo de la Liga que compite con una plantilla integrada por un alto porcentaje de futbolistas formados en la cantera. La única diferencia es que mientras aquí se ficha a Remiro, Soler, Brais, Óskarsson o Yangel, en Bilbao se refuerzan con Yuri, Berenguer, Areso, Robert Navarro, Adama Boiro o Djaló. Pero el 65-70% del plantel es de casa y consolidar a los jugadores en Primera requiere su tiempo.
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En la posición de delantero centro, la más complicada en el fútbol porque exige hacer goles, tenemos buenos ejemplos de cómo la paciencia ha acabado dando sus frutos. Agirretxe, el mejor ariete de casa que ha tenido la Real desde Satrus, no tuvo continuidad hasta que Montanier confió en él con 24 años cuando en el anterior mercado de invierno su traspaso al Valladolid estaba hecho. Ocurrió que se lesionó Joseba Llorente y a última hora el club dio marcha atrás. Bendita decisión porque el de Usurbil fue clave en la clasificación para la Champions en 2013 y se hartó a marcar goles después.
Cuando vemos a los Karrikaburu, Gorrotxategi, Jon Martín, Goti o Marín dar sus primeros pasos debemos sentir orgullo por comprobar que la Real, tantos años después, sigue siendo fiel a lo que siempre ha sido. Porque eso es lo que le diferencia del resto: su habilidad para fabricar buenos jugadores. Cuando empezaron los Xabi Alonso, Griezmann, Illarramendi, Iñigo, Oyarzabal, Zubimendi y compañía tampoco valían nada y después han conseguido ser campeones de todo. Hay que creer en lo que siempre nos ha fortalecido, porque la compraventa de jugadores en el mercado, aunque puntualmente sea un recurso necesario, a largo plazo solo te empobrece si confías toda tu suerte a ella.
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Convencidos de la idea
Ello no significa que la Real no pueda vivir una temporada difícil en lo clasificatorio porque las victorias, además de tiempo, también dan la confianza necesaria para crecer y los resultados no llegan. Seguramente porque no los habrá merecido. Debilidad en las transiciones defensivas, despistes a balón parado, falta de eficacia en el remate, mala decisiones en momentos puntuales... Hay mucho trabajo por hacer en Zubieta, pero si el equipo logra superar las dificultades a corto plazo y consigue alcanzar el campamento base para aprovisionarse, el sol volverá a lucir.
El partido ante el Madrid nos dejó lecturas interesantes a nivel individual. Sergio Gómez puede mejorar las prestaciones del lateral de forma importante, Gorrotxa va sumando horas de vuelo, a Goti se le vieron buenas maneras, Soler apunta alto, Barrene está tirando del carro como nunca, Remiro confirmó lo buen portero que es, Zakharyan salió con muchas ganas, Karrika se mueve bien en el área y tener un capitán como Oyarzabal es un privilegio.
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Lo que pasa es que el fútbol es un deporte de equipo y todas esas individualidades aún no nos dan para ganar partidos y sumar los puntos que quisiéramos. Pero no hay otro camino seguir adelante, porque cuando aparecen las dificultades es cuando más hay que perseverar en la idea. Sobre todo si está convencido de ella como lo está la Real.
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